Cartas a mis hijos. 2 - Por qué marcho hoy

Caracas, 18 de Febrero de 2014

Quiero que sepan que en la vida llegan momentos en los que toca defender aquello por lo que uno cree. Nunca imaginé que tocaría hacerlo en una calle, alzando una voz de protesta. En realidad, los principios y los ideales son cosas que nos toca defender más seguido de lo que quisiéramos. El mundo, la comodidad de la gente y la cobardía va a intentar convencerlos de que los valores son negociables, de que la moral es algo que uno puede adecuar según le convenga. En realidad, cuando uno tiene sus convicciones claras, cuando se conoce a sí mismo y sabe cuáles son sus principios, sus metas, su verdad más profunda, uno no se doblega ante nadie.

Hoy está en jaque nuestra libertad. Nacieron en un país en franca decadencia. En el que no somos libres. No somos libres de caminar por la calle sin miedo, no somos libres de expresar vivamente una opinión sin temor a alguna represalia, no somos libres de abrir una empresa, de comenzar un negocio, de aventurarnos en un emprendimiento, no somos libres de encontrar lo que queremos en el mercado, no somos libres de recorrer la ciudad de punta a punta sin miedo, no somos libres de ver a cualquier venezolano a la cara sin temor de que alguna diferencia política nos divida irreparablemente. Yo los traje al mundo en un país en que tristemente no somos libres.

Lo hice por dos cosas. La primera porque amo profundamente a Venezuela. Es lo más sagrado que tengo después de mi familia. Este país, aunque golpeado es maravilloso. Es el mejor país del mundo. Y sí, tiene la mejor gente del mundo, aunque no lo parezca. Canallas hay en todos lados, así que uno no deja de amar a su patria porque de pronto los canallas hablen más fuerte y se hagan con el control. Es ahí cuando uno tiene la responsabilidad de salir a defender lo que le es sagrado. Yo estoy muy orgullosa de los venezolanos. Así como hemos visto lo peor del ser humano en años de bonanza petrolera que nos trajeron a esta situación de dictadura y pobreza moral y económica, también hemos visto lo mejor de la gente en estos momentos de alta tensión. Hemos visto coraje, solidaridad, honor, firmeza, integridad. Son tiempos como estos los que ponen la gente a prueba. Y les digo, allí donde el venezolano siempre cree que tiene lo peor, aquí  hay seres humanos que lo hacen a uno hincharse de orgullo. Esto es un ejemplo para el mundo.

Hoy estamos todos los venezolanos a prueba. Hoy nos toca defender la libertad. Las armas son los valores, desde la valentía, la firmeza de pararse en medio de una calle, con una pancarta y expresar la creencia de que hay principios sin los cuales el país que queremos no se puede defender. No todo el mundo estará de acuerdo, ni en los métodos, ni en la lucha, pero si uno pasa la vida esperando a que todo el mundo avale una convicción que tenemos, tarde o temprano nos daremos cuenta que se nos fue el tiempo paralizados de miedo. A veces la tarea es de uno solo, a veces se va sumando más gente.

En este caso, es palpable el deseo de muchos, de la mayoría, de vivir en una sociedad de valores. En una sociedad libre. Todos queremos rescatar, no el país que fuimos, sino la promesa de uno mejor. Ese que yo les quiero dar a ustedes. En el que puedan andar libremente por la calle, en el que puedan desarrollar su pensamiento, sus proyectos. Yo quiero que a ustedes les duela este país, a raíz del dolor que siento por él. Quiero que sean desde lo que protegen su medio ambiente, hasta de los que alzan la voz contra aquellos que pretenden hacerse con su riqueza y dejarnos sin los recursos que alzan la voz con ideas en contra de la violencia, la injusticia, la deshonestidad, la pereza y la mezquindad.

Yo quiero que entiendan que en su momento ustedes van a hacer a Venezuela, no ellas a ustedes. Así como a mí me toca ahora hacerles país. Es por eso que marcho hoy, es por eso que escribo hoy, es por esto que trabajo hoy. Nada de lo que hacemos deja de tener impacto en nuestro país. Ser ciudadano es una responsabilidad, que uno tiene que asumir con sentido del honor. Y sí, para mí es un honor ser venezolana, y ahora entiendo porque me enseñaron tantas cosas sobre la bandera, para que si llegaba el momento tuviera el amor suficiente para salir a defenderla.

Yo quiero vivir y que ustedes vivan en suelo venezolano. Yo quiero que lo lleven con honor y que aquí encuentren su identidad. Y parte de esa identidad no es sólo el Alma Llanera y el Ávila, es estar entre gente que cuando vio que perdía sus ideales y vio tambalear su futuro, salió a dar la cara. Podemos vivir sin cualquier cosa, pero no sin nuestros principios. Hoy salimos por el más importante, la libertad.

Ese es el ejemplo que yo quiero darles. Espero no defraudarlos en el intento y que algún día, no muy lejano, podamos declararnos en franca construcción de un país libre, unido, soberano y democrático, donde todas las maneras de pensar tengan espacio y cabida. Donde funcione la justicia para torodos y realmente haya posibilidades de movilidad social. Ese es el país que sueño.


De ese foco no me mueve nadie.

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