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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Cómo Sobrevivir a Perro Paisajista

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Yo no he hecho nada. Homero. Es un Golden Retriever que llegó a nuestras vidas hace exactamente un año. Homero es el perro más dulce que he tenido desde que tuve mi primer perro a los quince años. El puede pasar del agua y de la comida con tal de que le hagas cariño. No le importa si tienes café caliente o vino en las manos, te lo garantizo que te lo va a echar encima si haces contacto visual, porque va a ir a forzar su cabeza entre tus manos para que lo acaricies. Sí, la culpa es mía, yo malcrío a los perros. Antes de que llegara Homero yo había arreglado el jardín. Nunca he sido de plantas, ni matas, ni me sé los nombres de los árboles, ni entiendo de huertos, de transplantados. Me encantan las flores, lo verde, pero no es lo mío. Soy demasiado dispersa para el cuidado que requieren algunas matas, lo confieso, pero estoy decidida a tratar. Una de las razones por las que hice un huertico y arreglé el jardín es que como a mis papás les encanta pues yo los sentía más cerquita.

Sobre Coco

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  Amamos Coco. La historia de un niño que sueña con ser músico a pesar de que en su casa se lo prohíben por la historia familiar. Entonces Coco, para realizar sus sueños termina en la tierra de los muertos, donde se encuentra con su familia, sus raíces, pero sobre todo reafirma su convicción de lo que ha venido a hacer en la vida. La belleza de Coco es que está enmarcada en la tradición mexicana del Día de Muertos. Quizás uno de los eventos culturales más espontáneos que haya vivido. México se transforma para el dos de noviembre. Todo se llena de cempasúchil y calaveras de colores, y a pesar de que por la cercanía con el Halloween todo tiene un aire macabro, en realidad es un día el se celebran los amores más grandes que se hayan tenido en la vida. La familia, los amigos, y la huella que ellos han dejado en nuestras vidas. Creo que a la larga Coco tiene una importancia mucho más grande de lo que podamos imaginar, porque la película plantea un tema que ha sido uno de los gra

Experiencias de una que odia el ejercicio

Para la rehabilitación de mi tobillo me mandaron a montar bicicleta o hacer elíptica. Soy una floja incurable. El ejercicio es mi karma. A mí todo tipo de esfuerzo físico me da una flojera tan grande que no tengo cómo ponerlo en palabras. Sólo me decido a ir hacer ejercicio cuando estoy en la playa, padeciendo las lonjas de la barriga, viendo a la mamá fitness al lado mío que hace tres horas diarias de gimnasio y mientras me aplico protector en mi estrujado cuerpo me prometo: cuando regrese a la casa me voy a poner a hacer ejercicio, ahora sí. Lo juro que sí. También me lo prometo en distintos probadores cuando la talla que creo que soy en mi cabeza no se ajusta a la realidad de mi culo del tamaño de Estados Unidos. Voy a correr. Voy a hacer yoga todos los días. Voy a ser esa chama que anda en lycras a las tres de la tarde y que hable el mundo lo que quiera. Mentiras.   A lo largo de los años he intentado de todo. He dejado inscripciones en gimnasios, piscinas (nadar es lo que más