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Mostrando entradas de septiembre, 2010

Limpieza General de Mi Cerebro

La luz era como de medio día. Yo subía las escaleras mecánicas de un centro comercial. Tenía que comprar algo pero no recuerdo qué. Estaba con esa urgencia que uno tiene en los centros comerciales, uno siempre está buscando algo, es raro ir solamente a pasear. La escalera terminó y empecé a caminar, girando hacia mi derecha por un pasillo. El piso era gris, brillante, podía ver mi reflejo en las lozas de un material que no puedo nombrar. Y de repente allí estaba. Como en una especie de café. Las mesas eran redondas y grandes, los asientos eran de cuero rojo y estaban como empotrados a la pared. Sus manos estaban sobre los hombros desnudos de una mujer de pelo rubio, y los frotaban como si fueran una especie de genio maravilloso. La mujer tenía puesta una especie de toalla blanca, como si acabara de salir del baño. ¿Qué hace así vestida aquí? Pensé yo. Esa mujer está loca. Y él está todavía peor. Y claro que estaba peor. No me saludó. Me ignoró. Como si yo no fuera nadi

¿Quién ganó?

Ayer, mientras los rectores del CNE caminaban hacia sus sillas me sentía con orcas y tiburones blancos, no en la barriga, sino está vez hasta los capilares. Llámame Verónica Castro, me provocó decir, esta campurusa novelera se va a desmayar. Le leía la cara, el tono de voz, las palabras iniciales, termina de dar los resultados pues, provocaba gritarle, ya sabemos que somos electores y electoras, ya a estas alturas nos han ofendido mucho más a las mujeres que por el simple hecho de nombrar todo sustantivo femenino aprobado por la RAE. Cuando todo terminó me quedé en neutro. Me quedé así como si hubieran anunciado que ganó el Miss Universo la representante de República. Sí, República, pero ¿cuál? ¿Checa? ¿Del Congo? ¿Bolivariana? Tardé unos minutos para entender. Tomando en cuenta el ventajismo, la arbitrariedad, la manipulación de la ley, de la constitución, de los recursos del estado. Tomando en cuenta una Mesa de la Unidad que costó Dios y su ayuda armar y mantener, qu

Personajes que Votan

Cada quien tiene sus razones para votar, según su personalidad o su realidad. A veces votar es mucho más una cuestión de vida que una cuestión de política. - El idealista: Vota porque cree en Venezuela. - El enamorado: Vota para decírselo a su adorado tormento, para escribirle. "Mi gran cuchuchurro, mi cochapechocha, ya voté." - El deprimido: Vota para desahogarse con los demás que están en cola. - El sometido: Vota para que la Cuaima no lo bote por tres noches de la casa. - El mameco: Vota porque su mamá dice que vote. - El jalabola: Vota para contárselo al jefe al día siguiente. - El buzo: Vota porque hay una chama que siempre es testigo en su centro y tiene unas tetotas. - La vieja: Vota para sacarle provecho a las arrugas haciendo la cola de la tercera edad. - El chamo: Vota porque acaba de cumplir los 18 y se siente importante. - El esposo echa carro: Vota para no tener que cuidar a los chamos. - La embarazada: Vota porque gracias a la barriga no hace cola. - La chismosa

La novia mal pegada de Venezuela

Así me siento con mi país: Yo soy la chama. La chama enamorada, mal pegada, casi obsesiva, que está todo el tiempo pendiente del tipo. Se convenció de que no puede vivir sin él y es capaz de sacrificar casi cualquier cosa, porque está convencida de que ese tipo es el hombre de su vida. El tipo me trata como una mierda. Nunca llama. No aparece. Cuando aparece embarca. Anda con otras, pero flagrantemente y con el mayor descaro. Es maleducado, no tiene detalles, no es cariñoso, sino todo lo contrario. Un golpe y otro, y otro y otro. De verdad que la vida con él es un infierno. Sólo que de vez en cuando es capaz de desatar un encanto tal, una forma tan suya de hacer las cosas que me tiene ahí pegada y enamorada. Es un galán. Un bellito de los peores, de esos que despliegan un brillo que cuando sonríen no les ves el colmillo. Cuando se porta mal trae flores, me lleva a ver la película que yo quiero, me hace cariñito en el pelo, me agarra de la mano y pasa un par de semanas en las que no ti

Un Blackberry que Viva por Ti

Un resplandor azul le ilumina la cara al que está sentado del otro lado de la mesa. El menú sobre el plato esperando a que lo levanten, su cabeza inclinada, su mirada perdida en la pantalla, como si fuese la bola de cristal que en cualquier momento le anuncia que algún día se gana el loto, los pulgares clickeando furiosos, tecla tras tecla tras tecla, como si de adentro del aparato fuesen a salir una cantidad de insectos que si no se detienen, acaban con la humanidad. Miras a tu alrededor. Hay más idiotas como tú, que miran su menú o estudian el decorado del techo mientras su supuesto interlocutor salva al mundo a través de la pantalla de su Blackberry. Luego hay mesas en las que todo el mundo está en el mismo plan. Ya lo dudas. ¿Será que se están hablando entre sí a través del aparato? No parece. En una mesa uno se ríe, el otro tiene cara seria, y el tercero más bien parece reflexivo, como si estuviera ayudando a alguien con un problema. De repente tu compañero levanta las cejas y sus

Odiado Buzón de Mensaje

Odio las grabadoras. Las odio. Yo me imagino que la que grabó el "al finalizar el tono tu llamada será atendida por el buzón de mensajes." estará un programa de protección especial, yo me la encuentro y mínimo le jalo el pelo. Nada más recordarme el timbre de esa voz me desespera. Es que las contestadoras son puras mentiras. "Te devolveré la llamada a la brevedad posible." La primera mentira, empezando porque esa "brevedad posible" es tipo terminada de novio parrandero, una cosa que se puede interpretar de cualquier manera. Por otro lado, uno se aprende las contestadoras de la gente a quien llama mucho. Están las apuradas, "déjametumensaje." no pueden ni siquiera decir "hola." Esas contestadoras me asustan, me hacen sentir que llamar fue un error, que interrumpí algo que además no sé qué es, que la persona estaba viendo el teléfono así como "¿Y qué quiere esta ahora?" Después están las que son todo lo contrario, una lentitud,

EL LEÓN, LA BRUJA Y EL IPOD

Toda mi vida me ha gustado la música. Yo estoy depre y me da por escuchar música. Estoy contenta y me da por escuchar música. Estoy brava con alguien y a veces, me da por escuchar música. A veces cuando no puedo dormir, si no es leyendo paso el insomnio escuchando música. Hay música que hace que todos los músculos de mi cuerpo se tensen y hay música que funciona como una máquina del tiempo, me lleva casi físicamente a momentos que viví. Hay caras que a veces no logro recordar, como la de algún novio, y sin embargo al escuchar ciertas canciones allí está. Nítida perfecta, como si no hubiesen pasado 24 horas desde la última vez que nos vimos. Estoy convencida de que la memoria tiene una zona que es meramente musical, que trabaja única y exclusivamente con música, y que hay canciones que están ligadas a una persona casi como su foto. Por otro lado hay veces que escuchando música me siento parte de la humanidad, o parte de algún mensaje, como con Where is the Love the Black Eyed Peas, igua

Yo Quisiera

Yo quisiera caminar como un perrito pequeño. De los mínimos, esos que van trotandito con cara seria y paso firme. Yo quisiera cocinar como las personas que cocina en televisión, con todo limpiecito y como si mi sueldo dependiera de ello. Yo quisiera andar por la calle como empujada en un coche, como si en vez de caminar fuera rodando. Yo quisiera correr como Forrest Gump. Quisiera nadar como Thorpe. Yo quisiera hacer Yoga como un yogi. Quisiera limpiar la casa como Mónica de Friends, como si "vamos a buscar la escoba!" fuese una de las frases más emocionantes. Quisiera tomar vino como si fuese viernes por la noche con amigos, como si no existiera el ratón. Yo quisiera tomar café como si tuviera que estar despierta toda la noche. Quisiera comer chicle como si estuviera en un campeonato de bombas. Quisiera hacer bombas de jabón como si estuviera buscando una lo suficientemente grande como para meterme en ella, como si las bombas de jabón no explotaran nunca. Yo quisiera nadar e

Manu-s-libros

En estos días el catire me contó de un amigo que decía que su sueño era poner una posada. Acto seguido vino la pregunta "¿No te parece que eso sería lo máximo?" Claro que al menos yo me imagino la posada en una playa de esas en las que la arena parece leche en polvo, y el mar tan turquesa que jurarías que si metes un poquito al horno, al sacarlo tendrás una piedra para hacerte anillos, zarcillos y después millonario. Yo me veo en una mesita que sería la recepción atendiendo a la gente. Me imagino que cada cuarto sería distinto, cada uno amoblado a su manera, todo unido a un concepto especial. Seguramente habríamos peleado el catire y yo por la cantidad de ideas locas que entre los dos nos habríamos fumado para la posada. Yo habría querido ponerle a los cuartos nombres de escritores famosos, él me hubiese dicho que nada que ver, y yo me hubiese puesto brava. Entonces, al catire, que tiene una creatividad que ni él mismo se la cree, se le habría ocurrido algo fumadísimo, y yo l

Ficciones III - El collar, la azúcar y el café.

Imagino que ellos dos tienen esta conversación: - No le eches tanta azúcar al café. - Me gusta dulce. - Eso engorda. - ¿Te parece que estoy gorda? - No. - Sí te parece. - No. - Dime que sí te parece! - Sí te parece. - Lo sabía. Lo único que te importa es el tamaño de las tetas y la talla de blue jean. Discúlpame por no ser 90-60-90. - Dije sí te parece. Pero estás tan paranoica con esa ridiculez que ni lo notaste. Tienes unas cosas que a veces no soporto. Como eso de soltar frases en francés. No sueltes más frases en francés, cae pesado. - ¿De dónde sacas eso ahora? Después de tantos años escuchando mis frases en francés. - De la semana pasada, me parece que a ellos les cayó pesado. - A mí lo que me parece es que a ellos les pareció que a ti te habían caído pesadas mis frases en francés, y por eso se cortaron todos. - Bueno, entonces no las digas más. - Pero si no son pesadas. Hace diez años me dijiste que te encantaba que hablara francés. - Ma soeur a un crayon jaune... Yo siempre te

COSAS DE LA COTIDIANIDAD

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FICCIONES II - Ojos de Boxer Triste

Imagino que llego al lugar convenido y te pregunto aunque sé la respuesta, ¿tú eres el dueño del boxer? Y tú me dices, sí, pero no es "el" boxer, es "la" boxer tiene tres años y se llama Sasha. Sasha está sentada con esa mirada triste de boxer, esperando a que le digan qué tiene que hacer. Hace ese juego de miradas que hacen los perros. Me mira. Te mira. Mira para otro lado. Como queriendo disimular pero sin poder lograrlo. Sasha está preocupada, se huele que me la voy a llevar. Su pregunta es clave ¿Y esta quién es? Sasha tiene la piel atigrada, como si su tatarabuelo hubiese sido uno de esos grandes gatos del África. Su boca es de mono, como si tuviese primos que viven en algún árbol quién sabe dónde. Tiene las uñas largas, ha de tener a la pereza por ahí metida en uno de sus genes, no recuerdo otras uñas tan largas como esas, salvo en una pereza que una vez encontré en el jardín de mi casa. Ambos la vemos en silencio, sintiendo algo de lástima por ella. ¿Y por qu