¿Quién ganó?

Ayer, mientras los rectores del CNE caminaban hacia sus sillas me sentía con orcas y tiburones blancos, no en la barriga, sino está vez hasta los capilares. Llámame Verónica Castro, me provocó decir, esta campurusa novelera se va a desmayar. Le leía la cara, el tono de voz, las palabras iniciales, termina de dar los resultados pues, provocaba gritarle, ya sabemos que somos electores y electoras, ya a estas alturas nos han ofendido mucho más a las mujeres que por el simple hecho de nombrar todo sustantivo femenino aprobado por la RAE.

Cuando todo terminó me quedé en neutro. Me quedé así como si hubieran anunciado que ganó el Miss Universo la representante de República. Sí, República, pero ¿cuál? ¿Checa? ¿Del Congo? ¿Bolivariana? Tardé unos minutos para entender.

Tomando en cuenta el ventajismo, la arbitrariedad, la manipulación de la ley, de la constitución, de los recursos del estado. Tomando en cuenta una Mesa de la Unidad que costó Dios y su ayuda armar y mantener, que muchos de sus actores cuentan con poco respeto y credibilidad, y que en un mundo ideal no los votaríamos ni para panaderos de media noche. Tomando en cuenta la desmotivación o la apatía de un gran sector. Aún así, el gobierno perdió la mayoría calificada, y lo que es más, la UNIDAD sacó más votos que la otra opción.

La victoria fue contundente. Y la victoria fue de la UNIDAD. Pierden no sólo el partido que decía que iba a arrasar y no arrasó, sino que pierden todos los que no apostaron a la UNIDAD, pues el país, sí está interesado en cambiar. Sí está interesado en participar en las decisiones clave para su futuro, pero quiere hacerlo siempre y cuando los factores políticos demuestren que son capaces de superar cualquier ambición por el bien común.

Ciertamente, la UNIDAD del 26 de septiembre no fue la ideal. Todavía hay políticos que no terminan de entender que aquí el que tenga agenda propia a menos de que sea LEC, no va a contar con mucho apoyo. Ya lo hemos vivido en el pasado, sino pregúntenle a Liliana Hernández.

Yo hoy amanecí orgullosa de ser venezolana, pues ante una situación compleja y extremadamente difícil dimos la talla. A pesar de que hubieran hecho lo imposible por arrebatar lo que se logró conseguir trabajando con la uñas, no pudieron hacerlo, porque al final este país, se cansó de los personalismos, del narcisismo y las manipulaciones de “o me quieres o te dejo.”

Aprendimos que uno no apaga la luz hasta que no sale el último boletín. Aprendimos que es verdad que el voto puede más que la bota. Aprendimos que el que divide vence pero que tarde o temprano llega una unión que es pura fuerza.

Ayer el que realmente perdió fue el que le apostó a la división. Al enfrentamiento. A la fatiga, al cansancio y la desmoralización.

Recuerdo que hace ya unos años había una campaña que decía, “ahora Venezuela es otra.” No pienso que sea otra, sigue siendo la misma, sólo que un poco más madura, y por fin encontrándose a sí misma.

Lo importante ahora es que no se nos olvide que quién ganó ayer de verdad fue la UNIDAD.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Los que no votaron también son perdedores...
Maranga
@magils ha dicho que…
Esa es la lección fundamental. La única manera de optar por una opción de país diferente es la UNIDAD...nos gusten o no algunos candidatos y partidos tenemos que ser tolerantes y apostar por el consenso. Lo fundamental es saber que TODAVIA hay un país posible y eso quedó evidenciado el domingo.

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