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Mostrando entradas de julio, 2010

Me Llamo Manuela y Soy Tacomainómana

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Este post viene por un comentario de Ora al post anterior. El tema: los tacones. Hay momentos en la vida, en que una como mujer, no concibe su imagen si no es en punta de pie, casi como si fuera una de las bailarinas del Bolshoi. Hay etapas de la vida, quizás hasta la vida entera en que nos volvemos: Tacomainómanas. Como tacomainómana no te ves, si no es empinándote sobre sendos zapatos, que aunque no parezcan gran cosa, para ti lo cambian todo. Te los pones como sea, puntiagudos, sandalias, plataformas. Los hay elegantes, forrados en tela, de cuero, animal print, con lazos, con flores. Una amante del tacón a juro tiene unos negros, unos marrones y después unos para divertirse. Están los plateados y dorados, para la Paris Hilton que toda llevamos dentro. Los hay que te hacen ver como una caminadora barata, porque esa también todas la llevamos dentro, y porque como dice Ora, para algunos hombres el fetiche es...el fetiche. En fin, se puede decir que las mujeres aprendemos a camina

Disfraces y Zapatos

Nuevo café. La silla más cómoda de todas las que he probado. Algo aquí me dice "te estaba esperando." Además está enfrente de una tienda de zapatos que...las mujeres me entenderán. Desde aquí puedo verlos. Y soñar que me los compro todos y que camino con ellos y no me sacan ampollas, ni hacen que me duela el pie. Justo al lado está una papelería donde compro los cuadernos semikolon en los que adoro escribir. El papel es sedoso y las portadas son de colores vivos. Hay amarillos, grises, verde pastel, verde perico, azul petróleo, azul poceta, rosado. Además tienes cuadritos, cuadros negros y blancos estilo tabla de ajedrez. En esa papelería encuentras todas las plumas, desde las parker, hasta las pilot, y tienes pluma fuentes de esas que traen el tintero para que mojes la tinta como si fueses un personaje de una novela policíaca de la Edad Media. Yo a veces me pregunto, si me hubiese tocado escribir con una pluma de pájaro en vez de con una MacBook prestada ¿hubiese escrito i

Kung Fu en el Mercado y el Asiento del Autobus

Hoy pasé una pena. Una tontería, pero pena es pena. Todo por culpa de Shakira. La verdad es que culpo a Shakira, y un poco a las caras de culo de la gente cuando te ven con un niño. Hay quienes prefieren una bomba bactereológica antes que a los niños. Te ven entrar con el coche y ya están torciendo los ojos y poniéndote cara de: ¿Qué haces tú con eso aquí? Entonces esperan. Te dan un par de minutos a ver si tu hijo es de primer mundo, digno hijo de la canciller alemana, o si es una futura carga para la sociedad. Es decir, si llora. Fue mi caso una vez más esta mañana. Entramos al automercado y ya estaban un par de viejas viendo el coche con asco. Estoy dando la vuelta por lo que yo llamo el Museo de Vegetales (aquí cada cosa es más bella que la otra, así provoca hacer dieta, ser vegetariano hasta el punto de volverse conejo y no probar carne más nunca. Lamentablemente yo no estoy haciendo eso y si sigo comiendo así, lo juro, no es que voy a engordar, es que me va salir una tercera nal

El Post que Nunca Fue

No voy a postear todo lo que acabo de escribir para el post de hoy. Es que a raíz de ese post surgió una idea, y prefiero guardármela para más adelante. En todo caso tiene que ver con esta reflexión que hago mientras un perro ladra con rabia, con esa rabia que está en el ladrido de los perros que pelean. Una rabia tal que logró el silencio de todos los que estamos en este café, que no es para nada pequeño y que me hace pensar. Todos tenemos una historia. Todos. Todos tenemos un cuento. Un cuento que sale de lo común. Un cuento extraordinario. Algo que le arrancaría lágrimas al más duro, o risas al más nube negra de nuestros amigos. Todos hemos pasado una verguenza. Cometido un error. Tomos hemos callado justamente aquello que teníamos que decir. Todos tenemos un día en nuestra vida que quisiéramos borrar. Todos tenemos una película que nos llega, un libro que no pudimos terminar de leer, un pintura, una canción, un compositor, que tiene algo que lo hace nuestro. Todos tenemos una opo

Un Extraño en la Ventana

Miércoles 8:30 pm ¿Será que me volteo a ver quiénes tengo atrás? No tengo la menor idea. Puede estar atrás mío Barak O Fucking Bama. Yo ni cuenta me di. Esto son tres filas de mesitas, con sillitas, viendo hacia la calle. Es como si estuviéramos en un cine. Le película es, la gente que camina por la acera, una linea de taxis, que va avanzando. Y el tráfico que transita la calle. Este café no es para nada romántico. En el estilo, "aquí alguien escribe historias fabulosas." No. Para nada. Las sillas son moradas. Las mesitas son de madera oscura. La gente es joven. De hecho yo no había pensado en sentarme en este lugar, porque aunque me llama la atención y queda a dos cuadras de mi casa, después de cierta hora parece una discoteca. Nota: Acabo de tomar un trago del Cosmopolitan más asqueroso de la historia. Qué cosa más horrible. Sabe a granadina pura. Parece que lo hubieran hecho con el juego de coctelería de la Barbie. Así que aquí estoy. Viendo pasar a la gente. Viend

En Busca de ese Café

- Debo la foto. Para la próxima me llevo la cámara chiquita- Escoger el café en que sentarme a escribir es algo que vengo pensando desde hace días. Y creo, o mejor dicho, presiento que no habrá solamente uno. Más bien serán varios. Iré buscando, así como uno va buscando pareja, hasta que encuentre uno en el que diga, "aquí me quiero quedar. Al menos por un tiempo. Mínimo uno en el que sienta: Aquí podría escribir algo decente." Salí a caminar. Todavía es de día, pero ya hay aire de noche. Increíble. Es martes. El martes en Caracas es el día en que te encuentras solteronas en los cines y mujeres casadas en restoranes. Aquí no. Aquí todo el mundo sale. Siempre. Ya lo dije ¿no? Pareciera que quedarse en la casa es pecado. Es un insulto con la ciudad. Una falta de respeto. De modo que hago lo mismo. Meto la computadora. Que de paso no es mía. En un forro. Y salgo. Paréntesis: estoy usando una mac, y quisiera aprovechar el momento, aquí con mi cerveza en frente para decir: co

La Asistente

El cielo de hoy era casi imposible de describir. Profundo, como cuando estás en un avión y abajo ves las nubes y al mirar hacia arriba lo que queda es puro azul. No hizo calor. Hizo sol. Que parece igual pero no es lo mismo. Sol del que quema. Del que te obliga a pararte a comprar protector, porque si no, lo puedes terminar pagando demasiado caro. Salí temprano resuelta a terminar con algunas diligencias de esas que uno hace cuando se está acomodando. Esta mañana se me ocurrió la maravillosa idea de salir vestida con ropa de hacer ejercicio. Fatal. Aquí no existen las amas de casa desesperadas. Y gracias a Dios. Me sentí rara. Demasiado rara. Sobretodo porque yo jamás salgo por ahí en ropa de ejercicio, es algo que sencillamente no me gusta hacer. No puedo con la pinta de "al gimnasio lo llamo oficina, porque yo vivo de mi cuerpo." No. Sin embargo debo decir que la incomodidad vino más de mí misma que de otras personas. Nadie me miró raro. Aquí nada se ve raro. Aquí los ú

Llegando

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Nada como tener un bebé en las piernas y sentir un líquido caliente que te rosa las piernas. El pañal que cede y uno que se jode. Y cuando esto pasa en un avión, la aventura es mejor todavía. Menos mal que ya estábamos por aterrizar. Mi pantalón olía tan mal que por un momento empecé a dudar si no habría sido yo realmente la que se hizo. Pero no. Aunque así me sentía. Chorreada. Frente a una experiencia que me exige tanto. Mucho más de lo que parece. Cosa que me lleva a pensar al final las cosas nunca son tan graves como parecen, pero a la vez son mucho más graves de lo que se ve por encima. Llegué a esta ciudad. Un poco cansada. El tráfico es infernal. Nos tomó un buen rato llegar al centro, donde nos vamos a quedar. Viernes, pero parecía como domingo. O yo me sentía como domingo. No sé por qué. A lo mejor era el cansancio. Un tanto extraño. Se siente como que los días están cuajando. Todavía no sé reconocerlos. Me doy cuenta que cuando uno tiene una rutina no necesita verificar c

La Vuelta a Mí Misma en Poco Menos de 80 Días

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Es hoy. Un día que tenía meses esperando. El día en que me voy a tomar un tiempo afuera. Un tiempo para mí y para mi escritura, aprovechando las oportunidades que me da la vida. Lo que siento el día de hoy es algo que no había sentido nunca. O a lo mejor lo sentí cuando me fui a Argentina. No lo sé. Eso fue hace tanto tiempo que ya no lo recuerdo bien. Es como si estuviera viviendo la vida de otra persona. Como si la que está metida dentro de esta piel es otra. No soy yo. Como si mis decisiones, mis actos. Desde algo tan trivial como lavarme los dientes, hasta lo más trascendental, como, qué voy a escribir, fuese pensado y ejecutado por alguien más. Como si mi yo interior, fuese el espectador de una vida ajena. A veces pienso que la realidad es algo que está a medio camino entre la fantasía y esa cruda verdad que más tememos. A eso voy. A verlas ambas de frente. A exprimirlas. A mezclarlas en una historia. Y en un futuro, no sé qué tan lejano, espero comentarles ac

Me Estoy Riendo

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ME ESTOY RIENDO. Es el cartel que una amiga de mi mamá se va a poner en la cabeza, cuando quiera hacerle a alguien la gracia de reírse por su chiste. No es ningún problema fisiológico, menos mal. Es una visita de más, o mejor dicho unas cuantas visitas de más, a un cirujano plástico, que con todo corazón, ha debido decirle, amiga, a veces menos es más. Pero no. El hombre operó a mansalva. Estiró. Levantó. Succionó. Sacó grasa de lugares que se pueden esconder para inyectarlos lo más cerca posible entre Angelina Jolie y Linda Evangelista. Cortó. Hizo peeling. Inyectó. Drenó. En varias, y estoy segura, que muy dolorosas sesiones en las que se vieron involucradas importantes cantidades de anestesia. El resultado fue. Y lamento decirlo. Una mezcla entre una caricatura de Rayma y el Pulpo Paul. De verdad que a penas la vi, lo primero que me pasó por la mente fue: ¿Esa cosa habla? Acto seguido intenté actuar lo más disimulado posible, sin escrutar la cara, intentando ver algún rasgo de lo qu

Yo

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Hoy el tema es nada. Hoy es uno de esos días en los que no provoca nada. Ni café. Ni chocolate. Ni comer. Ni hablar. Ni escribir. Ni leer. Aunque más temprano que tarde me vuelven a dar ganas de leer. Son días en que lo cuestiono todo. Lo pienso todo. No sé qué será lo correcto o lo incorrecto. Me provoca salir. Me provoca entrar. Me provoca irme. Me provoca quedarme dónde estoy. Y me pregunto, ¿qué coño hago yo aquí? ¿Quién soy yo en medio de todo esto? Entonces creo que me tocará regresar a lo básico. Al punto de partida. Porque hay veces que lo toca es renacer y empezar de nuevo. Estatura mediana. Piernas cortas. Más cortas de lo que me hubiera gustado. Ojos grandes. Canción: brown eyed girl. Boca grande, perfecta para una persona que no atina muy bien con lo que dice. Fito Paéz dice: el tiempo me ha enseñado a callar. Y yo todavía estoy en el nivel I, me falta mucho para obtener el certificado. Siento miedo de la autoridad y considero que la ensalada y el ejercicio son mucho más qu

Concurso Miradas a Europa

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Estos seis días que me agarré fueron como yo me imagino el cielo. Mar. Chinchorro. Comer. Dormir. Beber. Mi bebé. Con pocos mosquitos. No mucho calor. Y un sol clemente. No revisé correos. Leí mucho. Bastante. No escribí casi. Me dediqué sobre todo a leer. Y curiosamente a pensar en mi proyecto fotográfico, en el que quiero trabajar este verano. Un proyecto que no sirva sólo para expresarme, sino sobre todo para aprender, para descubrir. Para ir creciendo poco a poco. El cierre fue con broche de oro, pues anoche, al abrir mi correo después de casi una semana, me encontré con esto: Por el presente escrito le comunicamos que su propuesta fotográfica ha sido una de las 16 seleccionadas para participar en la muestra colectiva "Miradas a Europa", organizada por la presente Embajada de España en Venezuela. Próximamente los encargados de la exposición se pondrán en contacto con usted para concretar detalles relacionados con el montaje de la muestra en el Centro Cultural Chacao. Sin

Días de Playa

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No voy a parar por aquí por unos días. Es una cuestión cultural. Un día feriado. Un feriado implica dejar de trabajar una semana. Este país es así. Así que por primera vez en mucho tiempo, dije, sabes qué, si la masa se va, pues yo también me voy. Busca las alitas, desempolva el trajebaño, arrum-bam-baya, porque mañana nos vamos para la playa. Lo que pasa es que antes, ir para la playa era lentes, sombrero, libro o revista farandulera, algo que te ayudara a quemarte y birra. De repente algún tipo de menjurge con al menos tres tipos distintos de alcohol, que sirviera de excusa para explicar por qué la canción de Hombres G que decía “tengo la espalda como el culo de un mandril” era tú canción, a pesar de que la barriga se te había quedado como la de la rana platanera. Cuando tienes un chamo. Ya las cosas no son tan fáciles. Tienes que mentalizarte. Respirar hondo. Visualizar el mar, las olas, la belleza, el viento. Todo lo bueno que vas a conseguir cuando llegues a la playa. Una quemadit