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Mostrando entradas de junio, 2013

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Anoche. Anoche no sé qué soñé. Me desperté bañada en sudor. La sábana empapada, enroscada a lo largo de mi cuerpo, como si hubiese estado intentando tapar mi desnudez por pudor con Morfeo. Busqué en la mesa de noche algo como un ancla, una señal de que había llegado a tierra firme, con la angustia de no saber a dónde, ni cuándo, ni cómo había sido el viaje. Todo estaba intacto. La lámpara, el vaso de agua, el libro con su marca páginas en la misma hoja en que anoche había dejado una historia sobre un aviador que busca sin cesar un náufrago y no lo encuentra. La cortina estaba abierta, dejando que mi cuarto se bañara de una luz fosforescente. Los pájaros proclamaban también la mañana. Me pregunté si ellos habrían soñado. Si ellos sabrían de mi sueños. Si tal vez, alguno de ellos habría estado en mis sueños. Abrí la gaveta de la mesa de noche. Saqué un cuaderno y empecé a recorrer viejos sueños. Allí estaban todos. Los dolorosos. Los aterrador

Instrucciones para hacer café

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Esas pequeñas tareas cotidianas que pueden más que yo.  1 .      Si está durmiendo acompañado, la noche antes usted anuncia: no me hables hasta que no me haya tomado mi café. No me mires. No determines mi existencia, ni reconozcas mi presencia. Voy a dormir y a dejar el mundo un rato. Hasta que no haya tomado mi primer café del día no he regresado. 2.      Usted se levanta y sueña con su café. Si no ha salido el sol el sueño es apasionado, si el sol ya salió el sueño es un tanto agitado tal vez uno de esos recurrentes que se repite casi todos los días, si usted se acostó tarde o se está levantando tarde entonces es una pesadilla. Sea como sea usted tiene que soñar con el café, el sonido, el aroma, ese primer golpe sobre la lengua, esa sensación mientras baja la bebida caliente hacia el estómago, los pensamientos que se van calmando “respira, ya está el café adentro, sí vas a poder”, y luego ese brotar de la energía que logra el efecto maravilloso de la ca

Historias de avión

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Si ustedes creen que en los restaurantes hay historias. Ni hablar en los aviones. Yo siempre pienso en las historias de los aviones. Porque todo viaje tiene una historia. Una historia importante. Siempre pienso en los que van de luna de miel. Con sus maletas nuevas, con la ropa que van a estrenar, el conjuntico sexy que ella se compró para lucirle, o que le regalaron en una despedida de soltera, tal vez una abuela, que hace de todo una especie de pesadilla Freudiana y es tan raro, pero raro, que puede tener por seguro que si la niña no tiene ganas por cualquier motivo lo único que tendrá que hacer es decirle, ¿te gusta? Me lo regaló tu Tata. Pienso que tal vez hay nervios por más de una y todas las expectativas de alcoba, porque aunque no era virgen siempre hay expectativas, porque es una luna de miel. Es ir fuera del planeta a un satélite de fantasía al que no le llega ningún telescopio. Pienso los últimos adioses antes de montarse en el avión, en los padres tri

Sueño .19

Anoche soñé que yo era el mar. Cada ola era como una procesión de esperanza. Un camino en búsqueda de una compañía. Tu compañía. Esa compañía. Compañía de libertad. Compañía de soledad. Compañía total. Cada ola, cada explosión de espuma, una liberación al aire de deseos inconfesables, de miedos, de terror, del terror que te encadena al silencio, que te hace un cuerpo gigante, inamovible aunque fluctuante. Cada ola un grito, un canto, una llama fresca que nadie encendió. Entonces vi dentro de mí los peces muertos. Allí, meciéndose al ritmo de mis corrientes. Una danza fúnebre. Una procesión de fantasmas dormidos, sus escamas apagadas un recuerdo de que lo mío era un vaivén de oscuridad. Acudir siempre a llamados imaginarios. Entonces vino una corriente helada. De rabia. Y yo fui una tormenta. Luego vino una corriente melancólica. Y yo fui casi un lago. Lacio. Desganado. Y te vi a lo lejos. Hundido en la arena. Enterrado hasta al fondo. Lejos del mar.