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Mostrando entradas de abril, 2015

El ruido de la gente tóxica

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¿Por qué será que hay gente que siempre te tiene que comentar algo malo? Durante muchísimo tiempo la gente tóxica me ha afectado. (Saben la gente tóxica: no importa lo que hagas, siempre hay algo malo que decir, o algo que corregir). Lo confieso. Sus comentarios. Sus palabras. Sus miradas. No puedo dejar de confesar que me afectaban y mucho. Que todavía me afectan y que parte de mi proceso es deslastrarme de eso. En el fondo uno termina acomodándose   a las inseguridades de los demás, y si no te das cuenta terminas siendo el reflejo de las cosas que ellos no se atreven a ser. Es verdad que la actitud más sana es la de obviar ciertos comentarios. Hace tiempo una gran amiga me regaló una imagen: "el disfraz de mantequilla", el que me he puesto varias veces para dejar que me resbalen las estupideces. Otras no me ha funcionado también y he llegado a engancharme. Creo que uno tiene derecho a decir que no le gusta la toxicidad. Los comentarios negativos en exceso ago

Un país

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Creímos creyendo en un país que ya no existe, que tal vez nunca existió. Quizás crecimos en una burbuja. En negación. Creyendo que podíamos darnos el lujo de no enterarnos de nada. De que Venezuela siempre sería un lugar en el que se viviría en un eterno día feriado. Nadie nos preparó para el fracaso. Así como tampoco nos prepararon para trabajar duro. El país nos tenía que dar todo, y tenía que darlo porque nos lo debía. El ser venezolano te convertía en un acreedor de la tierra, más que en un ciudadano. Pensábamos que éramos inmunes a una tragedia. Nos creímos más inteligentes, más cultos de lo que éramos y   nos enamoramos de nuestra propia imagen de gran potencia entre los pequeños.   Mientras fuimos uno de los Big   7 de Latinoamerica nos veíamos al espejo como Narciso, hasta que de tanto admirar nuestro reflejo nos lanzamos al agua, creyendo como sociedad que nadaríamos en agua bendita, pero terminó siendo un pantano, que ahora se va secando y se convierte en arena m

Sobre las palabras de Lorenzo Mendoza

Es triste que las palabras de Lorenzo Mendoza en vez de llevarnos a una discusión sobre un fenómeno tan grave como es el de la emigración y el vacío que va dejando en el país, terminen abriendo un espacio para descalificar a una persona. Queda claro que hemos quedado incapacitados para analizar ideas, para escuchar y debatir contenido, para pensar de forma crítica entendiendo que eso no es lo mismo que descalificar. Algo tan doloroso y difícil como la emigración por supuesto tiene que abrir heridas. Es lógico que mucha gente se sienta abandonada, así como mucha gente se siente casi en orfandad cuando deja su país. Son más de un millón de personas las que se han ido. El vacío que ha quedado en Venezuela se siente en las universidades, en los hospitales, en las escuelas, pero sobre todo en las familias. ¿Cuánta gente tiene todos sus hijos fuera? ¿Quién no conoce a alguien que no llegó a enterrar a un familiar? Graduaciones. Aniversarios. Cumpleaños. Enfermedades. Rupturas. Hasta los

¿Cómo estimular la lectura? EL DECÁLOGO DEL NIÑO LECTOR

Como les he comentado en entradas (múltiples entradas) anteriores, la promoción de lectura como herramienta de pensamiento crítico es algo que para mí es una misión de vida. Los proyectos que tengo en mente son para desarrollar a muy largo plazo. Cada año voy dando nuevos pasos. En esta etapa quisiera continuar con algo que vengo haciendo desde el año pasado, y es motivando a padres y maestros a convertirse en promotores de lectura en casa y en el aula. Esto no quiere decir "obligar" "coercionar" a los niños a leer, impulsar cierto tipo de textos, censurar otros. No. Esto se trata de intentar ayudar a nuestros hijos y alumnos a enriquecer su biografía lectora y a ir forjando el camino para que incorporen la lectura dentro de su forma de vida a fin de que esta sirva como herramienta de pensamiento crítico.  Con esta pequeña herramienta, que más que un decálogo es una lista de sugerencias, podemos empezar a responder muchas de las preguntas que nos hacemos los pa