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Mostrando entradas de septiembre, 2014

A mis queridos jugadores de Goobye Caracas

Conmovida frente a todos los mensajes que por distintas vías me han hecho llegar de quienes se han animado a jugar Goobye Caracas conmigo. Y a quienes han compartido un pequeño escrito. Gracias por la muestra de amistad, de apoyo, de cariño. Me han sacado lágrimas -ok, yo sé que no es difícil, pero igual- y me han hecho reír, imaginando almuerzos y planes que algún día vamos a materializar.  Porque claro que sí lo haremos. La semana que viene. ¡Seguro!  Tengo el corazón revuelto de tanto cariño. De ver cuánto nos pega el exilio, y la fractura de la vida cuando se nos va alguien que amamos, pero sobre todo de las ganas que tenemos de que alguien nos acompañe. De las formas para aligerar una carga tan pesada. De la manera en que los sueños de unos se retroalimentan con los de otros.  Parece mentira cómo este pequeño juego a la negación, que dudé en publicar, nos ha mantenido cerca, y me ha traído a gente que no conozco en persona, pero que vamos tejiendo una ficción de planes.

Medicinas que vuelan

Medicinas Llegan de Brasil a través de Lufthansa Esto no es una solución. Las medicinas que llegan de Brasil son prueba de nuestra tragedia.  Hemos debido ir a recibir las medicinas al aeropuerto. Como cuando llegaba una miss y se hacía una caravana de papelillo. Hemos debido ir con mariachis, cartelones, globos, y una gran sonrisa. Profeta casi infalible. El hombre que va a salvar este país: Atamel Fernandez. Dicho sea de paso, me imagino que con todo esto dentro de unos diez años sacan una cédula con ese nombre. ¿Quién va a culpar a los padres? Si te da un virus cuyos dolores te encorvan y consigues algo que te alivie yo también haría lo mismo.  Ayer en Caracas: Señora de unos cincuenta años me mira. Me sonríe. Entre otras cosas porque la farmacia estaba cerrada con una reja y por alguna razón la abrieron para que pasáramos. Se ríe. Es una de estas señoras que fácilmente podría ser mi tía. Pide una Centella Asiática. Yo pienso que eso me suena a algo que tomaría Buzz

Sobre la talla y la vida interior

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En la adolescencia no  fui talla dos. Para mí nunca fue un problema. Yo fui una gorda feliz durante muchísimo tiempo. Tuve mis novios, y no me faltó atención por tener kilos de más. Eso de que la belleza es algo que se proyecta será un cliché pero es verdad.  En mi casa intentaron ayudarme a adelgazar de distintas formas. Claro que nunca escuché una palabra despectiva, pero la presión si estaba allí. De vez en cuando uno escuchaba perlas como “las mujeres flacas no comen pan”. Hasta el sol de hoy yo no vivo sin pan, y no me interesa qué come o deja de comer Giselle Bundechen, o qué dice el último libro de la dieta Empire State, o Californication, o si no lo nuevo es regirse por la alimentación de las rémoras del tiburón ballena. A mí me gusta comer, y es parte de disfrutar la vida, en qué pantalones entro o no, es secundario. Claro que a veces me gana lo otro, y me ha ganado bastante. Yo llegué a pesar 45 kilos y a alimentarme con un carpaccio al día. Sí, el platico sencillo que te po

¿A qué le tienes miedo?

¿A qué le tienes miedo? Es una pregunta tan profunda y que requiere en realidad un gran esfuerzo de reflexión para contestarla. Tener miedo es algo tan cotidiano que a veces cuesta ubicar el sentimiento en una escala mayor, y su efecto en nuestras vidas, decisiones y relaciones. El miedo lo empezamos a experimentar de pequeños. Generalmente el miedo de los niños suele minimizarse, casi despreciarse, porque después de todo, quienes ya sobrevivimos la infancia sabemos que de muchas cosas que nos mataban de miedo de niños, realmente no nos íbamos a morir. No hay monstruos debajo de la cama, no nos iban a dejar en el colegio para toda la vida, no hay un coco que viene si no te duermes a tiempo, ni la vecina come niños, aunque todavía, después de tantos años casi pudieras asegurar que su mirada dice lo contrario. Claro que, de grandes los miedos son otros. Sobre todo el miedo a la pequeñez a la que nos someten los sistemas de la sociedad. Desde cosas grandes como el éxito y el fracaso

Estar triste en uno de los países más felices del mundo

Mis queridos lectores. Prometo que después de este vendrán otro tipo de posts. Más libros. Y otras cosas de la vida. Instrucciones para hacer arroz blanco, por ejemplo.  La gente habla, dice comenta, todo el mundo tiene una frase de preocupación en los labios. Claro que viene seguida de una sonrisa, un comentario lleno de humor y otro lleno de esperanza o plagado de premoniciones que son mitad lo que uno más teme y la otra mitad lo que uno más desea. Somos profetas a nuestra propia conveniencia. Es sólo algo que se hace para poder sobrevivir. Después de todo, nadie se queda en un país que se derrumba por suicida, sino porque lo ama o porque su realidad es que no tiene otra opción. Sin embargo la tristeza está devaluada. Entre comentarios de desahogo cae una lluvia de gritos de “¡Animo!” “¡Esa no es la actitud!”. Yo lo entiendo. Y pido disculpas. Sé que a veces canso y molesto, pero esta es mi realidad. Yo estoy triste. Lo entiendo, mucha gente lo toma como un de

Booktubing 1

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Me preguntan mucho por mis Círculos de Lectura. Algunos están full. Otros se dan en espacios y horarios a los que no todo el mundo puede llegar. Queda la web. Y por aquí podemos discutir y compartir libros. Así que les lanzo esto: Mi primer intento de hacer lo que llaman "Booktubing". Comencé con Divorcio en Buda de Sándor Márai, es el libro que se va a discutir este mes en La Sopa de Letras.  En realidad pensé que se me iba a hacer más fácil hablar sobre libros que escribir sobre ellos. Aquí me pegó la brecha generacional porque, tengo problemas para grabar -creo que el equipo no es el más adecuado- y una vez que vi la luz roja me puse nerviosa y me salió todo al revés. Empecé a pensar "¿qué carrizo estás diciendo?" Me enredé. Tuve que grabar varias veces. Y al final repito "altamente recomendado" porque no sabía cómo cerrar. No quiero usar guión porque la idea no es narrar sobre libros como si fuera El Observador. La idea es ir abriendo espacios par

Goodbye Caracas

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En estos momentos alguno de ustedes está haciendo un inventario mental de sus posesiones, talentos y posibilidades. Alguno está llamando a una embajada, un primo o un conocido que tiene varios años con una arepera, un restaurante, una bomba de gasolina, una distribuidora o algo que se le parezca. Alguno está en plena entrevista, en plena negociación, en plena búsqueda. Alguno está con trámites, documentos. Alguno organiza una venta, busca a un señor que vende carros y habla con un corredor inmobiliario. Alguno se sienta y vuelve a revisar la tabla de Excel y saca cuentas, tantos meses, tantos gastos, lujos menos, tantas limitaciones, otras libertades. Alguno saca también la cuenta emocional, pero esa pesa menos frente a lo que vivimos. O tal vez eso se dice, para no sufrir tanto. Alguno escucha una historia, o vive algo, mira una cara, siente una explosión de adrenalina, y se convence, si es que ya no lo estaba.  En este momento alguno de ustedes planea o ejecuta la emigraci

Está permitido volar

-imaginando una ciudad que no es- Sueño que dejo el carro estacionado en una de las avenidas de Los Palos Grandes. Pueden ser las once de la mañana, o las cuatro de la tarde. No me fijo. Creo que lo dejé abierto, pero qué importa, las probabilidades de que lo abran son pocas. Se pueden robar una pelota, una caja de analgésicos, unos recortes de periódico, una revista, ¡Ah! Y el último libro de Murakami. Eso sí me duele. No hace demasiado calor. De pronto una brisa. Me volteo. Un pedazo de Ávila. Carros que van. No se escuchan demasiadas cornetas. No hay tanto olor a monóxido de carbono, salvo cuando pasa un camión. A lo lejos una sirena. Un par de personas me pasan caminando. Dos mujeres. Van lento. Hablando despreocupadamente. Ese deje del acento venezolano en mi oreja, el tono de voz y la mirada de la interlocutora. No reparan en mí. Ni en nada de lo que sucede. La otra tiene una gesticulación tan teatral. Es un chisme seguro. Pienso en seguirlas, porque creo escuchar algo como