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Mostrando entradas de julio, 2018

Una mamá venezolana

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Cada vez son más los casos de venezolanos que vienen a vivir a México. En estos días llegaron unos buenos amigos. Sus hijos son amigos de los míos y cuando se lo dije a mi hija mayor me preguntó ¿Ellos se vienen por trabajo o se viene por Maduro? Todavía no dan por sentado que la gente se va de Venezuela por la situación política. Mientras vivimos allá jugábamos a La vida es bella. No porque yo crea que las burbujas son la mejor estrategia de crianza, sino porque la realidad de Venezuela es tan dura y tan compleja que me parece que la para la niñez son una necesidad y una urgencia. Y no me arrepiento, porque jamás han sentido que Venezuela es un lugar hostil, del que huimos, sino que sueñan con volver y piensan en él con amor. Así mi trabajo de mamá también implica desarrollarles el sentido de pertenencia. Ese es uno de los retos de una mamá venezolana. No quiero hablar de las mamás migrantes, emigrantes, de las que se quedaron. Sí, nuestras realidades, conte

¿Ver Luis Miguel? ¿Qué cosas dices pisha?

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A ver pishitas (así le dice su papá),  Luis Miguel: La serie es la revelación del año y de la que no podemos parar de hablar, es también una que mucha gente está viendo desde el closet, sin admitirlo porque qué vergüenza, o que nunca va a ver precisamente para no tener que admitirlo. Sí, Luis Miguel es ese placer culposo, estilo Juan Gabriel, que todo el se considere culto y “cool musical” va a negar hasta la muerte. Vamos a estar claros, pereciera no ser muy coherente ser fanático de Metallica, tener guardado como tesoro aquella entrada a un concierto de Radiohead para también admitir que te sabes rolas como “Cuando calienta el sol” o “Será que no me amas”. En el fondo,   admites que te las sabes porque una nostalgia noventosa , te recuerdan a tus amigas que se colearon a los conciertos, que tenían hasta el poster, que te parece que tenían gustos más básicos que los tuyos y a quienes les echas la culpa de tener idea quién es el tipo. Eso y es que “mira, como n

La crisis de los dos años

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--> Hace dos años me vine a vivir a México. Nunca había estado aquí salvo la semana que vine a buscar casa y colegio para los niños. Aterricé un 11 de agosto en Benito Juárez y nunca se me va a olvidar el momento en que me dieron mi pasaporte de vuelta y el oficial de inmigración me dijo “bienvenida a México”. México es un país espectacular. No sé cómo describirlo, pero tiene una magia que atrapa. No sé si es su pasado mixteca, maya, si es que ha sido de todo, revolución, imperio, virreinato. La Ciudad de México es todo un universo y eso que todavía no he comenzado a explorar el interior del país. Yo me vine por una multiplicidad de razones. Me vine por mis hijos, me vine por mí. Llegué acá con una visa de estudiante, que no me fue nada fácil conseguir y me bajé del avión casi directo a la universidad. Conseguir la visa fue toda una experiencia, que hoy en día se hace nada en comparación con las trabas y los imposibles que crecen cada día para los venezolanos. Nos