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Mostrando entradas de julio, 2012

Día 7

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Ejercicio de calentamiento:  Creo que tengo una tendencia al voyeurismo. No el sexual, el existencial. Me gusta ver lo que hace la gente. Me encanta ver las ventanas abiertas y ver qué pasa dentro de los apartamentos. Cuando ando de noche por la calle me quedo viendo las ventanas por las que sale una luz verdosa, como de neón, me encanta ver cómo esa luz de pronto se torna más azulada, o morada, a veces blanca y reconocer que allí están viendo televisión. Entonces empiezo a imaginar, tal vez será una familia. Una familia de cuatro, que decidió esa noche ver una película que había propuesto la mamá desde hacía tiempo, y esa noche, por fin, decidieron complacerla. Y al final, la regañarán con cariño, porque las mamás con el tiempo se nos va ablandando el corazón, y nos gusta ver esas películas melosas y tiernas, con un mensaje súper positivo para las mujeres de cierta edad. El amor sí existe. La belleza física no lo es todo. Y el esfuerzo que has hecho durante todos estos años

Día 4 Un poco intenso

  Ya llego al café y el señor de la barra me dice “jugo de naranja y café con leche”. Sí. Ya soy de aquí. Me saluda el señor del perro y yo saludo a su perro. Es un perro negro, peludo y pequeño, con la cola en un arco invertido que denota que es de raza, de varias razas. Esos son los mejores. Aunque yo amo todos los perros. Soy canina, aunque aprendí a querer los gatos, ciertos gatos, no todos. Pero no me molestan en general. En todo caso, me quedo viendo al perrito negro. Simpático. Me implora una caricia con su mirada. Tiene esa mirada de perro tranquilo, amable, fiel. Se ve que es de esos perros que sufren de ataques graves de ansiedad de serparación, que no van a morder al amo aún cuando este de zapatazos, portazos, periodicazos y todos los “azos” que hacemos los humanos cuando nos falla la inteligencia emocional. Yo veo a este perro y pienso en la falta que me hace mi perro. Creo que todo el mundo debería tener un perro. Una mascota al menos. Siento que el

Día 3.5

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Día 3.5 Cambié de café. No por nada. Mañana volveré al de siempre. Con todo y que hoy me trataron mal. Medio mal. Me ignoran pues. Porque aquí son así. Unos antipáticos, hasta que te das cuenta que se están burlando de ti y es un humor negro absurdo que uno no capta. Así en plan, ah ok. Era chiste. Osea que en el fondo si eres pana. No sé. Creo que tiene algo que ver con que la gente no se ve a los ojos. Y cuando se ve es como intenso. Y entonces sonríes y ahí los desarmas por completo, porque estas ciudades enormes, llenas de gente son muy inhumanas. Son casi tan inhumanas y antisociales como las redes sociales. Lo cierto es que cambié de café. Tenía tiempo diciendo que me quería sentar aquí. Aquí he pasado varias noches porque este es el último lugar que cierra en la madrugada. Corrección, creo, si la borrachera no me engaña, que no cierra. Está abierto  24/24. Es de esos lugares que son feos, pero no son feos. O me lo recordaba más feo. O es que lo remodelaron. No sé. No

Día 3 - La Paranoia

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 La Paranoia No sé si antes te ha pasado. Pero es ese momento en el que tienes varias ideas de lo que podrías hacer con tu vida, y ninguna te suena plausible porque al final sólo hay una cosa que te da vueltas en la cabeza. Vueltas y vueltas y vueltas. Y el problema es que cuando uno le da demasiadas vueltas a algo en la cabeza, pierde toda la perspectiva, de pronto, de tantas vueltas el horizonte se invierte, y todo lo que estaba arriba, o debería estar arriba, desde el tope del Empire State Building, hasta la Osa Mayor, de pronto están un sótano. El sótano de tu mundo invertido e imaginario. Y mi cabeza sigue. Y si….y si….y si….y generalmente los y si…van seguidos de imágenes de cataclismo y horror. ¿Cómo será el fin del mundo? ¿Qué tan blanca será la espuma de los caballos del apocalipsis? No sé. Pero comparada con las imágenes que dan vuelta en mi cabeza es cupcake. Después viene el raciocinio. Con su voz queda. Arrinconado por ahí, en un lugar oscuro a donde lo rel

Día 2

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El sonido de la Mac al prenderse.  Es el día II de mi trabajo oficial. Yo pensé que era el dos de cuarenta y cinco, pero son mucho menos. Con suerte llego a treinta señores. Así que hay que ponerle los motores al ejercicio de escritura. Perdón mundo. No puedo Twittear estos días. No puedo casi Facebookear. No voy a instagramear, y a mis amigos acostumbrados a mis divagaciones vía Messenger del Blackberry, lo siento. Esa broma aquí sale muy caro y no tengo tiempo. Demasiado trabajo. Demasiadas cosas que hacer. Incluso está cancelado el hablar con los vecinos de mesa del café. Siempre hay alguien con vocación de periodista que pierde la curiosidad y decide que te va a hablar y te va a preguntar a lo niño de dos años, ¿qué estás haciendo? Paréntesis, creo que me acaban de gritar algo desde un camión. Pero no escucho bien con los audífonos, así que los veo con cara de: eres un motorizado feo y sigo. No. No era conmigo. Los camioneros estacionaron el camión y entraron. Abraz

Día 1 - Le Parisien

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Se ha vuelto tradición que al empezar a caminar por estas calles con Ipod en mano lo que suene sea The National. Esta mañana salí dispuesta a enfrentar mi primer día de trabajo, aunque para este trabajo no es mi primer día. Es mi segundo libro y llevo ya varios meses trabajando en ello. Estoy en la misma ciudad en la que escribí el primero y ese no lo publiqué. Ese lo escribí en un Café cuyo nombre me llamó la atención, pero no me di cuenta de él hasta que había terminado. Le Parisien. Sí. Es bastante Parisien este café. Es el mejor café sin duda a varias cuadras a la redonda. Los he probado casi todos. A veces cosmopolitan y cerveza incluidos, porque después de cierta hora es una falta de respeto escribir sin alcohol. En el mundo de la inspiración el bar también se abre a las cinco de la tarde. Pero no son las diez. Apenas suenan las tres de la mañana en Caracas. En silencio las cuenta el cucú de mi sala, que a esta hora estará oscura y silenciosa, porque el cucú es sensib

Ni Arjona. Ni Coelho. Ni todo lo contrario.

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No me gusta Arjona. Es más. Siento por Arjona lo mismo que siente mi amigo José Urriola sobre Michael Jackon en un post que publicó en su blog y que fue tan divertido, como polémico, como acertado en su sentimiento. Cada vez que uno ve esos reyezuelos de las masas, esos tiranos de la cultura, vendedores de banalidad algo se le muere a uno adentro. Es una sensación como de vacío, de desesperanza. Uno siente que en el fondo nadie, te va a comprender.  Foto: Una Ritidectomía de UnaFotoXDíaX29Días Tampoco me gusta Paulo Coelho. Y que Dios me perdone, se apiade de mí, y la gente entienda que en realidad reconozco sus méritos, pero tampoco soy fan de Isabel Allende. Me aburren sus libros. Lo siento, pero exceptuando La Casa de los Espíritus, me temo que fue una obra de su autoría la que me enseñó a que vale la pena dejar a las pocas páginas, un libro que no te aporta nada y que sientes te lo has leído mil veces, que es producto de un autoplagio, pero que ni siquiera está hecho de