No se baje. No hable. No se meta.
Es de tarde. Quizás sean las 4 por ahí. La cola empieza a dar señales de que pronto va a ser descomunal, pero todavía queda una que otra vía libre. Dos carros casi chocan frente al Club Altamira. Ambos vehículos se paran en seco. En uno está una señora con su hija, ya mayor de edad. En el otro está una mamá con su hija de doce años y dos niños más pequeños que van en el asiento de atrás. Las mujeres gesticulan desde sus carros y como una de ellas tiene los vidrios abajo se escuchan los insultos. Acto seguido la mujer que está con su hija se baja del carro, se acerca a la ventana del asiento de la niña de doce años, y sin pensarlo hace lo que no se le debería sino a la tumba de un dictador: le escupe. La niña con el escupitajo en el pelo comienza a llorar, a lo que su madre se baja del carro y empieza a intercambiar palabras de furia con la otra mujer. En cuestión de segundos la rabia escala, no hay forma de calmarla y la madre, indignada, empuja con las dos manos a la otra mujer. Desde