Ya no hay fábulas


En la Ciudad de la Furia.


Se justifica lo injustificable.
Se entiende lo que escapa todo nivel de compresión.
Se deja impune lo que no tiene perdón.
El justo paga tantas veces por el pecador, que pierde la noción del pecado.
El fin ya no sólo justifica los medios, sino que los medios son el fin.
La muerte es un regalo y la vida simplemente un préstamo.
La locura es la única forma de vivir sin perder la razón.
Así se ha vuelto la furia de esta ciudad.

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