Días Incoherentes

Hay días en que reina la incoherencia. Hay días de intoxicación mental, que no deben ser confundidos con el embrutecimiento, aquello que uno hace ciertos domingos en los que hasta respirar resulta una tarea fastidiosa. No. Son días en los que un minuto te sientes bien. Al siguiente ya no tanto. Y al rato tienes ganas de vomitar. Te agita una ola de paranoia y piensas que a lo mejor algo que te comiste ayer está haciendo estragos en tu organismo. Estás en un estado delicado, no es el momento de enfermedades. Luego al rato estás mejor y recuperas tu fuerza. Estos son días en los que hablas con alguien extremadamente positivo, que te dice que todo va a salir bien, que en las elecciones vamos a ganar. Que es algo que se siente, que se palpa. Luego llegas a tu casa y alguien te convence de lo contrario. Entonces el cúmulo de ideas ya no es el mismo. El estado de ánimo cambia. De allí pasas a una conversación trivial y te burlas de alguien y mientras estás diciendo cosas algo en ti te sugiere que a lo mejor no debieras hacerlo. Te sientes mal. La burla ahora es contigo mismo. Tienes hambre. Comes. Te sientes mal. Piensas en la basura. En lo fastidioso que es sacar la basura. Piensas en el sueño. En lo rico que es dormir. No quieres hacer nada. Después recuerdas las cosas que tienes que hacer. Las quieres hacer también, porque no te quieres sentir mal. Estos son días incoherentes.

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