Cómo Sobrevivir a Perro Paisajista


Yo no he hecho nada.


Homero. Es un Golden Retriever que llegó a nuestras vidas hace exactamente un año. Homero es el perro más dulce que he tenido desde que tuve mi primer perro a los quince años. El puede pasar del agua y de la comida con tal de que le hagas cariño. No le importa si tienes café caliente o vino en las manos, te lo garantizo que te lo va a echar encima si haces contacto visual, porque va a ir a forzar su cabeza entre tus manos para que lo acaricies. Sí, la culpa es mía, yo malcrío a los perros.

Antes de que llegara Homero yo había arreglado el jardín. Nunca he sido de plantas, ni matas, ni me sé los nombres de los árboles, ni entiendo de huertos, de transplantados. Me encantan las flores, lo verde, pero no es lo mío. Soy demasiado dispersa para el cuidado que requieren algunas matas, lo confieso, pero estoy decidida a tratar. Una de las razones por las que hice un huertico y arreglé el jardín es que como a mis papás les encanta pues yo los sentía más cerquita. Pero entonces me sentía muy sola y salí a buscar a Homero.

Bueno, Homero, como pasa con todos los perros le toma un tiempo adaptarse a la familia, para él la manada, al entorno, a la rutina. Pasan unos tres días de capa caída pero después son unos tres meses dependiendo de la edad del perro para que de verdad se adapte. Una de las cosas que he aprendido en estos años es que no todos somos buenos entrenadores de perro. Yo soy un verdadero desastre, lo reconozco. Apapacho, consiento, y he llegado a humanizar al perro cosa que es un error garrafal que después terminamos pagando los dos. El caso es que con Homero busqué ayuda de un entrenador, cosa que en México no es tan costoso y me ayudó un imperio. Sí, reconozco que hubo días en que no sabían si entrenaban al perro, a mí o me daban tips invaluables para criar a mis hijos. El caso es que la llegada del entrenador fue una bendición.

Homero, como buen cachorro, y Golden tiene el instinto de hacer agujeros en la tierra y arrancar las matas. El primer consejo es cansarlos para que no tenga ni energía de pensar en eso. Otro es dejarle un espacio del jardín, donde haya tierra fresca y húmeda (los golden pasan mucho calor, al igual que otras razas), porque a ellos aunque a uno les parezca asqueroso, le parece que no hay mayor placer que echarse sobre tierra húmeda.

Otra de las razones por las que arrancan matas es por ansiedad. Sí, esa fase paisajista no tiene nada que ver ni con celos a las flores, ni disgusto por el olor, a veces es porque se quedó solo, porque se siente olvidado, porque sabe que así llama la atención de su dueño.

El truco infalible para combatir las embestidas contra las plantas es: el tabaco. Así como lo oye mija. Uno agarra tabaco, se lo restriega en la nariz al perro, eso lo hace estornudar y luego se esparce entre las matas y es un santo remedio. Los perros detestan el tabaco, así que apenas lo sienten se alejan. Lo malo es que se diluye muy rápido, así que hay que volverlo a aplicar cada dos días más o menos. Pero en un par de semanas, ya ni se acercan a averiguar. Y si con el paso del tiempo lo vuelven a hacer (sí, Homero ha vuelto a traer una planta, arrancada desde la raíz en plan, mira ¿verdad que yo soy fuerte y logro lo que me propongo) con volver a empezar rapidito se dan cuenta que por ahí no van los tiros. Sin embargo es importante reconocer las necesidades de su raza para que ellos desahoguen esa energía y ese instinto de otra forma porque si no van a ir a destrozar otra cosa.


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