Carta 1: De qué estamos hechos
Cartas a mis hijos,
En esta hora compleja me cuesta mucho encontrar el sosiego.
Me encuentro en una posición en la que jamás imaginé que iba a estar, no sé qué
hacer. El destino del país pasa ante mis ojos y por un lado siento que tengo
una responsabilidad enorme como ciudadana, por otra, siento que el destino de
un país es algo con lo que no puedo cargar sobre mis hombros. Sin embargo, soy
fiel a mi bandera, a la que aprendí a amar y respetar desde muy pequeña. Espero
transmitirles ese amor y ese respeto. Venezuela, a pesar de todo lo que
atraviesa, es un país maravilloso. La gente, a pesar de que en este momento a
veces lo dudemos, es de la mejor gente que pueda haber en el mundo. Tal vez,
sean más vistosas las peores cualidades. Tal vez, cuando alguien les cuente de
este periodo de la historia resalte lo peor, pero yo no quiero que ustedes se
queden sin saber, que frente a los peores momentos en los últimos años, al
menos en los treinta y cuatro que llevo de vida, he visto gente que se rehúsa a
odiar a los que piensan distinto, incluso cuando los vejan, insultan y
maltratan. He visto gente resiliente, que sale adelante a pesar de las
dificultades más grandes y las pocas esperanzas. El venezolano sigue luchando,
sigue viviendo y sigue sonriendo a pesar de que la vida está muy complicada, a
pesar de que hay mucha inseguridad en las calles, hay escasez de alimentos, hay
incertidumbre en lo político, en lo económico, en lo social. Cualquier cosa
puede pasar, pero si hablas con alguien lo primero que te dice es que dentro de
todo está bien. El espíritu del venezolano, es más profundo de lo que muchos
creemos. Este país no es de tontos, y lo queremos más de lo que nos atrevemos a
decir. Lo queremos tal vez demasiado.
Me encuentro aquí, esperando mañana un día en el que después
de un largo tiempo muchos vamos a salir a protestar. Tenemos miedo. No lo voy a
negar. Yo lo tengo. Como diría su abuelo, lo único más difícil que cambiar el
pasado, es predecir el futuro. Sólo sabemos una cosa, este país ha tocado un
fondo, este país no es en el que queremos vivir y hemos entendido que tenemos
dos opciones, o luchamos por el que queremos, o nos vamos. La segunda opción
todavía no es una opción para nosotros. Tanto su papá como yo los queremos a
ustedes venezolanos. Los queremos creciendo con los valores y la identidad de
este país. Entre otras cosas fue por eso que nacieron aquí. Quiero que sepan
que para nosotros como padres fue un orgullo darles su pasaporte Venezolano. Lo
hicimos con el corazón y con el compromiso de enseñarles a amar y a respetar
este país.
Durante toda la vida sus abuelos se entregaron al trabajo de
construir país. Han sido hombres que no descansaron, que jamás tomaron un atajo
frente a las dificultades, que lucharon por sus metas con los principios por
delante, y la frente en alto. No fue fácil, porque a pesar de todo el esfuerzo,
lamentablemente nos entregaron un país que
venía en franco deterioro. Sin embargo nos dejaron algo que llevamos en
el corazón, su ejemplo de lucha y de integridad, su convicción y su amor por
Venezuela. Siempre nos demostraron que estaban hechos del temple de los grandes
hombres, y nos prepararon para ser fuertes ante cualquier coyuntura. Nos
prepararon para esto, tal vez sin saberlo. Nos dieron las herramientas.
Valores, principios, coraje y convicción.
Nos toca demostrarles a ustedes de qué estamos hechos. Nos
toca hacer nuestra parte para darles la oportunidad de crecer en su país. Nos
toca dar el esfuerzo, el coraje, la entrega. Es duro mis hijos, y a veces nos
da miedo. A veces pareciera más fácil irse, y dejarlo todo, empezar en otro
lado. Sin embargo, sabemos que no lo es. Nosotros sabemos el valor que tiene
esta tierra, y es uno de los legados queremos darles a ustedes, la oportunidad
de crecer en este país, de ser los forjadores de una Venezuela mejor.
Quiero que sepan, que a pesar de que a veces tiembla el
corazón sus padres estamos firmes. Hemos decidido mañana ir a una marcha, a
apoyar a los estudiantes que hoy se arriesgan por todos nosotros. No podemos
dejarlos solos. A lo largo de la vida cada quien tiene una responsabilidad con
su país. Una responsabilidad constante en lo que se trata del trabajo. Jamás
piensen que estamos cabizbajos porque el país nos falló, jamás piensen que nos
lamentamos de que no vivamos en condiciones mejores. No señor. En todo lo que
hacemos está siempre presente el construir un mejor país, a pesar de las
adversidades.
Quiero que sepan que en cada paso de mañana estarán ustedes.
No puedo prometerles que vamos a poder estar aquí hasta el fin de nuestros
días. No puedo prometerles que finalmente el plan de vida que siempre
imaginamos para ustedes se va a cumplir, que no sufrirá un cambio drástico.
Pero puedo prometerles mi mejor esfuerzo, puedo prometerles no fallar ante mi
deber de ciudadana, puedo prometerles que si perdemos al país no habrá sido
porque no luchamos con él hasta el último esfuerzo. Y puedo prometerles que
siempre estaremos orgullosos de ser venezolanos.
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