El Peligro de una Sola Historia
No suelo ver videos largos por Internet. Confieso que si me meto en youtube y algo dura más de tres minutos, no lo veo. Pero para toda regla hay una excepción, que muchas veces se presenta sin que uno la busque. En estos días alguien que considero muy inteligente me mandó un video. Al pulsar el botón de play me di cuenta que la duración era diez y ocho minutos y cuarenta y seis segundos. Sin embargo, decidí darle una oportunidad, después de todo, no parecía una pérdida de tiempo. Me quedé pegada a la pantalla. Lo que escuché, me impactó.
En el video la escritora Chimamanda Adichie habla sobre el peligro de una sola historia. Con ello se refiere a esa visión unilateral, creada por una sola fuente, que tenemos sobre las personas, sobre grupos sociales, sobre países y hasta continentes enteros. A través de de las experiencias que ha vivido tanto en su Nigeria natal, como en Estados Unidos donde hizo sus estudios universitarios, Adichie explica como poco a poco fue rompiendo los paradigmas que se había formado, tanto de sus vecinos, como de la gente que conoció. Y cómo vivió en carne propia el tener que demostrar a los demás, que la imagen que se habían formado de ella, por el simple hecho de ser una “mujer africana” no tenía nada que ver con ella como individuo.
Su punto es como una sola visión que nos puede dar una película, un libro, un canal de televisión, o hasta el relato de un amigo o un familiar, nos forma un concepto y nos convence de que tenemos la verdad en la mano.
Como cuando decimos que los argentinos son pesados, que los franceses son antipáticos. Cuando asumimos que el hombre que cuida su apariencia es homosexual, que la mujer que ha sufrido de violencia doméstica es una débil mental, o hasta cosas tan tontas como que los hijos de los psicólogos son más locos que el resto. O como lo menciona Adichie, que los escritores somos gente que tuvo infancias horribles.
El tema parece muy obvio. Tanto así que los que nos sentimos educados y elevados, por nuestros estudios, lecturas, viajes o experiencias de vida, creemos que entendemos y dominamos. Pero, yo creo que al contrario. Ahora es que nos falta para entender. Y no sólo como género humano. Sino que en Venezuela en particular, tenemos este gran problema. Porque nuestro gran peligro no es precisamente Chávez, ni su corrupción y su odio. Es el factor de “una sola historia.”
Lo digo porque luego de escuchar a Adichie, empecé a sentir vergüenza de mí misma. No puedo creerme una mujer abierta y democrática si de entrada desconfío de cualquier ser vestido de rojo. Lo determino primero, a ver si es por gusto, o es porque chavista.
Sí es chavista. Entonces hago lo imposible por lanzarle una mirada de asco. Porque no lo entiendo. Siento que es demasiado ajeno a mí. De entrada lo juzgo y le quito su calidad de ser humano.
Por eso, siempre que veo gente vestida de rojo pienso que son ladrones y oportunistas. Cobardes, que no se atreven a alzar la voz. Cómplices de todo lo que estamos viviendo. Grandes culpables que algún día verán hacia atrás y se arrepentirán asqueados de sí mismos, por no haber tenido el valor de oponerse al Chavismo. De haberse dejado llevar por el resentimiento que nutre cada una de las decisiones destructivas de este gobierno. Porque eso es lo único que hay detrás de este régimen. El resentimiento y la envidia de un líder.
Pero a raíz de la charla hice algo que tenía mucho tiempo que no hacía. Imaginar a todos estos chavistas como seres humanos. Imagino que tienen novias y novios a quienes les dicen gordo o gorda. Imagino que llegan a sus casas, y sus madres se preocupan por ellos acariciándoles el pelo y preguntándoles ¿comiste? Los imagino con gripe, sintiendo lo mismo que siento yo cuando tengo esa sensación en el cuerpo de que me voy a enfermar.
Imagino que llaman a sus hijos y les preguntan qué van a hacer esa noche. Por qué están de mal humor. Los imagino cantando cumpleaños. Viendo el mundial. Llorando porque él está harto y se quiere divorciar. Bravos, porque ella está siempre de mal humor cuando él llega a la casa.
Seguramente la gran mayoría de esos empleados públicos que aplauden como focas tienen una mamá que llama insistentemente. Como la mía. Tienen hijos que están aprendiendo a caminar. Como la mía. Tienen una familia grande y metiche. Como la mía.
Y también me imagino que esa gente ha deshumanizado a todo aquel que como yo, no ve su visión de país. Sé que ven en mí una sifrina. Que los odia. Que sólo quiere que se vaya Chávez para pisotearlos. Que lo único que le interesa en el mundo es el dinero. Indolente ante la pobreza y la miseria de la gran mayoría de los venezolanos. Que tiene una idea de surgir en la vida, pero es a base de explotar a los demás. Que no le duele la inseguridad, pues en realidad en dónde matan gente es en los barrios.
En sus mentes, seguramente estoy a muy poco de tener cachos y pinchos. Seguramente soy una persona que se ríe cuando lee que en los hospitales públicos la gente se muere porque no hay insumos para atenderlos. Que no le importa que una madre encadena a sus hijos en el rancho porque no tiene con quién dejarlos cuando va a trabajar. Que se burla y dice “bien hecho” cuando llueve y sus precarias casas se deslizan sobre el lodo.
Y lo piensan, porque esa es la historia. La única historia que les han contado. Y la verdad, es que yo ni siquiera he hecho el esfuerzo de contar otra.
Por lo tanto no se imaginan que una vez lloré delante de un niño descalzo en la plaza Altamira que me decía “catira ¿qué te pasa?” Que si me pega saber que las escuelas se caen a pedazos. Que aprieto los ojos al recordar mi parto y pensar que aquí hay mujeres que paren en la calle. Como animales. Que soy de las que piensa que lo que sucede en este país, es más que criminal. Es casi genocida.
Que la Venzuela que quiero, no es la que quiere Chávez, pero sí es la que quieren ellos. Al menos la gran mayoría. Porque yo estoy convencida que nosotros somos víctimas de un gran malentendido. Un malentendido que viene dado porque no escuchamos, sino una sola historia. Los chavistas escuchan la historia de Chávez. Y los no chavistas escuchan la que deshumaniza al chavista.
Parte del punto que hace Adichie es que múltiples historias pueden ayudar a “repara la dignidad rota.” Esa frase me impactó. Porque entre otras cosas, si contáramos nuestras distintas versiones. Si explicáramos el por qué de nuestro modo de ver las cosas, lo más seguro es que terminásemos por comprobar que es mucho más lo que nos une, que lo que nos separa.
Y al final, eso es lo que utiliza el líder para mantenerse. No son las armas, ni siquiera el dinero. Es la división. Es la división y el habernos convencido que lo único que nos mantiene cohesionados como país es él, ya sea porque se ama o porque se odia. Pero al final, el factor común es él.
Yo sé lo que me van a decir, pero no hay que olvidar que uno tiene la verdad en la mano, hasta que la otra parte empieza a contar su versión. Nada en esta vida es absoluto. Y sí, yo preñé el pajarito hace mucho tiempo, yo soy come flor. Yo creo que la “gente mala” es muy escasa, sólo que por lo general habla más duro y por ende se escucha más fuerte.
En todo caso y dándole las gracias y el crédito a John Lennon, “you may say I am dreamer” pero yo escuchando a Chimamanda Adichie vuelvo a recordar que no soy la única. Y que ciertamente lo que estamos viviendo es la prueba fehaciente de lo peligrosa que puede ser una sola historia. Me pregunto qué pasaría, si por una vez escucháramos otra historia. Al menos, vale la pena intentar.
Comentarios
Es importante el punto que planteas, pues creo que sólo cuando entendamos que TODOS tenemos el mismo objetivo, que es unas mejores condiciones de vida en el país, podremos tener éxito en nuestras batallas. Con o sin Chavez, pues considero que el problema va más allá de él mismo. Ojala algún día comprendamos que toda historia tiene tantas versiones como actores involucrados, y que para entenderla mejor debemos conocer al menos dos. Para cerrar te dejo una frase que escuche alguna vez y ahora no recuerdo bien quien la dijo: “la historia la escriben los vencedores” , que injusto no?
J
quiero ser come flor como tu, a veces busco dentro de mi y todavia encuentro restos de flores por ahi, pero admito humanamente que cada vez hay menos, que cada vez confio menos en la bondad innata de la gente y comienzo a creer que hay mas de uno que lo que quiere es destruir a otros...
pero a pesar de eso, te felicito por haber transpolado una situacion a otra... we need more people like you in this world
Sabri, entiendo tanto lo que estás viviendo. Y esa frase tan contundente, realmente es injusta y pega. Y es responsabilidad que eso no suceda, pero no es nada más responsabilidad de quienes escriben la historia, sino de quienes la leen. Porque también uno tiene distintos caminos para formarse una opinión. Hay que abrir la mente de verdad.
Lástima Julieta que no te haya funcionado. Entiendo, pero lo lamento porque creo que es nuestra único camino. Espero que más adelante puedas lograrlo.
Ira qué te puedo decir. Yo creo que Fito Páez tiene razón, en que habrá veces en que tendremos que ser "abyectos y desalmados" creo que prentender otra cosa es no ser realista. Pero si hay que guardar esas flores adentro y comérselas, porque sabes, sino es el corazón de uno el que se ennegrece. Pero es duro, más cuando hay tantas emociones involucradas como en el caso venezolano.
y Ora. Tienes toda la razón. Tampoco creo en esa frase. Sólo quizás cuando veo que alguien sólo anda con una clase de persona. Esa que sólo le dirige la palabra a la gente que determina exacta a sí misma. Yo creo que si no tienes un amigo profundamente distinto, alguien que no se parezca ti en ningún sentido. Estás fallando. Y te estás quedando más que nunca, con una sola historia.
Ciertamente es más lo que nos une que lo que nos separa y es lamentable que la división que existe en el país, en las familias como la mía en la que no falta un chavista ni un opositor sea meramente POLÍTICA. Eso sí que debería darnos vergüenza.
Hay una sóla cosa más que quiero agregar y es lo que considero una de las dos o tres lecciones más importantes que he aprendido en toda mi vida: NO TENEMOS LA VERDAD EN NUESTRAS MANOS, nadie la tiene; y el día que entendamos eso es el día que las cosas comenzarán a cambiar.
Beso!