Cómo Estoy Viviendo


Resumen de algunas cosas de mi vida últimamente:

- No estoy comiendo muy bien. No es que estoy comiendo mucho, pero no estoy comiendo bien. ¿Cuándo se ha visto que yogurt y maní hacen una cena balanceada? Anoche.

- Atrapada mal por la fotografía.

- Sigo sin madurar. Gracias a Dios.

- Estoy tomando bastante café. Lo había dejado con el embarazo. El problema es que no puedo resistir el olor del café recién colado tempranito por la mañana. Y me tomo una taza inmensa. Muchas veces otro a media mañana, y no vivo sin el que me toca después del almuerzo. Hay gente que seguro toma mucho más, pero considerando el tamaño de la taza de la madrugada es mucho. Mi estómago me lo está tratando de decir.

- No estoy comiendo frutas. Me da como flojera. No sé por qué. Las veo y es así como “ay, ustedes otra vez. Las damas salesianas de la comida. Qué fastidio.” No sé, es como que comer frutas es portarse bien y yo me quiero portar mal.

- Estoy durmiendo poco. Me levanto temprano. No siempre me acuesto tarde. Pero tampoco es que a las ocho de las noche. Ando en plan de “descansar es empezar a morir.”

- Estoy viendo muy poca televisión. De chama yo veía demasiadas horas. Mucho más de lo que debería estar permitido. He tenido momentos en mi vida en que puedo decir de memoria la programación de los canales de series y cosas así. La verdad es que hoy en día veo The Office, aunque esté repetido, porque me encanta. Cuando es la época de American Idol, confieso que lo veo. Y eso sí, almuerzo viendo Friends, con mi papá y m mamá. Es como el break diario del trabajo y la rutina. De resto, la verdad, me cansé un poco. Prefiero leer.

- No estoy leyendo todo lo que quisiera. Tengo muchos libros en cola. Me imagino que esta será una sensación que estará allí toda la vida.

- Soy extra, súper, full, desordenada. He tratado numerosas veces de corregirlo, pero confieso que cada vez que voy a ordenar digo: en vez de estar haciendo esta mariquera tan poco trascendental debería estar leyendo o escribiendo, o jugando con mi chama. Entonces dejo las cosas cómo están. No tengo el hábito aquel de “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar.” Creo que esa no es forma de vivir. No puedo. No soy yo. Yo improviso o no existo.

- Música. Amo escuchar música. Amo bailar. Y quiero a final de año meterme en clases de guitarra.

- Sigo amando el chocolate. Lo como todos los días. No existe no comerlo.

- Mi número actual de mascotas: 3 perros y un gato. No está nada mal. El gato vive afuera de la casa, llegó aquí porque le dio la gana. Nos hicimos amigas porque a ella le dio la gana. No queda más remedio, hay que contarla.

- Me visto cómo me gusta y cómo me siento. Cada vez menos le paro a lo que dicen los demás. Y parece una tontería, pero es una liberación. Porque la manera de vestirse es algo tan personal, que cuando uno ve a un fashion victim, estilo la gente que se pone lentes de sol enorme porque Angelina Jolie se los puso, uno ve falta de personalidad. Así como la gente que se enfunda de marcas para impresionar a los demás. Me liberé de eso. Me importa un pepino, y con el paso del tiempo he descubierto que eso me da un gran libertad. Creo quienes hemos estado en relaciones en las que la pareja exigía a la hora de vestirse, entendemos.

- Cada vez siento menos apego por lo material. No es que ando a punto de hacer votos de pobreza. Para nada. Me encanta un cachivache, una chuchería de mujer. Pero tampoco es que tengo como meta de vida comprarme joyas. Es más, no tengo. Y no me importa. No soy de las que se muere por unos diamantes, porque como no voy a vivir para siempre, no me trago el cuento de que son para siempre. Prefiero libros. No tengo como meta comprarme un carro gigante. Estoy tratando de escribir. No gano como para comprarme un carro gigante, y eso no me frustra. No es lo que busco. Adoro mi carro carranclo al que hay que hablarle para que no se recaliente. Es fiel. Se parece a mí. Chiquito, menudo, con demasiado motor para la carrocería tan pequeña que tiene. No tengo como meta comprarme una casa gigante. Nada de eso. Yo quiero escribir. Fotografiar. Hallar o al menos acercarme a encontrar aquello que busco internamente. Quiero acostarme por las noches y sentirme tranquila. Quiero conocer lugares nuevos, hacer amigos, rumbear, bailar, amor, pasión, tener buenos cuentos para echar, de esos que cuando cuentas te vuelves a reír. Quiero ser una persona tranquila. Contenta. Quiero que el día que me llegue el turno, poder decir, le saqué todo lo que pude a mi estadía en esta dimensión.

- Me gustaría ser más tolerante con los demás. Es decir hablar menos de la gente. Creo que veces uno cae en el juego ese de estar criticando a los demás. Es terrible. Dos máximas que no quiero olvidar, “cuando apuntas un dedo a los demás estás apuntando tres a ti mismo” y la otra “criticar es muy fácil, cualquier idiota puede hacerlo.”

- No soy tan tecnológica como debería serlo. Mi receta para arreglar la computadora es ctrl + alt + delete o en su defecto dejar el botón de power pegado. Pero en mi favor, he comenzado a hacer respaldos de información.

- No estoy haciendo tanto ejercicio como debería. Me da una flojera.

- Abrazo y beso a mi hija cada vez que puedo. No quiero que le falte eso. A veces me da cosa que paso muchas horas en la computadora. Que no voy a ser la típica mamá que la lleva al mercado en ropa de gimnasio. Que a veces mientras ella juega yo estoy al lado escribiendo o leyendo. Que mi papá juega con ella más que yo. Pero a la vez recuerdo, que ese es el ejemplo que le quiero dar. La maternidad es difícil. Son muchos sentimientos a la vez. Eso sí, predomina un amor inmenso, indescriptible e insuperable, que me siento afortunada de haber conocido.

- Sigo siendo atorada y con poca paciencia.

- Voy muy poco a la peluquería.

- Amo desayunar fuera de mi casa.

- Tengo tiempo sin ir a la playa. Eso sí, tengo que decirlo. Odio los clubes y odio los clubes de playa. No me gustan. Esos lugares de socialización forzada me sacan la piedra. Me deprimen. Me deprimen mal. No me gustan. Siempre que voy, veo lo peor del ser humano. Si yo fuera superman esa fuera la criptonita. Es horrible. Se me sale la energía y me convierto en una especie de no sé qué. Mal. No me gustan. A mí me gustan las playas más salvajes. Y sí, no me gusta que me hablen cuando estoy leyendo frente al mar. Es como romper una relación sagrada entre arena, sol, sal, literatura y yo.

- Me encanta mi vinito. Me fascina una copa de más. No lo voy a negar. No es que todos los días, qué pasó, qué pasó vamos ahí, decía Don Ramón del Chavo. Pero es parte de vivir. Además, yo me tomo dos copas y ya estoy hablando el triple de lo que debería. Que ya es decir muchísimo.

- Pierdo todo.

- Sigo soñando con tener un programa de radio. Y por qué no con animar American Idol.

- Me sigue gustando ver el Miss Universo.

- Tengo el mismo miedo a la oscuridad que tenía a los ocho años.

- No me gusta el dentista.

- No me gusta decir adios.

- Me dan caga los aviones.

- No voy mucho a matrimonios. Me fastidia emperifollarme. Sólo voy a eventos sociales cuando es estrictamente necesario.

- No hablo con gente que me da flojera.

- Mi respeto se lo gana la integridad y la inteligencia. Cada vez le tengo menos paciencia a la banalidad. Y no lo digo como algo bueno. Esto es un gran prejuicio, no soy quién para decirle a nadie cómo vivir.

- No veo películas que me ponen triste. No más cosas del Holocausto, ni nada de eso. No veo ciencia ficción. Y aunque me gusta el buen cine disfruto con películas malas que me hacen reír. La vida es suficientemente complicada en versión 3D.

- Me gusta salir a chismear con mis amigas y terminar hablando duro. Casi gritando.

- Me gusta ir a exposiciones.

- No me gustan las aglomeraciones de gente, como los conciertos. Soy como mi papá, siempre pienso que lo vería mejor desde mi casa. Aunque confieso que hay cierto placer en decir, yo estuve ahí.

- Canto en la ducha como si fuera una artista famosa.

- No me puedo depilar sola. Me da miedo.

- Uso lentes desde hace un poco más de un año. Debería manejar con ellos. No lo hago.

- Odio cocinar. No tengo ningún interés en hacerlo.

- Amo un masaje.

- Trato de no hacer a los demás lo que no me gusta que me hagan a mí.

- No soy tan sincera como debería.

- Voy al psiquiatra y no lo escondo. ¿Por qué tendría que hacerlo?

- Me baño todos los días.

- De vez en cuando tomo refresco de uvita.

- No digo que no a un tequeño. Nunca.

- Me encanta ir al parque de perros.

- Sonrío a los extraños.

- Jamás le reclamo a un mesonero. No devuelvo la sopa.

- Tengo casi seis años sin comer en McDonalds.

- Amo los cuadernos Semikolon.

- Hago anotaciones en los libros.

- Sigo siendo friolenta.

- Mi blog tiene dos años cumplidos, y no lo he dejado.




Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Empiza a hacer lo absurdo y veras lo absurdo que es hacer lo normal...
El Lord ha dicho que…
tu si hablas........
Clara Machado ha dicho que…
Me encanta esa frase. Y además, total, no hay nada más anormal que lo normal.

El Lord...jajajajajajajajajaja...eso dicen todos los miembros de mi familia. Y si mi perro hablara, también lo diría. Me remito a las palabras de Juan de hace dos días "a ti hay que meterte en un closet." jajaja
Astrina ha dicho que…
yo llevo 6 meses usando lentes de montura. Antes era esclava de los de contacto. Pero me cansé.
usa tus lentes!
Clara Machado ha dicho que…
jiji...sí. Tengo que usarlos más. Los pobres. Ya un par lo rompí :S
Anónimo ha dicho que…
Me ha gustado muchísimo tu escrito, pero sobre todo la frase "No tengo como meta comprarme una casa gigante. Nada de eso. Yo quiero escribir. Fotografiar. Hallar o al menos acercarme a encontrar aquello que busco internamente. Quiero acostarme por las noches y sentirme tranquila. Quiero conocer lugares nuevos, hacer amigos, rumbear, bailar, amor, pasión, tener buenos cuentos para echar, de esos que cuando cuentas te vuelves a reír. Quiero ser una persona tranquila. Contenta. Quiero que el día que me llegue el turno, poder decir, le saqué todo lo que pude a mi estadía en esta dimensión.".

prometo que podría haberla escrito yo.

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