Día 12: Un Monaguillo



Disco del Día: Starfish de The Church


Cuando pienso en un monaguillo me viene a la mente Toto, el personaje principal de Cinema Paradiso, que de pequeño es monaguillo en la iglesia del pueblo y se queda dormido en misa. El padre se pone furioso y lo regaña, y Toto siempre hace una travesura, tiene una salida que desespera al padre y uno intuye que sus labores las cumple más por obligación que porque realmente sienta algo cercano a una futura vocación por el sacerdocio.


Nunca me he puesto demasiado en la piel del monaguillo, porque como deben ser hombres, jamás lo he considerado una posibilidad. La verdad es que sería fatal en ese trabajo. Considero el cura como una autoridad y le tengo terror, salvo dos o tres que he conocido a lo largo de los años, y son amigos. Les tengo miedo.


Debo confesar, por ejemplo, que no me confieso. Hace ya unos diecisiete años entré por última vez al confesionario, y salí sintiéndome tan mal, que dije, yo lo siento en el alma, pero con tanto asesino, ladrón, chulo, mentiroso, abusador que anda suelto, que me digan las cosas que me dijeron, lo lamento en el alma.


Yo tenía quince años y la verdad era que mis pecados no eran para tanto. El cura se puso como yo hubiera llegado a contarle, mira, sabes lo que sucedió en Rwanda con los tutsis, bueno yo tuve que ver con eso. Además, sé quién mató a Kennedy y quemé los papeles. Y cada vez que puedo, si veo un cachorrito en la calle voy y lo atropello, porque me gusta ver cachorrillos atropellados. Me mandó a rezar rosarios y además tenía un aliento de perro que jamás voy a olvidar. Después me dijo que me fuera, me dio la absolución con la misma flojera con la que te atienden en los bancos a la hora de almuerzo y yo me fui, la verdad, lamentando muchísimo la calidad del servicio. Porque al final del día, es un servicio que te prestan, debería ser un consejero más que un juez, y lo cierto es que yo era una estúpida, porque si hubiese tenido de verdad un problema de sexo, drogas o una relación abusiva, la actitud del cura hubiese ayudado a catapultar la mala situación. Afortunadamente mi problema era de despecho y no pasó a mayores.


Otro incidente con una de estas furias fue hace un par de años en el matrimonio de unos amigos. El cura se enfureció con el fotógrafo porque este tomó una foto durante el Evangelio. El cura dejó de leer y empezó a decir que el diablo estaba presente en la iglesia. Yo le dije bajito a mi esposo, "¡Mierda! primera vez que escucho a un cura decir la palabra que empieza con D en plena misa. Así de frente para referirse a alguien."


No conozco al fotógrafo, pero no creo que de verdad haya sido una representación de Lucifer. Más bien era una persona bastante paciente, que tomando conciencia de que tenía un contrato con estas personas que hizo a un lado y aguantó durante el resto de la misa los comentarios del padre, que cada cierto tiempo lo utilizaba como ejemplo de lo que no se debe hacer en misa. Nuestros amigos se morían de la pena, pero la verdad es que nunca olvidaremos ese día, en gran parte por ese episodio.


Siento que de haber sido Monaguillo me hubiesen tocado regaños similares. Yo también me quedaría dormida. En parte por ello sólo voy a misa cuando me sale de adentro. No voy para cumplir una cita periódica, la verdad es que no considero que cuente ir a algo para estar viendo el techo y pensando en todo lo que podría estar haciendo con ese tiempo. O peor, viendo a las demás personas que están allí. Es como ir a visitar a alguien y estar todo el tiempo que dura la visita torciendo los ojos ante cada comentario y sin cruzar palabra con la persona.


Eso sí, cuando voy. Voy. Cuando he participado en algún sacramento, como el bautizo de mis hijos, lo hago creyendo de verdad. No porque tengo una alarma en el i-cal que dice que tengo que hacerlo, sino porque creo que sinceramente la religión ayuda a formar valores y porque soy creyente. Y quiero que ellos lo sea. Que aprendan a creer, pero que también aprendan que por más que uno crea, uno jamás puede renunciar a sus ideas, ni dejarse llevar por lo que otros digan, mucho menos alegando que lo dicen en representación de un poder superior. Y lo que es más, uno no se puede dejar atropellar por nadie. Al fin y al cabo, los valores del amor, del respeto, de la caridad, no tienen nada que ver con la gran cantidad de tabúes que tienen muchos de los religiosos, de distintas creencias, que propagan y utilizan para manipular a la gente y que tanto daño le han hecho a la humanidad.


Creo que la humanidad se beneficiaria mucho de tener monaguillos que de verdad propaguen valores como la tolerancia y la otredad. El pensar en el otro como forma de pensar en ti mismo. El perdón. El respeto hacia otras ideas. Valores como la integridad, el honor y el amor incondicional.


Yo creo que tanto a Toto, como a mí, como a tantos otros que hemos hecho algunas cosas de las que nos arrepentimos y que guardamos en nuestra lista negra, nos espera una voz dulce, que el día mañana cuando vayamos a rendir cuentas nos va a decir, no te preocupes por eso, no era pecado. Así que mientras tanto, yo lo que hago es tratar de no hacer a nadie, independiente de su clase social o color de piel u orientación sexual, lo que no me gustaría que me hicieran a mí. Y mi único confesor, es la almohada.


Comentarios

rgv333 ha dicho que…
al final, ¿dónde están las fotos!?
Círculo de Lectura Amagi ha dicho que…
Tal vez las publique cuando termine el reto.

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