Día 10: Un Escapista


Disco del Dia para el día 10: Achtung Baby de U2


Día 10: UN ESCAPISTA


Viví varios años en Estados Unidos. Si uno aprende algo de los gringos es que están todo el tiempo queriendo venderte algo. Vas a McDonalds, pides una hamburguesa y te empiezan a bombardear, "por tan sólo 99 centavos más usted puede triplicar el tamaño de las papas, del refreso y llevarse un postre." Uno los mira, noventa y nueve centavos para uno que está acostumbrado a meterle un mil a todo suena casi a un favor. Uno dice que sí. Vas a sacar un plan para un celular, te dicen que te cuesta veinte dólares mensuales y entonces te dicen que por tan sólo ocho más mensualmente puedes hacer llamadas a Tailandia, Uruguay y la República Central del Congo totalmente gratis. No conoces a nadie allí, pero tu mejor amiga siempre ha hablado de ir a Tailandia y sería chévere que el día que vayas tu esposo te pueda llamar gratis, (serías la más viva del grupo, ¿no?), además los uruguayos te caen bien y una vez conociste a una misionera que había hablado de ir a la RCC a hacer trabajo humanitario. ¡Qué carajo! Son ocho peluconas nada más.


Allá toda compra que haces viene con una coletilla de ofertas para que hagas otra. Si compras algo por internet, aunque cuando pagues marques con toda la fuerza del mouse la opción de "no me envíen correo promocional" en algún lugar dijiste había una opción que no viste. Y te llegan. Te persiguen. De alguna forma consiguen tu teléfono y te llaman. En la noche. En la mañana. Te ofrecen aspiradoras, seguro de salud, ventiladores que sirven para calentar cuartos, sillas que hablan, macaneadores de pies, coches. Todo absolutamente todo funciona en términos de compra venda. El que no vende, o no pertenece a una empresa que vende, está muerto.


Yo no lo critico, y confieso que salvo uno que otro día no suelo ser amargada con los telemarketers. Siempre me ha bastado con "no muchas gracias, es que ahorita estoy corta de plata" para quitármelos de encima. Nada espanta más a un vendedor que un limpio. Así que no hace falta gritarles. Con eso basta y sobra. Y es así en la gran mayoría de los países. En Argentina, con todo y que es un país con el izquierdismo a flor de piel, la cosa es igualita. Te venden de todo. Vas caminando por la calle y promotoras van, promotoras vienen. Y la publicidad en la televisión ni se diga.


Pero uno vive en un país en el que todo lo que debe estar bajo techo está al aire libre, y todo lo que está al aire libre termina bajo techo. Este es el mundo al revés. Y las ventas no son la excepción. Aquí el vendedor no persigue al comprador. Es al revés. El que vende se da pompa. No atiende el teléfono, te dice que viene a una hora y no aparece, después te manda un mensaje, (después a las dos de la mañana, cuando tú estás en pleno insomnio pensando "qué coño hago si no puedo comprar el mascuper que necesito para el techo de la terraza que se me viene encima" y como es de madrugada, no puedes responder.) Además si atosigas al vendedor, tampoco es bueno. Capaz le caes gordo y no te vende tu coroto y a ver de dónde lo vas a sacar. La moto. El carro. El coche. La bicicleta. La tabla de surf. La persiana.


Claro que cuando hablamos de servicios entonces la cosa empeora. Porque el venedor en sí, no es un escapista. El que es un verdadero escapista es el plomero, el carpintero, el cerrajero, el electricista. Sucede que en el colegio a uno le dan mucha batalla de cuanto pueblo hay en el país. Mucho apellido de autor que uno jamás va a leer. Mucho proceso de sedimentación y los nombres de familias de invertebrados que uno olvida en la primera piscinada con varones. Y por más que todos hicimos el proyecto de la lamparita, lo cierto es que no vimos una materia en la que te enseñan a destapar una pocera, corregir un bote de agua, montar una lámpara o la importancia de que el enchufe tenga tierra. No. Uno sale de bachillerato y para ver si el enchufe tiene tierra…lo sopla. Alicia Machado pues.


Los plomeros, carpinteros, electricistas, el señor que arregla el teléfono, el que arregla la puerta eléctrica, el técnico del horno, de la nevera, de la lavadora. Todos sabes que uno no tiene la menor idea. Por ejemplo a mí cada vez que me dicen "es que está dañada la tarjeta inteligente." Me pasa como un frío por el cuerpo. ¿De verdad el horno funciona con tarjeta? No será esto un cuento. Un código. Para ver si yo digo "sí, claro, ok. " o más bien "mira mijo, tarjeta un cuento. Esos son los decdef y fosfeto que están dañados, eso son 50 bolívares como mucho."


Pero la verdad es que uno no sabe nada de eso. Suele suceder que mucho de esos técnicos son un desastre. Vienen desarman todo. Hacen un lío. Y después uno prende la batidora, funciona dos días y muere. Con humo. Tornillos rodando y todo. Y es ahí donde empieza el escapismo. Empiezas a llamar, y llamar, y llamar. Y si te atienden te dicen, que ya va, que el viernes. El viernes no aparecen, que ya será el lunes. El lunes te mandan un mensaje, que el miércoles. El miércoles se convierte en viernes y otra vez será el lunes. Hasta que te das cuenta que se tiraron un Houdini y no van a aparecer. Es ahí cuando llamas a otro, que alguien que todavía no ha perdido un artefacto te recomienda y empieza todo otra vez.


Claro que de vez en cuando uno se tira una de escapista con ellos. Eso me pasó a mí. Ojo, no fue que no le pagué, que eso también se ha visto. Más bien fue una de esas en la que piensas mal y no aciertas, pero para nada. Fue un plomero que hizo un trabajo porque las tuberías son muy viejas y había que echarles una mano. Un día llegó la pioja y agarró una de esas pastillas de jabón que alguien que no tiene hijos pequeños te regala y uno guarda para "esos días especiales" que nunca llegan, entones el día especial es cuando el jabón está viejo y asqueroso y hay que botarlo. A la pioja le pareció interesante agarrar el jabón y tirarlo en la poceta.


Yo lo vi, en cámara lenta. Traté de agarrarla pero no pude. Cuando fui a sacarlo la pocera lo había chupado y no hubo forma de jalarlo. Sí. Lo lógico hubiese sido un chupón. Pero no se me ocurrió. Novata. Bruta. Estúpida. Alicia Machado. Miss Guárico. Ya. Ok. Entendí. Eso sí, que conste, llamé a un hombre que me dijo "tranquila lo más probable es que eso se disuelva pronto." A los dos días, la poceta comenzó a taparse. Bajaba pero muy lento. Y como ya mi doctor tubo me había dicho que eso seguramente se habría disuelto, yo le eché la culpa al plomero.


"Esta gente. Vale. Te hace trabajos, te cobra, rapidito eso sí. Y te deja todo mal hecho." Llamé. Me tiró una de hoy no puedo, mañana sí. Total que con más razón yo le echaba la culpa. Llegó un día y afortunadamente yo no estaba en la casa. Me encontré a la señora casi en llanto. "No sabes lo que fue. No sabes. Tuvieron que arrancar la pocera, salió todo…sí, todo para afuera, y al final era un jabón que estaba atracado."


Yo me tiré un Houdini. Le mandé un SMS y le pedí a mi esposo que le pagara. Qué pena. De verdad qué pena. No lo llamo más. Esa vez fui yo la escapista.


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