De los neutrales a ultranza

Nace de este conflicto un personaje que es quizás el peor de todos, el neutral a ultranza. Ese que se sienta a moralizar, a dictar cátedra desde la barras sobre lo que está bien y lo que está mal. El conflicto en Venezuela está muy claro, es un régimen dictatorial que busca por todos lo medios permanecer en el poder e imponer el Castro-Comunismo. 

De un lado está el estado, con toda su  maquinaria, sus armas y el poder económico del petróleo que en teoría le pertenece a toda la nación. En estos momentos, se puede decir para no pecar de generalizaciones, que la gran mayoría de esos recursos no se está utilizando para financiar proyectos y programas que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos, sino que se utiliza para mantener en el poder un proyecto con el que la mayoría no está de acuerdo. Y para que los neutrales a ultranza estén tranquilos, basta con recordarles que este proyecto fue rechazado en las elecciones del 2007 cuando perdió un referéndum. Aún así, el régimen siguió adelante con su proyecto. Que la voz de la sociedad no les importa no puede haber quedado más claro.

La única vía de protesta y de ejecución de la opinión de los ciudadanos es la protesta. Desde que este conflicto comenzó no he ido a una sola protesta que su comienzo y en su naturaleza no haya sido pacífica. No he visto manifestantes armados, ni ha sido el espíritu de ninguna marcha o concentración atacar ninguna institución o persona. Al contrario, es justamente una de las peticiones más importantes, desarme, cese de la violencia. Creo que es el momento entonces de preguntarse, ¿dónde está la violencia? ¿Quién la genera? ¿Puede generar violencia quien no tiene armas? ¿Qué hubiera pasado si a las marchas no las estuviesen esperando piquetes de policía con bombas lacrimógenas, escudos y perdigones? La respuesta la sabemos porque lo hemos visto ya, pero no es parte de la naturaleza de estos regímenes dejar que la gente se exprese. La represión es necesaria para mantener el miedo. Y es en base al miedo que las dictaduras se mantienen. 

Para muchas personas estar en contra de ese sistema es ser radical, defender ideas de libertad es ser radical. No terminan de entender que aquí no se trata, ni es el norte, quitar un proyecto de gobierno para suplantarlo con otro que muy al modo chavista, ignore, humille o excluya a otros venezolanos. Al contrario, más bien buscamos una verdadera democracia donde cada partido, ideología y forma de pensamiento tenga un espacio de expresión. El gobierno actual no permite eso. No lo va a permitir jamás. Queremos justamente un espacio de diálogo y de discusión, pero con un gobierno que reprime, que mata, que secuestra, que tortura, que promueve la impunidad, la violencia, y que más bien arma a civiles y los aúpa a que las utilicen en contra de quienes se expresan en desacuerdo con el sistema actual, jamás se va a poder dialogar.

El diálogo tiene que ser un espacio primero en igualdad de condiciones, y segundo tiene que haber la posibilidad realista de que a partir de tal diálogo se ejecuten acciones concretas a favor de ambas partes. Es decir que la mayoría sino todas las exigencias sean cumplidas.

La paz no es nada más declararse un inocente, incapaz de tirar una piedra. Paz es muchas cosas. La paz además tiene un matiz económico, un sueldo que cubra todas las necesidades, incluso aquellas que tienen que ver con superarse como persona. La paz es poder aspirar a una meta, soñar, diseñar un futuro en cualquier área y poder hacerlo independientemente de un gobierno y de un marco legal que está para ahorcar cualquier iniciativa. La paz también es poder circular libremente, poder expresar cualquier idea, poder marchar si así lo deseas. La paz es saber que las garantías y derechos que consagran la constitución y las leyes van a ser cumplidas. La paz es que el gobierno y las instituciones sirvan a todos los ciudadanos por igual, no sólo algunos, ni mucho menos que haya un grupo grande de ciudadanos que están a merced de un gobierno. 

Además la paz se ejerce, y no es sólo dejando que te agredan. Una cosa es ser pacífico y otra ser pasivo. Con esto no quiero decir que estoy a favor de cosas como el vandalismo, pero hay que revisar bien cómo se genera y quién lo genera antes de emitir un juicio. Creo que frente a los torturados, los muertos, los asfixiados hay preguntas más importantes que hacer. La paz también es reflexionar y fijar posición sobre lo sucedido, no cerrar los ojos, dictar cátedra y pensar que para ser pacífico sólo bastan palabras de amor. Ningún pacifista de logros concretos fue pasivo. Todos lucharon. Y las luchas fueron arduas y sacrificadas. Sin embargo el que no conoce bien la historia simplifica, tergiversa y no analiza bien. Entonces llama a cualquiera radical. Y bajo ese escudo, de supuesta neutralidad piensa que puede cruzarse de brazos y tirar piedras morales y de crítica son tan destructivas como los perdigones. 

Radical es aquel que no piensa, que recurre a la descalificación, al insulto, y que no es capaz de defender sus motivos a través de sus ideas. Curiosamente pasa lo mismo con el que ahora es un radical de la neutralidad, el que no le da la razón a nadie pero tampoco tiene razones. Solo espera. No se sabe bien a qué. Creo que en Venezuela hemos tenido suficientes manos lavadas. Aquí hace falta posiciones, convicciones y trabajo. La paz es algo activo.


"Aunque en un principio me decepcionó ser calificado como un extremista, mientras seguía pensando sobre el asunto, gradualmente fui ganando una medida de satisfacción de la etiqueta. ¿No fue Jesús un extremista del amor?: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen." ¿No era Amós, un extremista de la justicia?: "Corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso" ¿No era Pablo un extremista del Evangelio cristiano?: "Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús". ¿No fue Martín Lutero, un extremista?: "Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa, que Dios me ayude". ¿Y John Bunyan?: "Voy a permanecer en la cárcel hasta el fin de mis días antes de hacer una carnicería de mi conciencia". ¿Y Abraham Lincoln?: "Esta nación no puede sobrevivir como mitad esclava y mitad libre". ¿Y Thomas Jefferson?: "Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son ncreados iguales..." Así que la pregunta no es si vamos a ser extremistas o no, pero ¿qué clase de extremistas seremos. ¿Seremos extremistas por odio o por amor? ¿Seremos extremistas por la preservación de injusticia o por la extensión de la justicia?"

Comentarios

Mega12982 ha dicho que…
Me gusta tu texto y me ha encantado como escribes en general (llegué a próposito del texto "cosas que uno debería saber", que me compartió una amiga).

Este texto me genera una pregunta. Yo soy un ecuatoriano residente en Colombia y un día me topé con el borde del conflicto: no es un asunto económico, ni de grandes mandatarios, es un asunto de personas. No hay suficientes colombianos en donde hacen falta manos.

Al leer tu texto me encuentro con el último lugar de Venezuela, el choque entre grupos porque se dejó el país en manos de unos rabiosos.

¿No te parece que un camino para la paz o un camino extremo, en el buen sentido, es comenzar por la difusión de nuevo imaginarios en los lugares en donde faltan ideas?

Te lo pregunto en serio. En Colombia voy iniciando proyectos breves de difusión de lectura y apoyo escolar. En el fondo lo que pretendo es la construcción de tejido ciudadano, pues me parece que uno no escucha a los demás cuando les teme y les teme cuando no los ha podido conocer. Me parece que las cosas más bien van por ahí, antes de que sea demasiado tarde. Según yo, la resolución del conflicto armado en este país, comienza por el compromiso de sus ciudadanos con la construcción de este tejido. Sino, ya firmarán la paz por allá y seguirán los problemas en un por acá (a menos que todos aprendamos a estar blindados o migremos a otro planeta). En fin, voy descubriendo que este tipo de proyectos, chiquitos y crecientes me motivan y, al parecer, van motivando a otros. Aunque el objetivo es difuso, creo que apuntamos al lugar indicado.

¿Qué piensas? Me encantaría oír tus comentarios.

Saludos y muchos éxitos con tu blog, por acá ya tienes nuevo lector.
Clara Machado ha dicho que…
Hola Fernando: Si supieras que estoy en lo mismo. Mi misión es la promoción de lectura. Estoy determinada a irme por ahí. Ciertamente, creo que la solución para la industrialización y el desarrollo del tercer mundo va por ahí. La educación es lectura. También siento que aquí hacen falta manos. Me encanta como lo has puesto. De hecho es nuestra tragedia. Me encantaría conocer de tu proyecto. Tal vez, de país a país podemos hacer alianzas. No vayas a parar, quizás haya gente que te diga que estás loco, a veces me ha sucedido, pero yo tengo la determinación y estoy convencida de que esta es la única forma. Mil gracias por compartir conmigo esta idea. Ojalá podamos profundizarla.

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