¿Qué hacer hoy?



Uno sale a la calle y pareciera que todo está normal, pero hay algo que delata que la ciudad está más anormal que nunca. Es como un velo que lo cubre todo. Incertidumbre, mezclada con desconfianza, angustia, esperanza, miedo, determinación, firmeza, convicción, ansiedad, tristeza, pero sobre todo impotencia.

Me siento mínima dentro de esta ciudad. Veo y oigo cosas. Siento que tengo que responder de alguna manera. Quiero gritar. Pero tampoco quiero gritar. Y sé que no debo, no puedo gritar. Entonces no sé cómo expresarme. De verdad. No sé cómo. Pero todo mi ser me impulsa a dar una respuesta. A lo mejor por eso no me puedo despegar del twitter. Porque a veces siento que es el único espacio. Es de lo poco que nos queda, ¿por ahora? ¿mientras tanto? ¿a partir de hoy? ¿todas las anteriores?, uno ya ni sabe.

Me siento perdida. No sé qué hacer. No se si la vida sigue. Si el tiempo se detuvo, aunque parezca que sigue pasando. No sé si el mundo se acabó o es que apenas comienza. Es una emoción nueva cada cierto tiempo, dependiendo del último acontecimiento o quien acaba de hablar en la televisión.

Nunca me había sentido así después de un proceso electoral, y después de 14 años de los mismo, uno se acostumbra y no es fácil el cambio. Por un lado esto era lo que estábamos esperando, liderazgo unido, convencido, firme, y una parte de mí lo agradece, lo apoya, y se llena de esperanza.

Uno se llena de ideas que no ayudan, y uno pasa por una montaña rusa emocional, en la que un minuto te imaginas que el futuro es prometedor y otra que es un callejón sin salida.

Nada de esto es fácil. Uno tiene que apelar a la resiliencia varias veces al día. Por la familia, por uno mismo. Por la vida propia que también pasa. ¿Me pongo a trabajar? ¿Voy al médico? ¿Hago mercado? ¿Qué pasa con nuestras vidas diarias? ¿A dónde las van a conducir? ¿Ahora cuál es el proyecto?

No sabemos casi nada. Y como diría mi papá, lo único más difícil que predecir el futuro es cambiar el pasado. Puede que mañana…hoy era un mañana que jamás imaginamos que llegaría. O tal vez sí lo imaginamos, pero lo creíamos improbable, y aquí estamos.

Sin embargo hoy más que nunca creo que tenemos que trabajar y yo en lo personal considero que el trabajo por la educación, la cultura y la promoción de lectura cobra más importancia que nunca. Y al menos por un rato hoy, trataré de aportar mi granito de arena a eso.  Ahí está mi lucha. Es lo que puedo hacer por el momento. Es la mejor forma de ayudar. 

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