Estos son mis sueños: .31


.31

Esa noche entregué la felicidad que me quedaba. 
Ya no había lugar para mí en tus ojos. Tu memoria me condenó a la nada.

Entonces, las estrellas se secaron. Las constelaciones se disolvieron. Orion soltó su escudo. Los peces se detuvieron perplejos. Pegaso se posó sobre sus patas delanteras y enterró su cuerno. Cassiopea renunció a su belleza con una mueca de amargura. Junto con las osas, bajaron los canes, el cisne, Hércules, el delfín, el cuervo, Perseo, la Virgen, Vulpécula, el Pez volador, el pintor, la serpiente. Una procesión de dioses vencidos, de bestias resignadas, de guerreros perdidos, fue bajando del cielo, con una marcha fúnebre en el pecho.

Esa lluvia celestial fue un réquiem para un corazón desierto.

Sobre esas arenas me dormí. Arropada por las lágrimas de la Via Láctea, para soñarte una última vez, pronunciando antes una oración de renuncia por las almas de estrellas difuntas.

Yacen aquellos sueños.
Mis sueños.
Sueños de la piel que no te daba,
en un camposanto de estrellas.

En un camposanto de estrellas,
enterré la felicidad que me quedaba.

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