Los Gringos que Nunca Existieron


Hace ya unos cuantos años mis papás se fueron de viaje con unos amigos. Eran tres parejas mis papás, Alejo y Blanca, y Pepe y La Nena, todos parte del grupo de amigos de esos de “toda la vida.” De hecho mi mamá estudió con Blanca en el colegio, es decir se conocían desde que todavía se hacían pipí encima. Y como todo en Caracas, La Nena era medio prima de Blanca, así que todo estaba mezclado hasta más no poder.

Total que los seis se habían ido a comer a un restaurante y decidieron pedir un vino que aparentemente era muy bueno. A La Nena, que muy rara vez tomaba, le gustó y bueno...se rasco.

Por supuesto pasaron dos días burlándose de la pobre mujer que no podía con su ratón y siguieron con su viaje. Un par de días más tarde se echaron otra rumba que esta vez no pasó a mayores. Mi papá y mi mamá se quedaron más rato caminando por la ciudad, y cuando subieron a su cuarto de hotel se dieron cuenta de que Pepe y La Nena habían colgado de la puerta el bendito letrerito de DO NOT DISTURB junto con la notica de desayuno con un pedido muy moderado.

Como amigos que eran se conocían todas las mañas, manías, chocheras, cuentos escabrosos y escondidos. Mi papá y mi mamá sabían perfectamente por qué ese letrero estaba colgado, y por qué la notica del desayuno era como de monja que prometió ayuno.

Pepe y La Nena eran de esas personas que no se les podía hablar antes de las once de la mañana. Y no es que no les gustaba que los despertaran, es que se molestaban y se ponían histéricos. Además, dice mi mamá que Pepe, que era un sol, era de esos que cuando pide un café con leche pregunta si la leche la cobran aparte.

Viendo aquella nota colgada de la puerta, a mis papás les pareció que sería comiquísimo darle la vuelta al DO NOT DISTURB para que leyera PLEASE MAKE OUR BED, y agarrar la notica del desayuno y pedir un festín de orgía romana.

Entre las cosas que más recuerdan haber pedido están los huevos cocinados de todas las formas posibles, omelette, huevos tibios, fritos, revueltos y benedictinos, y además les pidieron jugos de varios sabores entre los que estaba el tomate, nada más y nada menos. Muertos de la risa como si fueran par de adolescentes se fueron, se acostaron y hasta mañana.

A la mañana siguiente mi papá y mi mamá bajaron a desayunar y se encontraron con la otra pareja, Alejo y Blanca. Alejo con su misma cara de abogado hiper serio que no se inmuta por nada, Blanca que se mortifica horrores por todo el mundo ya tenía cara de trauma. Apenas ve a mi mamá la agarró por el brazo, y le dijo:

- ¡No sabes lo que les pasó a Pepe y La Nena!

- ¿Quéee? - Dice mi mamá mordiéndose el labio para no soltar la risa.

- Unos gringos les pidieron un desayuno gigante y esta mañana a las 6 de la mañana les tocaron la puerta con cinco carritos de desayuno y casi se mueren.

- ¡Noooooo!- Dice mi mamá, quién hasta el sol de hoy no entiende por qué culparon a unos gringos que ni habían visto, ni existían.

-¿Cómo que unos gringos?

- Bueno no sabemos, pero es que eso tiene que haber sido unos gringos.

Por supuesto que con el tema de los gringos mi papá y mi mamá no aguantaron más y soltaron la carcajada. A lo que Blanca espantada empezó:

- ¡Fueron ustedes! ¡Fueron ustedes! - Y mi papá y mi mamá felices dijeron- ¡Síiiiiiii!!!!- Y Alejo sin expresión: - Por supuesto que fueron ellos Blanca.

Blanca entonces le pide a mi mamá: - Júrame que no les vas a decir nada. Júramelo. No les digas nada por favor. Te lo pido, no lo digas. No digas nada.

Efectivamente no dijeron nada, y aunque les costó callarse, pues todo bromista siente orgullo de confesar su broma, se pudieron reír mucho del asunto gracias al episodio del jugo de tomate.

Resultó ser que Pepe intentó devolver los carritos, pero el señor del Room Service le enseñó la orden que tenía su firma, (la que habían dejado fuera de la puerta con el pedido de café y jugo). Así que ni modo, le clavaron sus carritos completos.

En medio de aquella avalancha de comida, Pepe decide que si ya le cobraron todo, se lo tiene que comer. Resuelto a empezar por el jugo de tomate, lo agarra, se mete en la cama con él y pasa lo inevitable. Se le bota todo haciendo una marea asquerosa de líquido rojo sobre las sábanas, y mientras gritaba:

- ¡Coño, se me botó el jugo!

La Nena le gritaba de vuelta: -¡Me sabe a mierda yo no me levanto antes de las 11 de la mañana no joda!

Durante el resto del viaje hicieron planes de venganza contra los "gringos de mierda." Pero estos nunca aparecieron.

Cuando la semana pasada mi mamá y mi papá echaron el cuento, yo les dije,

- Ma se lo tienes que contar.

Pero Pepe ya murió y La Nena hace años que se fue de Venezuela. Mi mamá dijo que no la iba a llamar sólo para eso, entonces soltó, hagamos algo mejor, te doy permiso para que lo cuentes tú en el blog.

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