El Miss Venezuela y los Matrimonios


Mucha gente anda quejándose del Miss Venezuela. De horror, de espanto, ya me han salido varios con su “¿Estás loca? Yo no veo esa mierda.” Di lo que tú quieras, pero el Miss Venezuela lo cargamos todo. Y se nos sale en lo que las novelas mexicanas llaman casorio. Es que los matrimonios venezolanos son un derivado y enlatado de la cultura exagerada, roba cámara y culebrera a la que pertenecemos. Por más que intentemos pronunciar perfectamente un apellido extranjero o digamos PANTÍN en vez de PANTENE para hablar de Shampoo (Nota: eso me lo hizo una geva hace años, sí, tú, sabes quién eres, pedazo e´cursi.)

Así seas soltero no te has salvado del matrimoniazo con toda su parafernalia incluida. Porque tu hermana se casó o tu pana de la universidad, tu primito, el jefe de tu novio, o una chama te llamó y con voz de “qué ladilla ser soltera en Caracas” te dijo, “anda acompáñame a un matrimonio.”

Aquí toda novia quiere ser “original” y hacer algo que ninguna otra novia haya hecho antes. No nos podemos casar como en los demás países del mundo, la familia, el curita, el vestido, tortica, el grupo del pana de la oficina que no toca mal The Police y ya. No.

Esto un país petrolero y pequeño son 100 a 200 personas, mediano son 500 y grande ya da pena. La gente se casa y al día siguiente quiere llamar Joaquín Rivera “Mira papá ¿Cómo te quedó el ojo? Mi evento sí fue calidá.” Y no importa que sea de esa gente que dice “ay que niche decirle a alguien papá, porque con los matrimonios todos botamos ese lado.”

Se han visto matrimonios con jaulas de pájaros y por supuesto las que “liberan” las palomas, y la consecuente cagada de los invitados que deja al papá de la novia así como: yo literalmente pagué por mierda. Se ha emulado el lobby de un hotel, se han guindado obras de arte emulando un museo, selvas, teatros, hasta los han hecho tipo concierto, y han guindado trapecistas de los techos.

Han ido a un salón y han dicho:

“bueno mira, yo quiero que me pongas todo lo que siempre va adentro del salón afuera, y todo lo que va afuera adentro” y así la parte techada parece un jardín y la parte al aire libre parece un salón. Es más, yo estoy segura de que ya hay una que repartió lentes 3D con las invitaciones.

No se puede dejar de lado el fastuoso evento a orillas de la playa, en que todo lo que está en Caracas se traslada para la costa, y lo único distinto es que el vestido blanco y la guayabera del novio tienen sendas arepas de sudor. Las caras brillantes en la foto son de coger palco. Más brillantes que el collar de la vieja de Titanic. Ni modo. Claro que las invitadas tienen un vestido “vaporoso” pero al cortejo lo empaquetan igualito en un vestido que parece parte de la condena de Dios cuando botó a Eva del paraíso:


”Parirás a tus hijos con dolor, y cuando estés en un cortejo te vestirás incómoda, con un corte que te quede bien feo, un color que te haga ver como una hortaliza mal cosechada y además tendrás que bajarte de la mula porque novia decente no paga su propio cortejo.”

Entrarás a golpe de nueve o diez a la fiesta y siempre la decoración te hace sentir que te metiste en la bola de Epcot Center. Pasa el susto y no vas a ver a los novios por ningún lado, pero sabrás que llegaron de la iglesia porque entrando a mano derecha habrán tres o cuatro niñitos, ataviados, emperifollados y tirados en el piso tratando de dormirse. Solo habrá uno corriendo a quien una mujer con vestido largo persigue gritándole: “Raul Ignacio, si no paras, ¡nos vamos YA para la casa!”

También verás a una vieja con un vestido de uno de esos colores que no le quedan bien a nadie, como morado Barney, con lentejuelas, piedras y puede que plumas, cubriendo todo menos un par de tetas de susto, que no dejan de ver ni los mesoneros, ni los jóvenes, ni nadie. No las ven con morbo sino con una cara de “¡alguien tape a esa señora por favor!”

Esa vieja, generalmente muy mal maquillada y con el moño cotufa en la cabeza estará empinando champaña, y ya tú sabes, ya tu código te anuncia, esta es la que se hace pipí en la cola del baño a las dos de la mañana (siempre hay cola a las dos de la mañana en el baño de mujeres) y la tienen que sacar cargada, calladita para no mortificar a la novia.

Vas a ver en una esquina a lo lejos, a los novios haciendo como que se están besando mientras el fotógrafo los dirige. La cosa debería ser medio privada, pero tienen un montón de luces encima, más la mitad de la familia y la gente que está llegando y quiere saludarlos para poder ir a rascarse. “Ok, Gloria, ya saludé a la novia, ¿ahora sí me puedo ir a tomar un whisky?”


Este es el tipo que vas a ver pegado al mismo mesonero toda la noche, sirviéndose un trago más amarillo que Homero Simpson. Es el que va a salir en todo el video, que nadie va a saber quién es, no porque se haya coleado, sino porque es el esposo gozón de la amiga de la universidad del novio, que se montaba en la tarima cada vez que podía, y decía por el micrófono “¿dónde están los novios? ¡que suban yaaa!” Ese fue el que más cotillón agarró, fue el que los músicos regañaron porque pretendió tocar los tambores, y sí, fue el anormal que empezó un trencito, que fue el hit de todas las tías y hasta de la pobre abuela con su cadera operada.

Entre los códigos del matrimonio está el de los tequeños. No puede haber matrimono venezolano sin tequeños, pero las novias siempre quieren inventar un pasapalo original. Reducen los tequeños y te pasan una tartaleta “mar y tierra” con colita de camarón y tú no puedes sino arrugar la cara y decirle al mesonero “no gracias,” y el tipo se ofende.

Tú sabes que los tequeños están presentes pero son escasos. Así que te dices, ni que yo tuviera una franquicia del Manual de Carreño, agarras tu servilleta y te sirves de a tres. Sabes que a ese mesonero con tequeños no lo vas a volver a ver en un buen rato.

En determinado momento ya pasadas las once de la noche, abrirán la mesa del buffet. Es como el hombre lobo viendo la luna. Hasta la vieja más sifrina, ataviada de lo que Boris llamaría una columna rutilante, empuja y mete codazos para adelantarse en la cola. Justo cuando por fin te toca, y tienes tu plato que parece de recoge lata en cena de caridad, se te acerca la novia.

Continuará…

Comentarios

Michelle Durán ha dicho que…
¿ PARA QUE UN PAIS NECESITA SABER CUAL ES SU MUJER MAS HRMOSa? ES DECIR, ¿ PARA QUÉ? , ES DECIR, ¿ SIRVE DE ALGO ? , SIN ANIMOS DE DISCUTIR (PORQUE NO ES DE MI INTERÉS EL TEMA ), SIN EMBARGO ME PREGUNTO ...
¿ PA-RA QUE SIR-VE ?
SALUDOS.
BUENA ENTRADA .
Clara Machado ha dicho que…
Coño Mich no sé...creo que para autoengañarse...evadir realidades...crear una falsa idea de perfección...y vender un canón absurdo. Estas mujeres se echan Preparation H en los muslos porque los alisa. WTF?
Jeje. Un abrazo.
Doña Treme ha dicho que…
Que comico! Yo juraba que solo en mi casa se hablaba del peinado tipo cotufa o tipo avellana. Ya veo que es algo muy criollo, jiji.
Saludos
Virgie
Clara Machado ha dicho que…
Jajaja, chama, sí, la primera vez que escuché eso fue una vez que cuando tenía 16 años (típico que uno se empeña en unas vainas...) me fui a la peluquería y dije: QUIERO UN MOÑO. Total que me lo hicieron y cuando mis hermanas me vieron y que...¿Tú por qué te encaramaste esa cotufa en la cabeza? jajajaja

Más nunca. Una vez para el matri de mi prima el peluquero me encaramó la cotufa y lloré en la pelu, jajaja.
Ma Antonieta Núñez ha dicho que…
Buenísimo!!!! Me sacaste lágrimas de la risa.
En la 2da parte por favor tienes que comentar del cotillón cada vez con cosas más extrañas y de los corotos que novia y novio tienen que encaramarse encima al momento del cotillón para subirse a la tarima. En alguna época estuvieron de moda las alitas como de ángel para la novia. Jajaja qué risa pensar en cada matrimonio al que hemos ido :)
Besos
Clara Machado ha dicho que…
Toñisss! Tranquila el cotillón viene, jajajajaja. Verdad las alitas de angel, después fueron las plumas de pavo real!

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