Le toca a Mocoso


No vuelvo más con el médico estoy harto. Me hace esperar hora y media en una sala llena de gente enferma con revistas viejas, usadas, rayadas y rotas en las que no hay modelo que no tenga un bigote de tinta azul.

Luego me hace esperar veinte minutos más en el cubículo de consulta, por fin entra, me aplasta la lengua con la paleta de helado, sin dejar de presionarme hasta que está claro que estoy a punto de vomitar. Al terminar me manda a sentar frente a él y me dice que la única solución a mi problema es algo que yo no puedo hacer. Dejar de trabajar en la mina, abandonar el bosque.

Soy terriblemente alérgico a no sé qué animal microscópico que vive entre la tierra de la mina, entre los pelos de los venados, a los piojos de los pajaritos y el pupú de las cucarachas. La vida es así. No pude ser alérgico a los gatos o a los perros, a los mariscos o al chocolate, no. Soy alérgico al piojo de pájaro.

Se lo dije al médico, no voy a renunciar a trabajar en la mina. Yo amo lo que hago. ¿Qué sentido tiene dejar el trabajo que amas? así cambie tu vida. Yo no podría dedicarme a un trabajo sólo porque sí, además estoy viejo. No sé hacer nada más.

En cuanto a mudarme es algo que realmente no es una opción para mí. Me encantan los animales, me fascina este bosque, nací aquí y aquí me quiero morir. No encuentro ni una sola razón para renegar de él, para hablar pestes como los demás enanos que dicen sentirse insatisfechos viviendo aquí. Les parece aburrido, que nunca hay nada que hacer y sienten que los personajes que lo habitan son o conformistas imbéciles o malvados.

Es el caso de Blancanieves, esa mujer llegó y generó un clima extraño. Algunos reaccionaron muy mal, con una desconfianza y una paranoia muy poco habituales en un enano. Me pareció raro ver que algunos teníamos eso escondido dentro de nosotros. Otros, no lo tomamos tan a pecho.

Yo siento que Blancanieves fue algo positivo. Primero que nada fue un cambio, algo nuevo, teníamos decenios enfrascados en la rutina de levantarnos temprano durante la semana, ir a trabajar, regresar a la casa, pasarnos el domingo en el lago y levantarnos el lunes otra vez a lo mismo.

Esta mujer nos hizo romper con la rutina y nos hacía falta. Nos hizo ver que estábamos viviendo un chiquero, por ejemplo. Para mí la asquerosidad de algunos enanos era insoportable. Por la noche la cocina parecía el reino de las chiripas, ni hablar del moho en los baños, de las hortalizas putrefactas en la alacena. Un asco de lugar. No voy a decir quién pero hay dos enanos que tienen veinte años sin lavar sus sábanas. Eso huele, que hasta el zorrillo dejó de pasearse por aquí confesándome una vez que se acercó a la puerta y casi se fue en vómito.

Blancanieves nos hizo cambiar, reconocer esos detalles, nos obligó a trabajar en ese sentido y esos cambios son buenos. Eso hizo que los líderes relajaran un poco algunas otras reglas de la rutina, estaban más abiertos a regresar a casa temprano de vez en cuando. Como les decíamos algunos enanos, uno no tiene la misma energía todos los días, no tiene nada de malo que a veces digas, hoy salgo a las cinco y media en vez de a las seis. Nadie se muere por eso.

Después vino el rollo de la bruja, de la manzana, de la crisis. Blancanieves no estaba muerta, pero como siempre la paranoia y el estrés se apoderaron de algunos. Me parece que precipitarse a buscar el príncipe no era la solución. No creo tampoco que eso era lo que Blancanieves quería. A mi modo de ver no le quedó otra salida. El hombre la despertó y ella se fue con él, pero yo sé que en el fondo, ella quería algo más para su vida que un amor eterno, casa, hijos y perros, así pudieras cambiar la palabra casa por la palabra castillo.

No creo que Blancanieves sea feliz del todo. Yo lo noto cuando viene. Ha cambiado, está consumida, busca actividades para distraerse que distan mucho de las cosas que le gustaba hacer cuando vivía aquí. Ciertamente ha dejado de ser la persona sencilla que era cuando la conocimos, pero no creo que sea un cambio premeditado, creo que ha sido víctima de las presiones que sufre viviendo en un castillo donde se siente alguien totalmente ajeno, extranjero, con costumbres muy distintas a las de quienes la criaron.

Además no hay que olvidar, Blancanieves vivió cosas terribles. Su mamá murió muy temprano, la relación con la vieja madrastra era fatal, esa mujer era abominable en todo sentido, no sólo en su trato con Blancanieves, sino como ser humano en general. Vanidosa, frívola, materialista, grosera, jamás tuvo con ella una sola palabra de cariño. No se apiadó de su situación.

Su padre era un borracho nulo. Demasiado bien salió Blancanieves, y yo más bien la admiro porque sacar un buen corazón de ese ambiente no lo logra cualquiera.

Yo la verdad que quiero vivir aquí toda mi vida, sin embargo, de vez en cuando me decepcionan estos enanos. Así serán que para ellos mi condición es motivo de risa. Me llaman mocoso porque no paro de estornudar por mis alergias, por mi sufrimiento. A veces me da tanta rabia, voy y me encierro y paso horas solo.

Siempre los perdono y salgo y vuelvo a ser un enano cariñoso. Al fin y al cabo estos enanos son mi familia, y la cosa con la familia es que a veces los detestas, te sientes ajeno a ellos, diferente, extraño, hasta te provoca revelarte, pero sabes que son la gente que te va a querer de forma incondicional.

Yo con ellos vivo, quizás no feliz pero al menos acompañado, para siempre.


Fuente: Pera Williams

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