¿Será que lo hago?
Manuela en un curso de pastas. No fue la mejor alumna. ¡Pero se graduó!
Ayer pasé todo el día sintiéndome mal. En la noche decidimos ir al cine. A uno se le olvida el poder que tiene el cine de hacerlo a uno sentirse mejor. Fuimos a ver la película de Julie and Julia. La verdad es que es una película bastante light. Mi esposo pasó el camino de regreso a la casa diciendo que no era gran cosa, que la Julie no había hecho nada del otro mundo. Y quizás tenga razón. Es más la tiene. La mujer hizo quinientas y pico recetas en un año. No es que curó las enfermedades que azotan a Sudán. Pero, como el dije ayer, para mí el secreto del a película es que lo más profundo está en lo más simple.
Una mujer que está un poco perdida en su vida. Que no le gusta su trabajo. Que no se siente contenta con el lugar donde vive. Que quiere ser algo en la vida, pero no sabe bien cómo llegar a serlo. Termina por embarcarse en un proyecto cuyo único objetivo es disfrutar, aprender algo y olvidarse de todo. ¡Qué envidia! En realidad me emocioné porque me sentí identificada con la mujer. Yo ando igual, como alma en pena por el mundo, con una meta en la cabeza y sin una mínima idea de cómo llegar allí. A veces no sé dónde vivo. Ni por qué. Y lo que más me acerca a la muchacha es que jamás termino las cosas que empiezo. Tengo una especie de ADD de proyectos y actividades. Me gusta probar un poco de todo. Como los cocineros. Realmente una de las pocas cosas que he empezado y que he hecho con constancia y dedicación es este blog.
Ayer pasé todo el día con ganas de llorar. Pensando que de verdad hay poco sentido en esta vida. Que todo es negativo. Que realmente como dice la canción de Matchbox 20, todo está llegando a su fin. En un momento dado abro mi página y veo de que dos personas han comentado sobre mi estado anímico (más los otros amigos de Twitter) y las cosas poco a poco comienzan a mejorar. Me he dado cuenta que este blog. Que ustedes, con los que hablo, con los que visitan este espacio en silencio, con los que lo leen por Facebook, son parte de mi vida. Una parte que tienen un valor mucho mayor del que yo podía imaginar. Ahora entiendo por qué la emoción de compartir mi vida con Ayúdame Freud. Porque las ansias de Manuela Zárate de escribir cada vez que puede. De ir por la vida viendo, escuchando y pensando: esto lo tengo que contar en el blog.
Así que al igual que Julie creo que para recuperar mi ánimo necesito un proyecto. He pensado que algo interesante sería hacer lo mismo que ella hizo, pero con las recetas de Armando Scanone. La diferencia entre Julie y yo es que ella antes del reto cocinaba rico. Yo tuve una época que le daba a la cocina, pero cuando me divorcié dejé esa parte en las cajas que contienen mi pasado. De una forma u otra relacioné la cocina con un estado de vida que me llevó a una depresión muy grande. Me convertí, por algún mecanismo de defensa, en una persona que no sabe freír ni un huevo. Es más no puedo ni hacer café. Hace poco vino un señor a arreglar una cuestión de la electricidad. Le ofrecí un café. Cuando se lo serví me dijo: Disculpe. No se vaya a ofender, pero… ¡Este café está horrible! Por supuesto le dije que no se lo tenía que tomar. Y para más humillación mi mamá sale y le dice “yo no entiendo como alguien, puede no saber hacer café. Es TAN fácil.”
En todo caso. Anoche soñé que estaba haciendo las tortas de Scanone. Que el pato que la tipa hace en la película estaba en el libro rojo de A la Manera de Caracas, y que mi mamá me decía: “¡hazlo! ¡hazlo!” No sé. Me da miedo empezar esto y no terminarlo. Además a diferencia de esta mujer yo tengo una hija que no camina, y me la paso pegada a los libros cada vez que puedo. Tengo una cola como de 15 libros, Mann, Faulkner, Balzac, Bolaños. No me gustaría decirles, los cambié por Scanone. Pero me hace falta un proyecto. No. No me falta. Me urge. Necesito encontrarme. Y por lo mismo de la hija no puedo andar ni viajando, ni inventando demasiado. Y como es Caracas tiene que ser algo que pueda hacer en mi casa. Porque pensé anoche en hacer algo afuera en la calle tomando fotos, pero no quiero que lo primero que les cuente sea: hoy me asaltaron y a punta de pistola me quitaron la cámara.
No sé. No sé. Me gustaría hacerlo pero con un twist. Pero no sé cuál. Tengo a mi esposo pensando. Aunque no sé qué tanto. El dice que no termino nada. Que eso no es tan difícil. Que hay que pensar en un reto.
¿Será que lo hago?
Pd.: La actuación de Meryl Streep como Julia Child, no tiene paragón. Si tengo otra hija capaz le pongo Meryl. Le van a pegar en el colegio.
Comentarios
Keep it up!
P.D: no se usar los acentos de la computadora.
Había una vez un rey muy caprichoso que tenia una hija muy hermosa. Pues bien, el rey quería casarla, aunque puso una condición algo absurda. Estableció que sería elegido aquel hombre que fuera capaz de hacer volar un halcón que desde hace un tiempo estaba posado en una rama, y nadie, absolutamente nadie hasta el presente había logrado hacerlo.
Numerosas personas aparecieron en el palacio y con distintas artimañas intentaron que el ave volara, sin embargo ninguno lo consiguió.
Cuentan que una mañana el rey se levantó y vio volando al halcón por su jardín. Su hija ya tenía prometido, y cuando lo mandó a llamar le preguntó cómo había hecho semejante milagro, preguntando al pretendiente:
¿Tu hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?
Entre feliz e intimidado, el hombre sólo explicó: "No fue difícil, majestad: corté la rama, entonces el halcón se dio cuenta de que tenía alas y simplemente comenzó a volar"
La historia del halcón, demasiado bella y apropiada. Me fascinó. Y la idea de las 4:23, Juan. Very intersante. Así uno puede ver en qué va botando la vida. Jajaja.
Me encanta...
Me siento identificada con mucha de tus frases....