Resoluciones de año nuevo
No soy mucho de las típicas resoluciones de año nuevo. Ya me
he dado cuenta que ese “voy a comer mejor a partir de enero” no me funciona, y
todavía tengo por ahí la factura del gimnasio al que nunca fui. Y sí, yo traté,
pero la verdad a estas alturas de la vida, aunque sé que puedo organizar mejor
ciertas cosas no creo que yo vaya a ser una persona más ordenada.
En general mis resoluciones de año nuevo y la forma como
planifico el año tienen que ver más bien con revisar mi filosofía de vida. Hace
no mucho fui a una de estas clases de no sé qué disciplina que mezcla pilates,
con tai-chi, con yoga, con meditación, con reiki, y el profesor lo primero que
hizo fue pedirnos que nos paráramos con los pies juntos, manos a los lados,
cabeza erguida y ojos cerrados y tratáramos de sentir como estaba el balance de
nuestro cuerpo. Era un ejercicio de equilibrio, la idea era repetirlo al final
de la clase para que vieras que ese balance estaba mucho mejor. Yo cerré los
ojos. Comencé a ver todo negro. A sentir como si arañas nadaran por mi sangre. Empezaron
a dormirse mis dedos. Y me desmayé.
No seguí haciendo las clases, entre otras cosas porque era
un poco muy costosa para mi presupuesto. Aunque no sé si el balance dependa de
una clase como esa, sí creo que viene de algo del fuero interno. Así que una de mis metas de ese entonces es
fortalecerme por dentro. Ese espacio interno yo trato de cultivarlo a través de
la lectura.
No leo solamente por placer y por curiosidad, tampoco leo
para poder pararme delante de alguien y decirle, mira, “¿tú sabes quién es
Michel Frugenis, un escritor español, de familia escandinava, que vivió en
Togo, se mudó a argentina, ahora vive en Memphis y es el próximo Borges?”, Leo
porque busco poblar un espacio dentro de mí y darle forma y color a mi mundo
interno. Y si promuevo lectura es porque he visto cómo ella hace que tu calidad
de vida mejore. No quiere decir que hagas más dinero, o que se salve tu
relación o que la pegues del techo en tu trabajo, pero al menos la forma como
ves la vida, como disfrutas de las cosas cambia.
Quisiera fortalecerme espiritualmente también. Meditar más.
Tener más tiempo para pensar, y para dejar que las cosas pasen con calma. No
caer en pánico, y tener un poco más de confianza en mí misma y en las cosas. Quisiera
este año rencontrarme conmigo. Vivir una vida más balanceada. No dejarme influenciar
tanto por el ruido externo. Lo que dice la gente, lo que piensa la gente, lo
que quiero decirles. No dejarme tocar por los comentarios sobre cómo me veo, o
cómo críos mis hijos, o cómo funciono en mi día a día, ni cómo manejo mi vida
laboral. ¿Qué hago? ¿Por qué?
Recordar que no tengo que justificarme ante nadie. Que hay
cosas que hago, digo, escribo porque así me lo dicta mi corazón. Que tengo que
salir adelante con mis sueños, y que no será fácil, sobre todo a la hora de
enfrentar en el mundo y lo que espera de alguien como yo. Menos compromisos
sociales, y más compromiso conmigo misma.
Me gustaría repensar a lo largo de los próximos meses mi
forma de aproximarme al amor, a la amistad, a la familia, sobre todo a los
hijos, qué les estoy dando, más allá de las respuestas básicas. Recordar que la
mejor educación que puedo es más que un colegio, es un ejemplo, es mi propia
vida y sobre todo mi expresión y mi sonrisa. Paz y calma. Quisiera además
repensar cómo me aproximo a mi país, qué espero de él y qué le estoy dando. Me
gustaría pensar en Venezuela más allá de los problemas y la coyuntura. Y sí me
gustaría ser parte de un movimiento, así sea pequeño, de rescate de identidad,
de mirada positiva, de ganas de amar el país, de entendimiento entre venezolanos,
que no tiene nada que ver con chavismo u oposicionismo, sino con ciudadanía. Me
gustaría ayudar a formar generaciones de venezolanos orgullosos de su país, más
allá de la retórica y de la comodidad. Me gustaría capitalizar esa
desesperación que nos entra cuando vemos un Ávila bello y usarla para contestar
la pregunta: ¿Por qué amas a tu país?
Por último tengo un par de resoluciones concretas, una no la
puedo comentar porque todavía es un proyecto en fase de planificación, pero si
eso se da – y se va a dar, lo sé. - podría ser algo que cambie mi vida por
completo. El otro, también puede cambiar mi vida, implica un salto menos obvio
y tal vez uno que no mucha gente va a entender, implica dar a conocer finalmente
mi trabajo: esta semana armé un
poemario. Tengo años escribiendo poesía, o textos que no sé que género tienen.
No me siento en plan “aquí viene un poema”, simplemente necesito decir algo, o
recrear algunas imágenes y lo digo. Como si allí hubiese un mundo que quiere
nacer. Finalmente los recopilé y los armé. Arranco el 2015 con la meta de
publicarlo. Nunca imaginé que haría eso antes de mi novela, pero a veces las
cosas se dan así. Ah bueno y el detalle: es poesía erótica.
El año que viene será difícil. No dejo de pensar en lo
extraño que resulta que tal vez la única resolución que pensamos plausible sea
sobrevivir cuerdos. No enloquecer. Creo que es un año que vendrá para
enseñarnos a valorar el país, la gente que amamos, lo que nos rodea, lo que
tenemos, lo material, pero sobre todo los valores, para rescatar los que hemos
perdido y armar una nueva identidad. O al menos comenzar a hacerlo. Sin
embargo, creo que hay que seguir soñando. Pase lo que pase no podemos dejar de
soñar, y no podemos dejar de intentar ser mejores. Quizás la resolución más
importante sea evolucionar, porque así es que se cambia el mundo, y no es el
mundo quien nos cambia a nosotros.
Comentarios
beso, buen año.