Lean los muros y los artículos. Qué nos pasó? Qué somos? Estoy harta del falso pacifismo. De los golpes de pecho de la gente que se declara buena. Las manos arriba, porque esto que nos pasó es culpa de otro. Y cada cosa que pasa, cada horror va en la cabeza de otro. Y mientras todo se va a la mierda, nos invitan a llorar algo que nunca tuvimos. Algo que nunca fuimos. Y más que a reaccionar nos invitan a adjudicarle la culpa a alguien. Chávez consumió todo. Enseñó la envidia y el resentimiento, la desconfianza. Quedan pocos capaces de hablar o redactar algo con mediana objetividad. Ya no compro más la paja del llanto por la paz de quien habla de renconciliación pero insulta a otros con ironía por pensar distinto. Aquí no hay un cambio porque la gente no quiere cambiar. Es mucho más cómodo mandar a los demás a que cambien y a final ds cuentas lavarse las manos con un simple "es que yo no soy político". Siento que ya no quepo aquí. La desilusión es demasiado grande.
Un país
Creímos creyendo en un país que ya no existe, que tal vez nunca existió. Quizás crecimos en una burbuja. En negación. Creyendo que podíamos darnos el lujo de no enterarnos de nada. De que Venezuela siempre sería un lugar en el que se viviría en un eterno día feriado. Nadie nos preparó para el fracaso. Así como tampoco nos prepararon para trabajar duro. El país nos tenía que dar todo, y tenía que darlo porque nos lo debía. El ser venezolano te convertía en un acreedor de la tierra, más que en un ciudadano. Pensábamos que éramos inmunes a una tragedia. Nos creímos más inteligentes, más cultos de lo que éramos y nos enamoramos de nuestra propia imagen de gran potencia entre los pequeños. Mientras fuimos uno de los Big 7 de Latinoamerica nos veíamos al espejo como Narciso, hasta que de tanto admirar nuestro reflejo nos lanzamos al agua, creyendo como sociedad que nadaríamos en agua bendita, pero terminó siendo un pantano, que ahora se va secando y se convie...
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