Crónicas del Tercer Mundo
En estos días commence un blog en ingles, se llama Third
World Chronicles, (Crónicas del Tercer Mundo). Mi idea es escribir crónicas
sobre la vida diaria en un país que ya parece que baja del Tercer Mundo al
Infra-Mundo. Lo cuento en inglés porque la idea es compartir con gente que vive en el
Primer Mundo. Un mundo que ya se nos hace tan lejano, que aunque estamos en el
mismo planeta pareciera otro totalmente distinto. Tengo algunos amigos que he
hecho a lo largo de la vida que no hablan español, me hacen muchas preguntas
sobre mi vida aquí y esta es mi forma de contarlas. También la meta es
llegarle a desconocidos, a gente que entre por casualidad, o porque le llama la
atención el título. Me lo imagino. Al americano que vive pendiente de las
Kardashian, de su café Starbucks, que no piensa en elecciones, que no se
imagina la escasez, que le parece que el secuestro es algo tan lejano, lo ve
como algo del cine o de tabloides amarillistas, de enfermos mentales que están
muy lejos de la vida de una persona normal.
En cambio aquí. Aquí hay tantas cosas que están en la vida
de las personas normales. Desde los insultos de un presidente, hasta las cosas
más extrañas. En un mismo día puedes ver un motorizado en una acera, que esquiva a
un peatón y encima lo insulta, y también puedes ver una cola que sale de un
supermercado y le da la vuelta a la manzana, puedes ver un avión de guerra
sobrevolar la ciudad, y una guacamaya que se acerca a tu ventana al caer la
tarde. No entiendes la gloria de la naturaleza por un lado, y la decadencia del
ser humano por el otro. Escuchas cosas, y a veces, sólo a veces te preguntas si
lo que escuchas es verdad, o es exageración de la gente. Secuestros. Colas. Trámites costosos. Robos.
Abusos. Medidas insólitas. Gente que está presa. Gente que se va. Todo el
tiempo hay gente que se va.
Los blog son también un desahogo para mí. Mientras
cuento mi realidad voy pensando en lo que hay aquí. Por qué estoy aquí. Sé que
tengo un post que dice por qué no me voy. La verdad es que no es fácil
responder esa pregunta. Hay miles razones para irse. Siempre las ha habido. De
hecho me fui en el 2000 y todo el mundo me decía, te estás yendo en el mejor
momento. Todos pensábamos que al año siguiente se iba a definir todo. Lo
seguimos pensando, que el año que viene sabremos realmente qué será de nuestras
vidas, si al país se lo tragó algo, o si finalmente dimos una vuelta en U y
cambiamos de rumbo. Predecir el futuro es demasiado complicado, tal vez esa una
lección que todavía no aprendemos. Que nos toca asumir el presente y parar de
oscilar entre la nostalgia por el pasado, y la predicción esperanzada de algo
mejor. La pregunta es ¿qué hacemos ahora?
En mi caso la respuesta es lo único que sé. Escribir.
Escribo. Escribo otra vez que no me quiero ir. Entiendo que eso es la solución para
muchos. Lo entiendo y lo respeto. Entiendo que tal vez esa podría ser una
decisión que yo tome tarde o temprano. No lo sé. Todavía no es mi momento. Yo
no idealizo la vida en otro país. Todo tiene pesos y contrapesos, y uno cambia unos
problemas por otros. Yo ya viví ese
proceso, y la verdad, no lo quiero repetir todavía.
Ciertamente. Hay algo aquí que me expulsa, como bien dijo un amigo hoy en Facebook. Hay algo que me hace
sentir incómoda y en desagrado con este lugar. Sí. Experimento muchos
sentimientos negativos. Sin embargo, todavía tengo razones de mucho peso para
quedarme. Mi trabajo. Mi familia. Lo que quiero de mis hijos. No estoy
preparada para criar hijos con otro componente cultural. Yo todavía veo lo bueno del venezolano. Yo creo que las cosas no se pierden,
sino que la gente las deja perder. Yo todavía estoy dispuesta a asumir el
compromiso de luchar por mi país, sin que eso se entienda desde la radicalidad
y la violencia. Yo lucho en otro espectro. Yo participo. Trabajo. Construyo. Y
aquí doy la pelea. No me veo como
ciudadana de otro lugar, por más que tal vez a veces, tampoco me sienta
ciudadana aquí.
Tal vez por ahora mis posts sean casi tristes. Angustiantes.
Cuenten sobre lo que menos queremos ver. El peor lado. El del miedo. El de la
sordidez en la que vivimos. Sin embargo aquí también hay historias
maravillosas. Yo también he conocido mucha gente que me inspira a quedarme, que
me recuerda que la realidad tiene mucho matices, que los países no se acaban, y
que las cosas cuando uno tiene voluntad cambian para mejor.
No sé cuándo cambie esto. En realidad nadie lo sabe. Ni el
que tiene esperanza, ni el que las perdió hace tiempo. Yo sólo sé que sea lo
que sea y dónde esté haré lo que sé hacer, escribir, leer y compartir esas
grandes pasiones.
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