Bye Bye Cola de Cochino


Yo tengo que admitir que soy adicta al Splenda, al edulcorante artificial. Cuanta porquería hay que diga light, low-fat, no contiene azúcar, dietético, diet, libre de azúcar, sin azúcar, todo eso yo me lo compro como las embarazadas compraban leche durante la escases. Además, hace ya un par de meses descubrí gracias a una amiga los productos de NI UNA DIETA MÁS. Un sueño hecho realidad, aunque nunca me comí los helados, descubrí unos chocolates, que son tal cual como los famosos Pin-Pon, y que por consecuencia pasé a llamar: Pin-Pones Psicodélicos. Esos bichos se supone que son pura proteína. Lo cierto es que la cajita no dice qué ingredientes contiene lo que no has llevado a sospechar que a lo mejor allí están desde los restos que estaban en las tumbas profanadas del Cementerio General del Sur hasta polvo proveniente del otrora Muro de Berlín.
Según yo, comer esa porquería no engordaba. Era perfecto. Lo cierto es que desde un tiempo para acá el gran Charles, el Ídolo de esta Generación (después de Guillermo Dávila), me convenció de que comer ese tipo de comida basura disfrazada de sana y no engordante, pero que en realidad es radioactiva, iba a hacer que me saliera la colita de cochino o el tercer ojo.
Lo logró. De un tiempo para acá cada vez que me como un producto infestado de Splenda, Nutrasweet o cualquier cosa me siento mal. Me dan desde retorcijones hasta otras cosas de las que prefiero no hablar, por más de que mi hermana diga que a mí me encantan las historias de pupú. No estoy segura de si es un efecto fisiológico o psicológico, pero he decidido dejar las chucherías psicodélicas.
No sé si engordaré, según Charles, voy a adelgazar, eso ya lo veremos. Por lo pronto volveremos al mundo de las chucherías de verdad. Se supone que yo quiero hacer al Casting de The Amazing Race, espero no terminar haciendo el de Perder para Ganar o terminar en la columna de Mundo Singular en la Hola, como uno de esos gordos que necesitan maquinaria hidráulica para ir al baño.
Así que Bye bye cola de cochino, aunque estoy segura de que tarde o temprano vendrá una dieta o un episodio de gordura que me llevará más cerca de mi tercer ojo.

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