La Desesperanza.


Hoy me ataca la desesperanza. Me aterra. Me aterra pensar que dentro poco estaremos viendo estos días y pronunciando aquella frase odiosa de éramos felices y no lo sabíamos.

Me aterra pensar que con todo a punto de colapsar, en un país donde salir a la calle requiere bolas, o al menos un avanzado sentido del azar, de que no te importa jugártela, donde no hay agua, no hay luz, escasea todo, el gobierno, el vecino, todo el mundo te quiere joder, para llegar de un lado a otro de la ciudad hay que hacer magia. Me aterra pensar que eso en algún momento será un escenario preferido a otra realidad aún peor.
No veo salida. Y me preocupa porque lo estoy viendo como los suicidas. Sin posibilidades de ningún tipo. Me preocupa sentir que no puedo vivir ni aquí, ni allá, ni acuyá. No me veo en otro lugar. No me veo en otras calles, con otro acento, no me veo sin el Ávila. No siento que me puedo apropiar de otra tierra. Hacer mío otro lugar. Echar raíces. No sé si pueda ver a mi hija crecer en otro lado. Me da miedo que todo sea demasiado extraño. A la vez, ya no sé cuánto tiempo esto siga siendo mío.

No sé qué hacer. Porque una cosa es ver que uno tiene que luchar contra algo que se parece a la maldad. No quiero decir que es la maldad, porque yo no me considero quién para hacer ese tipo de juicios de valor. Pero una cosa es luchar contra eso. Contra una visión que oprime, que quiere eliminar espacios de libertad y otra cosa muy distinta es ver lo que pasó en la Finca de los Quintero y sentir que aquí queda una esperanza.

Yo no sé qué es esto. Ni qué está pasando. No sé cómo ordenarlo en mi cabeza. No sé si tengo que enterrar la cabeza, cerrar los ojos y esperar a ver si todo pasa. No sé si tengo que sacar la cabeza de una vez y decidir: si lucho o me voy. No sé a qué debo aferrarme. Si a mi país o a mi vida. Realmente no sé a cuál le debo más. No sé cuál de los dos me va a traer más fortuna o más desdicha.

Necesito razones y no las encuentro. No las veo. Me siento sola y me preocupo. No sé qué está pasando. A veces siento que escribir es lo único que tengo. Es lo único que me queda.

Esto es terrible. No quiero pensar. De verdad no quiero. Al menos no hoy. Estoy cansada.

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