Entre Predicciones y Pajaritos Preñados

Así se pueden definir los últimos diez años de nuestras vidas. Con una bola de cristal en la mano y con una carta al Niño Jesús en la otra. Quizás porque lo que nos toca enfrentar es una realidad para la que nada, ni nadie nos preparó. Después de todo, nacimos y crecimos en una Venezuela con infinitas posibilidades, en un país que se jactaba de ser la democracia más sólida y más antigua de Latinoamérica. Parecía que éramos inmunes a eso del totalitarismo y que las riquezas naturales que teníamos nos servirían para protegernos de cualquier crisis, tanto social, como política y económica.

Poco pensamos en que cuando el dictador hablaba de destruir el modelo de país que seguía Venezuela, lo decía en serio. Desde el primer momento, nos acostumbramos a vivir en una completa negación. Nos acostumbramos a hacer predicciones. "Eso no lo va a poder hacer", un clásico cuando se hablaba de leyes como la resorte, de expropiaciones y trampas electorales, y allí está todo, hecho y hasta oxidado. Nos encantaba repetir la famosa frase "los gringos no lo van a dejar, porque les interesa demasiado su petróleo" y ahí está PDVSA, roja rojita y destruida. Nos tuvimos que dar cuenta que a los gringos, realmente, no les importa. Después empezamos a buscar dentro de nuestras propias filas a los héroes salvadores, "los militares no se van a dejar humillar, son un cuerpo demócrata, se sienten avergonzados de tener un Comandante en Jefe que no merece serlo." Esa no nos hemos cansado de repetirla. Pareció cumplirse por un momento, pero no fue un cuerpo demócrata que se pronunció, sino fueron los últimos hombres de honor que se encontraban en las filas de la institución. Hoy en día, ya ni recordamos sus nombres. Igual seguimos esperando a esos míticos militares, esos esposos, de las amigas, de una prima de una vecina, que según nos cuentan, dicen que en cualquier momento aquí estalla algo que nos llevará diez años atrás en el tiempo y seguiremos adelante como si no hubiera pasado nada.

Precisamente de esas ideas es que nacen los pajaritos preñados. No nos damos cuenta que vivimos autocensurándonos. Que nos hemos condenado a casa por cárcel. Cerramos puertas y ventanas con los materiales más sólidos que podamos encontrar, prefiriendo morir atrapados por las llamas de un incendio, que bajo el tormento del extraño que pueda entrar. Nos hemos resignado a que robos y asesinatos son sucesos que les acontecen "al que se lo buscó," al que osó hablar por teléfono en su carro en plena cola, al que iba con la ventana abierta, al que esperó al amigo mientras bajaba de su apartamento para montarse en el carro, al ostentoso, al sifrino, al rico, o al pobre que lamentablemente vive en un barrio donde la violencia es parte de la vida. Ya no hay víctimas, sino colaboradores del victimario.

Estamos acostumbrados a que expropien empresas, y nos decimos que bueno, que eso le pasa a la gente que está metida en industrias básicas, o que bien hecho que le pasó al que hizo negocios con el gobierno, por maula indecente, ojalá lo dejen en la calle. Nosotros hemos aprendido muy bien a aplicar la ley selectivamente. Si se meten con el periodista, quien lo mandó a ser tan frontal, a no ser un poco más objetivo, a estar acusando todo el día, a no recurrir a instancias del poder público. Si promulgan una ley absurda, como la ley resorte, que no permite que la palabra "cigarro" se diga por la radio, la seguimos, nos callamos, vemos a hacia otro lado y nos contentamos porque "al menos tenemos radio." Si nos invaden un terreno, negociamos y repartimos, que al menos nos dejen algo. Si hay vacas y pollos, que se lleven el pollo y me dejen la vaca, o que se lleven la vaca y me dejen el pollo. Y con pollo o vaca nos sentimos tranquilos, después de todo nos dejaron algo. Hasta permitimos que Venevisión saque del aire las imitaciones de Juan Gabriel y Cheo Feliciano, porque tiene miedo que algún día Conatel se base de eso para cerrar el canal. Eso es curarse en salud, no buscar problemas. Esa es la malicia del pajarito preñado. No vemos que ese es el dictador jugando con el fuego de nuestro miedo, y lo que es peor, quemándonos con él.

Nos estamos arrodillando y no nos damos cuenta. Seguimos pensando que vamos a llegar al final de una calle ciega, que toda esta situación va a llegar a un punto en el que ya simplemente "no van a poder." O que las masas, ya que disfrutan tanto de sus blackberry y de sus zapatos de marca americana hechos en china, van sublevarse cuando sientan que ya no pueden acceder a ese tipo de bienes, a ese tipo de lujos. Hacemos una predicción y confiamos en el pajarito preñado. Lástima que las dictaduras no tienen un lado rosado, ni se acaban con buenos deseos, que no basta con cerrar los ojos y pretender que no están para que no existan. Lamentablemente las dictaduras son como las enfermedades, no perdonan a nadie, y aquí el grueso sigue creyendo que está a salvo porque pactó con el gobierno, porque se dedica a una actividad que pareciera no importarle al sistema chavista, o porque vive callado sin meterse con nadie.

El trabajo que viene es parejo, porque no sólo nos va a tocar lamentar la libertad perdida, sino que el peor día de nuestras vidas será cuando el pajarito preñado, que nos llenó de tantas ilusiones de salvación se nos convierta en un cuervo que nos saque los ojos. Y el que no lo crea, que se vea en la cara de los que ya han perdido todo bajo el yugo de este gobierno.

Chao Celarg. Chao Ateneo. Chao RCTV. Chao Banco de Venezuela. Chao Cantv. Chao Sidor. Chao PDVSA. Chao Electricidad de Caracas. Chao Ávila Mágica. Chao puertos y aeropuertos estatales. Chao Alcaldía Metropolitana. Chao Rosales. Chao Policías de la PM. Chao CADIVI. Chao Toyota. Chao Ford. Chao General Motors. Chao Alcasa. Chao Ferrominera. Chao Tavsa. Chao Petroleras de Maracaibo. Chao Cemex. Chao Holseim. Chao Lafarge. Chao miles de venezolanos que han muerto de forma violenta…Chao….

Chao educación. Chao trabajo. Chao propiedad privada. Chao automercado. Chao Futuro. Hola racionamiento. Hola propiedad social. Hola cola del comunismo. Hola represión. Hola miedo. Hola silencio.

No hace falta la bola de cristal para darse cuenta de que eso viene, tristemente, será como aquel dicho árabe, lloraremos como niños, lo que no supimos defender como hombres.

Comentarios

Doña Treme ha dicho que…
Me tuve que robar el refran arabe y ponerlo en mi messenger. Me parecio demasiado real

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