Progesterona Diaries


¡Motherfocker! Es la única palabra para este momento del mes. La progesterona sube. Me acabo de enterar de que es por eso que uno se vuelve una especie de engendro. Lo pienso porque hace cinco minutos tranqué el teléfono. Me quedo pensando y lo poco que queda de mi lado masculino dice: Bicho pana. ¡Qué cuaima! A lo que mi lado femenino: Responde, Síiii. Síii. Soy cuiaima, ¿ y?? ¿ YYYYYY???? A pesar de que lloro por absolutamente todo, (es uno de mis trademarks así como la facilidad para el drama), en realidad como me dijo una vez un gran amigo: soy una gran racional. Eso lo heredé de mi papá, una de las personas más racionales y prácticas que conozco.

Sin embargo no puedo escapar a la focking progesterona y lo que hace con uno. No puede ser, lloras hasta con la propaganda más inútil, como la de Ford Explorer, con el tipo que daba el discurso de algo así trilladísimo como "vive cada día como si fuera el último." Lloras con canciones de Roque Valero, dígame las novelas mexicanas, cuando sale la chole diciéndole a la protagonista con sus pestañotas falsas y la boca más grande y roja que si la hubiera atacado un enjambre de abejas africanas: "aayy miiiijaaa, pa´que le voy a mentir, Malvina se llevó su chamaco" y aquella tipa llora y uno también llora. Como una imbécil. Tu lado racional te dice: El coño de tu madre, estás llorando con una novela mexicana. Pero no hay nada que hacer.

Después está el hambre que te da. Primero retienes agua como si fueras una represa. Te sientes como si te estuvieran inflando como un caucho de bicicleta y aún así te da un hambre descomunal. Y no es hambre cualquiera, no es que puedes comerte unas galleticas de soda, un cambur y matas la ansiedad. No. Es hambre de algo sustancioso. Algo así como espagueti con carne y con burda, burda de salsa. Otra maravilla, el cutis horroroso. Como si le hubieras ido a meter la cara al tubo de escape. No hay nada que hacer. Te echas cuanta mierda inventó Lancome, Helena Rubistein, quien sea, nada. Es un horror. No se puede contra ella. Te salen justo debajo del cuello, en la espalda y una que otra en la cara.

Por todos lados la hormona te bombardea con lo que te viene en un par de días, que no es tampoco un pic-nic, por más alivio que traiga a estos síntomas. Además te duelen las lolas. Si trotas, como yo, los primeros 9 minutos te sientes como si fueras un cocotero corriendo para el mar. Yo siempre llego a un punto en el que pienso: "Tengo algo. Esto no puede ser normal." Y el mal humor, la rabia infundada, la depre, el agotamiento y a veces el dolor de cabeza. Y uno todavía se pregunta por qué a veces las mujeres somos difíciles de entender. Nosotras, que no podemos ni entendernos a nosotras mismas, que muchas veces somos esclavas de nuestras hormonas, que son algo totalmente incontrolable.

Hoy encima me toca escuchar a Eros Ramazotti cantar…"Otra no puede haber…es la cosa más preocupante"

Verga Eros. Yo también pensaría que no hay otra que pase por esto, pero sí, creo que somos todas. Y en cuanto a lo otro, sí. Es preocupante. Es desesperante. Y lo que viene. Tres días de agotamiento, dolor de vientre y caminar por ahí con un pañal. ¡Mierda, qué mal humor! ¡Qué progesterona por las nubes! ¡Motherfocker!

Comentarios

Toto ha dicho que…
Cuando salgas en estado, por favor borrame de Facebook.
Gracias,
J.

Entradas populares de este blog

¿Cómo se pide el empate?

¿Ver Luis Miguel? ¿Qué cosas dices pisha?

Soy desordenada ¡Qué carajo!