En horas duras

Frente a la detención de Ledezma y la continua persecución de aquellos que han alzado la voz con firmeza frente a las acciones de este régimen, quizás muchos de nosotros aún nos sintamos resguardados en la distancia. A lo mejor todavía pensamos que estamos lejos de un destino similar porque no ejercemos una función política, porque no estamos expuestos a los medios y porque no expresamos nuestras opiniones desde una tribuna suficientemente grande. 

Sin embargo, en una coyuntura como esta todos somos vulnerables.  Desde el líder más popular, hasta quien ejerce su libertad de una forma en apariencia de perfil más bajo. No es un tema de condición económica, ni de profesión, ni de ejercicio de la libertad de expresión. Cuando se vulnera y se atropella a un ciudadano en sus derechos fundamentales todos pasamos a ser vulnerables. No es una teoría abstracta, es de las primeras cosas que uno aprende en primer año de derecho, y lo digo con conocimiento de causa, pues yo pasé por esa escuela. Las garantías o son para todos, o no las tiene ninguno. 

Justamente lo que busca un régimen como este al atacar a los líderes de un movimiento de resistencia y disidencia de esta forma, es desmoralizar a quienes llevan su lucha de una forma más privada. Los convierten en el espejo en que el régimen quiere que nos miremos los ciudadanos, para que muertos de miedo bajemos la mirada y finalmente la cabeza, y aceptemos que tenemos un único destino, someternos a lo que sea que nos imponga. Desde el aumento de la gasolina, hasta el tipo de cambio, hasta los días que podremos tener acceso a la compra de los alimentos. Así se termina de tumbar no sólo la acción organizada de la gente, sino la moral del individuo y sobre eso se sostienen los regímenes dictatoriales.

Es por ello que han pegado tan fuerte las palabras de Leopoldo desde la cárcel. Esto es un nuevo golpe para convencernos de que no hay esperanza, que no hay vida, que no hay salida. Este es el momento de la solidaridad, pero no sólo a través de las redes sociales, sino de forma mucho más activa. Lo que implica una presencia física, pero también ánimo en los espacios de lucha particulares, desde el maestro, hasta el médico. Ahora es que tenemos que prepararnos para construir el país, para seguir trabajando. 

Quizás nos ayude a llevar la circunstancia el pensar que esto es una estrategia puntual frente a elecciones o cualquier otro evento, pero ya es hora de asumir que este tipo de violaciones son sistemáticas, y si bien las elecciones son un factor más, no lo son todos. Ya en quince años hemos debido aprender que cuando el régimen no le conviene una elección, la altera de cualquier forma para lograr su objetivo pues controla todas las instituciones. Los presos políticos van un poco más allá. 

Ninguno de nosotros está a salvo. Ninguno es libre mientras haya presos en las cárceles por su forma de pensar o de expresar ese pensamiento. Mientras haya gente que es perseguida por cómo se expresa, desde soñar y proponer una organización de país distinta, hasta asumir las riendas de su empresa como lo crea necesario. Mientras haya alguien privado de libertad sin el debido proceso, en violación flagrante de todos sus derechos, no somos libres, ni nada nos exime. Cualquier acto nos puede costar la libertad, la integridad física e incluso la vida. 

Es el momento de la firmeza, de la valentía que no implica no tener miedo, sino enfrentarlo. Nos enfrentamos a un régimen que no acepta el pensamiento libre, que no tolera nada y que sólo espera del ciudadano una cosa: sumisión. Aún así, el silencio, no sólo nos hace cómplices, sino que también nos expone y nos hace culpables. No sabemos cuándo una opinión por estos medios nos costará más caro de lo que habríamos pensado. 

En este momento Ledezma somos todos de una forma que tal vez no llegamos a comprender. 

Es una hora muy dura, y como alguien me dijo una vez, ahora es que nos toca demostrar de qué estamos hechos. Esperamos siempre la entereza de los líderes, pero los ciudadanos también tenemos que dar la talla. El país es nuestro. La libertad es nuestra. Depende de nosotros también. A mis compatriotas les deseo la fuerza necesaria para asumir estas horas tan duras. 




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