Yo soy Farmatodo

Una de las empresas más importantes que quedaba en el país amaneció prácticamente expropiada, o peor, no sabemos, lo que delata el estado de inseguridad jurídica que vive Venezuela. Nuestros derechos constitucionales ya no son ni sugerencias, mucho menos algo consagrado que debe regir cada acto tanto de instituciones como de funcionarios del estado. Directivos y empleados de Farmatodo están "retenidos". Lo que tomando en cuenta lo anterior supone un estado de incertidumbre y angustia inaceptable e incompatible en un sistema democrático de gobierno. 

Adicionalmente, el resto de los empleados vive momentos de incertidumbre ante lo que pueda ocurrirles frente a una coyuntura empresarial y económica sin precedentes y sin garantías. Peligran desde sus trabajos hasta su libertad. Y la gente se la sigue jugando, por su empleo, su familia, su país, su futuro. Quizás para muchos esto todavía sea un acontecimiento que no les afecta o que se puede ver desde la distancia. Farmatodo como tantas empresas que ya han pasado por un proceso similar era un ejemplo de la calidad el trabajo que se ha hecho en Venezuela durante años. Generación de empleos, de productos y su compromiso con la responsabilidad social la hicieron realmente un ejemplo de lo que es construir país. Farmatodo, como tantas otras que el aparato destructor del comunismo arrastró para servirse a su fin totalitario de asumir el control de la nación a través de la sumisión y la dependencia de sus ciudadanos. Vamos a estar claros una cosa, las empresas las expropian no sólo para amedrentar, la meta es que los ciudadanos dependamos totalmente del estado. No es un accidente, no es una equivocación, es una estrategia. 

En sus comienzos este gobierno culpó a la empresa privada por los males que resultaron del mal manejo de las políticas públicas. Sin embargo hemos visto como era  el sostén de la producción del país. Su destrucción terminó en un colapso total de cada uno de los ámbitos de nuestra vida como ciudadanos. Pensaron algunos que no les afectaba la pérdida de RCTV porque no veían el canal o la pérdida de Sidetur porque no construían, sin pensar que era un canal de tribuna para distintas ideas  y que vivían bajo un techo sostenido por cabillas. Pero que más allá esas empresas eran sostén de hogares, de construcción de proyectos y propuestas que alimentaban la cadena productiva del país y contribuían al desarrollo de nuestra economía y la formación de las personas. Que todos estamos atados porque es un ciclo, una cadena y que no estamos aislados, que es imposible estar bien al rededor de nosotros se deteriora la calidad de vida. Así como tal vez ahora muchos piensen que un preso político no tiene que ver con ellos porque no militan en partidos o Farmatodo no les afecta porque están sanos o no son clientes, lo cierto es que cuando se atropella a un ciudadano se atropella a todos. El día que violan los derechos de uno, se abre la puerta para violaciones sistemáticas, la destrucción de una empresa, y lo más grave la privación de libertad de sus directivos y empleados sin respeto a derechos ni procedimientos nos hace peligrar a todos. 

Sin embargo, a pesar de todo, si algo he aprendido en estos años es que lo peor del ser humano está siempre a simple vista. Que las desesperanza es una sombra que siembra sobre el corazón muy fácilmente, pero también que las horas más duras y las circunstancias más adversas muestran lo mejor de la gente. Que hay personas que son capaces de entregarlo todo con tal de no renunciar al compromiso que tienen con su país, con sus empleados, sus seguidores, pero sobre todo con sus principios. Que el venezolano es resiliente y no se deja apaciguar fácilmente, lo que no significa que esté dispuesto a atropellar de la misma forma como le atropellan. He aprendido lo que es la solidaridad, el respeto y el honor. Yo he aprendido en estos quince años que hay una diferencia entre la gente que lucha EN CONTRA de las personasy la gente que lucha POR las ideas. 

Aún podemos perderlo todo y está en nosotros reconocer el espacio de lucha, que no implica un enfrentamiento, sino todo lo contrario, un esfuerzo de construcción. Desde el cuestionamiento, la crítica, pero también desde la acción. Venezuela es de todos, no es nada más de los políticos, no es nada más de los empresarios. Ha sido muy dura la lección a aprender de que un país los construye el trabajo de su gente. Que la educación y la formación de las personas y la creación de valores ciudadanos son la piedra angular de cualquier sistema democrático y libre. No podemos cambiar el pasado, no podemos modificar esta coyuntura salvo resistiendo desde la convicción. 

A los que hoy están perseguidos, a los empleados de Farmatodo que hoy se levantan bajo el peso de la incertidumbre, a quienes tal vez los invada la desesperanza y el miedo toda la solidaridad: Yo soy Farmatodo. Yo soy Venezuela. No están solos. 

Comentarios

MELB ha dicho que…
Sidetur, Siderúrgica del Turbio S.A

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