Callar no es una opción

Los hechos de París no tienen sólo el matiz de venganza en contra de quienes profanaron una religión. Esto no es cuestión de credos, de egos u honores heridos, de resarcir daños y fijar un punto, mucho menos una idea. No era nada más llevarse por delante a unos tipos que le faltaron el respeto a un dios o que se burlaron de algo que para mucha gente era sagrado. Era simplemente sembrar el miedo. Terrorismo en su expresión más pura. El tirano del siglo XXI. Tal vez no nos damos cuenta, pero cuando decimos #JesuisCharlie no se trata nada más de levantar la voz por empatía con el pueblo francés, con el gremio de caricaturistas y escritores, con tipos como Salman Rushdie que tuvieron que esconderse de la ira de quienes se sintieron ofendidos por lo que dijo o lo que escribió, o peor aún lo que pensó o aún piensa. Con Michel Huellebeqc que también ha sido blanco de amenazas y cuya nueva novela es particularmente polémica. Esto se trata de matarnos a todos nosotros, tal vez no en el sentido literal de la palabra, no quitándonos la vida desde el punto de vista médico, pero sí para dañarnos la moral lo más posible. Está hecho para quebrar a la gente y fomentar la desunión y el odio, diseminar la ignorancia y el silencio. 

El terrorismo está hecho para llegar a ti, que lees esto en la comodidad de tu casa o exprimiendo al máximo la inteligencia de tu teléfono, que a la vez no es lo brillante para decirte, ni para alertarte que están buscando que el miedo se apodere de ti. Que veas los titulares, las fotos, leas los nombres y veas las caricaturas de nuevo y dejes de pensar, de reflexionar y te pongas a sentir. Empatía, dolor, pero sobre todo miedo: y te paralices. 

 Al ser humano se le aplasta a través del miedo, callando las voces de quienes disienten, incluso de quienes irrespetan autoridades y “cosas que se declaran sagradas”. Así es como se llega al totalitarismo. Lo que están buscando precisamente estos actos es silenciar las voces,  y lo que más temo es la reacción que ya he comenzado a ver, que los caricaturistas se burlaron, que hay cosas que no deben decirse, que es sagrado, que ofende, que duele. 

Es mucho más cómodo culpar a la víctima. Así nos sentimos más seguros. Como cuando roban a alguien y entonces le reprochamos haber estado en el lugar y momento inadecuado, haber provocado el hecho, tentado la mala suerte. Se nos olvida que la barbarie no entiende. La barbarie quiere acabar con todo. La barbarie busca que los demás callen, pero sobre todo que no piensen. Se alimenta del miedo, del pánico y siembra el terror porque éste no nos deja pensar y al no pensar no actuamos. Cuando las sociedades se paralizan es entonces que los tiranos surgen.

Callar no es una opción. Jamás lo será. No es compatible con la democracia ni con la libertad. No es posible vivir en una sociedad abierta y de derechos humanos si el fundamental que es  la libre expresión no se respeta con todas sus consecuencias. Tal vez se haga daño, se ofenda, se hiera, pero la palabra no destruye, lo que destruye es la violencia. No hay excusa y si es de corazón que decimos que somos Charlie no vamos a aceptar que de ninguna manera nos callen, mucho menos por la fuerza.


Las palabras nos llevan muchas veces al error, pero el peor de todos es quedarse en silencio.

Comentarios

Marghe ha dicho que…
simple excelente.... 100% de acuerdo... callar no es una opción...

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