Pantoprazol (teta) y el patrón de las causas inútiles
¿Cuál
es el patrón de las causas inútiles? Ya sé que San Judas Tadeo es de las
imposibles. Si
acudo hoy al patrón de las causes inútiles es porque necesito Pantoprazol. Mi
última caja se acabó la semana pasada. Sufro de una acidez extrema. No es esa
que se siente en la boca del esófago y te hace dormir sentado. Eso me da a
veces, cuando como demasiado de lo que me gusta. Esto es ácido del estómago que
hace que me arda la lengua y se me llene de llagas. Bonito. ¿No?
He
pasado por todos los diagnósticos. Desde el quirúrgico, hasta estrés.
Finalmente un médico, al que le puedo declarar todo mi amor en cualquier
momento, me miró un rato. Me hizo varias preguntas. Me preparó una pequeña
trampa. Me dijo, mire, a usted le está bajando la tensión y creo que sabe por
qué. No tiene nada en la sangre, ni el corazón, o bueno tal vez en el corazón sí.
Ese es el problema, usted está escribiendo un libro. Su problema es laboral,
tiene el libro atravesado (ese médico es un gran lector, no le pregunté, pero ni falta hizo). Y lo del estómago, por lo
que yo le oigo decir, usted lo que quiere es irse de su país. Me le quedo
viendo. Trato de ignorar a mí mamá que está sentada a mi lado porque sé que eso
para ella es un peñonazo en la cara. Entonces le digo, sí, tal vez tenga razón, yo en el fondo me quiero ir, pero en la superficie, en la realidad, no es posible. No voy a seguir
preñando un pajarito que jamás va a poner huevos –eso no se lo dije, lo pensé-.
Entonces me dijo, tome Pantropazol hasta que las cosas cambien, y si cuando
cambie todo en su país sigue con llagas en la lengua, entonces piense en
operarse. Además de eso, para cumplir a cabalidad con su trabajo me recomendó
especialistas y exámenes.
No me
mandó a hacer dieta. Ni a dejar el café, ni el vino, ni el chocolate, ni el
tomate. Yo le dije que eso yo no lo iba a hacer. Yo sé. Yo sé que si hago una de esas dietas locas libres de
gluten me voy a liberar del exceso de glúteo y del ácido. Pero no me interesa
privarme de las cosas que me gustan. Así como no me interesa privarme de
echarme en el piso y mirar los árboles desde abajo, pensando que cuando sea
época de mango no podré hacerlo porque seguro me cae uno en la cara y pierdo un
ojo.
Así que
llevo casi un año esclava del Pantoprazol. Yo me olvido de todo, pero no de esa
pastillita. Me sale caro no hacerlo. Es más, ahora me tomo otra en la noche,
porque a veces la cosa es grave. Pero cuando se me acabó la cajita yo sabía que
iba a ir a la farmacia y no iba a encontrar nada. Igual fui, pensando en quién
sería el patrón de las causas inútiles. Me dije esto es una idiotez. Y no sólo
fue una idiotez, sino fue un episodio sacado de algo así como el Chavo del 8.
Llego a la taquilla externa de la farmacia y luego del inteligible “buenas
tardes en qué puedo ayudarle” respondo, “buenas tardes, ¿me podría dar un Tecta
por favor?” Nunca me puse a pensar que si uno lo
pronuncia rápido parece otra cosa. El señor de la farmacia sí. Es decir, que en
medio de todos los problemas que tiene, en su turno de la tarde llegó una
señora a pedir TETA por la autofarmacia. Se queda en silencio. Yo reclamo,
“¿Aló?” “No señora, es que, no sé. ¿Qué es lo que quiere?” “Tecta. Que sí tiene
Tecta.” Otra vez el silencio. “Es que aquí no vendemos eso” “Pero yo lo compré
aquí hace unos meses.” Silencio de nuevo. Y yo sin entender, sin pensar, no me
daba la cuenta, estaba más bien puteando contra la situación en mi cabeza, el
gobierno, los dólares, el ardor en la boca. “Ya va, ¿me lo puede repetir?”
“Tecta” Entonces me dice, y no sé si ya esto fue buscando lo que no se le había
perdido, “¿Y eso para qué sirve?” “Es un remedio para la acidez. Es
Pantoprazol”. “Aaaaaaaaaaaaaaaaa Tecta” “Exacto”.
En
menos de treinta segundos se asoma por la ventanilla, con su microfonito en la
boca, sonriendo, como a quien le han hecho el día en la oficina: “amiga, aquí
no hay eso, ni nada que se le parezca”. Toma el jueguito de doble sentido a mi costa. Yo sigo sin pensar en tetas, ni nada
que se le parezca. Sólo pienso en mi pastillita rosada de todas las mañanas
quince minutos antes del desayuno. “En serio. ¿Nada? ¿Ninguno de la familia de
los Prazoles? Ome por ejemplo”. “Nada. Yo fui a ver ese estante y está
completamente vacío”.
Me voy.
Y dos horas más tarde caigo en que en medio de todo el rollo de no hay, no se
consigue, no aparece, me estaban bacilando. Menos mal que sé reírme de
mí misma. Que dentro de todo hay algo cómico en haber ido a pedir teta en la
farmacia, sobre todo en país de tanta lola operada, pronto tal vez las
compraremos así. “Dame una Diosa Canales de 650cc por favor”.
Claro que en teoría no puedo quejarme. No es que dependa de eso
para ser buena madre, o para escribir, o para leer. En realidad mi vida no se
alteraría tanto, sólo que de vez en cuando pasaré del vino blanco, o del whisky
en las rocas. ¿Qué importa? Eso tampoco se consigue, o está absurdamente caro y
con gente que no consigue sus pastillas para el cáncer, ¿me voy a quejar por
Pantoprazol y whisky? Soberanas bolas y problemas de mapas tendría que tener. Mi
problema no es de vida o muerte, es de vida mejor, y a veces pareciera que la
vida mejor es casi tabú, espejismo, universo paralelo, ficción u odisea
intergaláctica.
Y
bueno, entre pedir Pantoprazol o teta en la farmacia es más o menos lo mismo.
La misma locura. Una tarea para el patrón de las causas inútiles.
Comentarios
El Tecta de 20mg aparece en amarillo (unidades limitadas) en Farmatodo San Carlos, esa debe quedar por el centro, cerca del Panteón Nacional. Aunque esa categoría en amarillo nunca es muy confiable. Llama antes.
Espero puedas resolver y sentirte mejor... Que tengas el mejor día posible!
Jen