52 Cosas Buenas


La Promesa de las 52 Cosas Buenas 

El día que ganó el NO aquel referéndum horrible, fue para variar uno de los peores días que pueda recordar. Es esa incertidumbre de bacteria come carne. Fue horrible. Ya era de madrugada. Yo me puse los zapatos de goma y le dije a mi esposo (entonces mi novio), mira pana, si los estudiantes dicen que hay que salir a defender el triunfo, pues yo salgo. No tengo hijos. Este es mi país. ¿Hasta cuándo? Salió Baduel. Presionó. La cosa estaba servida para algo feo. Y ahí lo hice. "Mamama (mi abuelita que en paz descanse y que yo se los juro no saben Mamama como cumple) haznos esta segunda Mamama y yo voy a misa todos los domingos durante un año." 

Todos sabemos lo que pasó. Se dio pues. Ganó el No. Después el loco vino e hizo lo que le dio la gana con su habilitante, pero eso ya es otra historia. Lo cierto es que yo tenía que ir a Misa y aguanté dos domingos. Es que, con el perdón de la audiencia Católica, pero a mí la Misa, si no la siento me aburre. De verdad. Eso de estar ahí pensando en lo que tengo que hacer, en lo que no hice, haciendo mentalmente la lista del mercado, o pensando en el lío que tuve con no sé quién. No me parece. No vivo así. 

Entonces recordé que yo desde hace tiempo vivo mi vida espiritual de otra forma. Me concentro más bien en hacer cosas buenas. O al menos trato. En vivir bajo la premisa de no hacer a  los demás lo que no me gustan que me hagan a mí. No es fácil y obviamente fallo constantemente, pero eso es lo que utilizo como parámetro para mi examen de conciencia. Soy una persona que no tiene miedo de rectificar. Ni de pedir perdón. Y aunque tengo una que otra espinita que no me he podido sacar, trato de soltar al universo el mal que me han hecho, porque pienso que el resentimiento es el cáncer del alma. Porque cuando cargas amargura y rabia, y todas esas cosas, se vuelve muy cuesta arriba ser feliz. 

Lo de las cosas buena viene porque muchas veces tengo ideas de cosas buenas, que son necesarias, que no termino. Donar cuadernos para tal fundación. Revisar la caja de juguetes y sacar los que los niños ya no usan. Mi closet sí lo reviso cada seis meses, mi premisa es si no lo he usado en seis meses va para afuera. No lo necesito, y tal vez alguien por allí sí le haga falta. Seguro que sí. Y se lo doy a gente que tengo cerca. Cosas que no hago. Llamar a ver cómo está alguien que se operó. O esa amiga de mi mamá que quedó viuda, tal vez necesite una visita, unas galletas, algo que le diga, mira, hay gente que piensa en ti. He tenido durante varios meses la idea de repartir algunas copias de libros que he ido acumulando y que tengo repetidas. Pienso que muchos vigilantes en garitas quisieran leer algo. Tienen el tiempo. Tal vez lo hagan. Claro que sí. En fin. El mundo está tan vuelto papilla, por no usar otra palabra, tan abyecto, tan cínico, que cosas buenas por hacer no es que están de sobra. 

Así de aquí al 6 de Octubre tengo para hacer mis 52 cosas buenas. Como verán en el archivo del blog, en los primeros meses ya yo había hablado sobre esto y creo que hice dos o tres y no seguí. Ahora sí. Tengo que hacer mis cosas buenas. Las tengo que hacer. No porque en el fondo crea que de verdad la victoria de Capriles dependa de mi promesa. Pero también el universo toma en cuenta la energía. Yo sí creo en eso. Pero lo que de verdad importa es el ejercicio, de cumplir la promesa y hacer la liberación karmática y sobre todo, el ejercicio de ser mejor persona. 

Acepto sugerencias. Pero tienen que ser cosas viables, no todo tiene que ser, ay hola mira vengo a salvar el mundo. A veces no hablar mal de alguien, o llamar a un amigo (listo aquí tengo una tengo un amigo a quien tengo abandonado y tengo que llamar)  que te necesita o tal vez ese regalo de cumpleaños que nunca diste. Todas esas cosas cuentan. Devolver libros. Discos. Ropa. Decir feliz día cada vez que saludas a alguien. Pero esa no la cuento porque eso lo empecé a hacer hace seis meses, y se los recomiendo, el desear feliz día lo ayuda a uno muchísimo en los días de mal humor. Incluso puede ser complacer a mi  hija y llevarla a comer ese croissant que tanto me pide. En fin. Lo que no quita ayudar a gente necesitada, etc... pero es para que entiendan. A veces no hay que ir demasiado lejos para hacer cosas buenas. 

Ya empecé: 

52: Hoy sacrifiqué parte de mi mañana (anoche dormí mal, la pioja se hizo pipí a las 4 am. Tenía además ganas de trabajar en un producto para El Perro Naranja.) y me fui a participar en una actividad que requería voluntarios. 
51: Le dejé en su casa a un amigo un libro que me pidió. 

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