La Señora de los Libros
Ayer
fui panelista en un foro por primera vez en mi vida. La verdad es que como todo
lo que me pasa, lo bueno sobre todo, yo no me lo creo, y no me lo creí, hasta
que entré en el auditorio y estaban poniendo sonido y vasos de agua. Me
entraron ganas de decirle al organizador, “mira pana, yo creo que confundimos
las cosas, mejor vamos a dejarlo así y que hablen los otros. Es que en serio.
Pregúntale a mis panas, yo tengo una capacidad para decir burradas, que es más
grande que la que Diosa Canales tiene para mostrar el culo por Twitter. Mira,
para ponerte un ejemplo, hace dos días estaba con unos amigos y dije que quería
ser mesonero. Cosa que no tiene nada de malo, pero no expliqué que eso fue hace
como cinco años y que había descubierto que la paga era buena y mi primo y yo
teníamos un sueño de montar una escuela de mesoneros y aprender el oficio. Y
bueno, cuento corto lo que se entendió fue que olvídate de ser escritora yo
quiero ser mesonero. ¿Tú te imaginas que yo diga algo así aquí?
Además
me pasó que como llegué muy temprano, porque para añadir angustia al asunto, ya
me habían pasado sesenta cosas y no necesitaba una más. Me senté al lado de
otro ponente. Un profesor de derecho de la UCV que es una de esas personas que
cuando la conoces te provoca interrumpirla y decirle “Ya va señor. Es que, yo
quisiera decirle que me gustaría que fuéramos amigos para toda la vida.” Gente
especial pues. Que te hace sonreír. Puede ser que este señor sea el hombre más
culto con que he cruzado palabra en mi vida. Además me dice que él no es
experto en la obra de Thomas Mann (Ah, no les había dicho era el Foro de La
Montaña Mágica) y que no sabía por qué estaba allí. Luego empieza a hablar de
toda la obra de Mann, a recorrer la novela dándome su análisis su manera de ver
las cosas, y yo me quedé así como…ahora si es verdad amiga que usted no tiene
nada que decir en este panel.
Cuando
la cosa empezó habían unas treinta personas en el auditorio. Eso en este mundo
literario es así como un juego Caracas – La Guaira. Además habían jóvenes,
alumnos de la Universidad Metropolitana y uno sabe cómo son los jóvenes. No voy
a decir que di el discurso de J.K Rowling en Harvard. Pero no me fue tan mal.
Expliqué por qué creo en la lectura, que dedico mi vida a ello, que leer es
fundamental sin importar a qué te dedicas en la vida, y que es através de los
libros que uno trasciende. Luego hablé un poco de mi experiencia como lectora
luego de haber aceptado el reto de 1048 páginas. Y sobre la novela y por qué la
considero, luego de leerla, una novela fundamental.
Después
hablaron los demás ponentes. Más tiempo que yo. Uno es Andrés Broenner librero
de Noctúa y luego el Dr. Mario Pesci-Feltri. Cada uno dio su análisis profundo
de la novela. Dentro de lo que cabe, pues la novela es tan amplia que tomaría
demasiado tiempo discutirla. Pero fue sensacional. La verdad es que salí con
ganas de volver a leer y de seguir trabajando duro en el Maratón de Lectura que
montamos con El Perro Naranja en el que te llega una página diaria de la novela
por mail. Una forma distinta de leer.
En
todo caso. Para mí fue un día especial. Todo el mundo me pregunta cuándo voy a
publicar libros. La verdad yo no escribo con estrés de publicar. Sé. Sé que
tengo que compartir mi trabajo. Sé que es una tarea y que tengo que dejar el
miedo de lado. Pero, cuando ese momento llegue. Llegará.
Creo
que por ahora voy a publicar, por esta vía. Tal vez en este mismo blog el libro
que escribí hace ya dos años. No es nada del otro mundo. Es una historia
fantástica y con millones de cosas que corregir. Lo sé. Pero ese fue mi primer
intento. Así que lo voy compartir aquí.
Después de todo, yo empecé a escribir eso como un ejercicio que quería
compartir así. En el blog. Cuando comencé a escribirlo no era el libro que
quería escribir.
Ayer
me di cuenta que si uno se queda fiel en su camino. Si uno recorre. Si uno
aguanta. Las cosas llegan. A lo largo de los años me insisten en que tengo
talento para muchas cosas (gracias los amo a todos los que creen en mí.) Que
debería estar en la radio, en la tele, que por qué no hago tal casting, que por
no hago tal otro. Pero mi idea en la vida, con todo respeto al que viva así, no
es ser alguien. Yo quiero hacer algo.
El
otro día estaba montada en un columpio con la punta de los pies hacia el cielo,
y escucho la voz de un niño que grita “¡Maaamaaaaa! ¡Esa es la señora de los
libros!” Escribo esto y se me llenan los ojos de lágrimas. Jamás me ha gustado
tanto que me llamen señora. Ahí me di
cuenta, eso es hacer algo, el nombre, tal vez eso le importe a los abogados, al
banco. Pero a la vida, a la vida le importa más lo que define eso que haces. Y
entre tantas cosas que quisiera que pusieran en mi tumba, debo confesar que
junto a “no soy una señora” me encantaría tener “la señora de los libros.”
Y
bueno. La señora de los libros estuvo ayer en un panel. Mi primer panel.
Después les cuento de las peripecias para llegar allí. El día fue Kafkiano,
empezando por que mi hija no tuvo clases y casi tuve que llevarme a los dos
chamos al auditorio. Eso sí hubiese sido una montaña mágica.
Comentarios
¡Un abrazo!
Sin ánimos de sonar como un stalker, a mi pasa eso contigo.