Lo que Apesta es el Humo de la Pólvora


Corrían los noventa. Yo llevaba el pelo batido, demasiado rimel y demasiada pintura de labios y zarcillos desproporcionadamente grandes. Igual de desproporcionadas eran algunas de mis medidas que hacían que me viera mucho mayor de catorce. A lo mejor aquí se van mis chances de renovar mi visa de turista a los Estados Unidos, pero a esa edad yo compré cigarros en una bomba de gasolina del conservador estado de Virginia.

Eran Marlboro Lights. Éramos tres amigas. Como siempre, hubo una que no quiso hacerlo, pero nos acompañó fielmente mientras sentadas en un patio trasero cubierto de hojas marrones se nos pusieron los dedos morados con el frío otoñal, y a diferencia de todo lo que nos habían prometido, no se nos pusieron amarillos de nicotina.

Cada fumada era trascendental. Cada aspiración te hacía sentir que llegabas a un lugar inalcanzable, poderoso, que tenías en la mano todas las razones que el resto del mundo no tenía.

Yo viví la rebeldía de la adolescencia fumando. No como un camionero. Simplemente como alguien rebelde. Y cuando le puse fin a mi matrimonio de cuatro años, con tan sólo veinticinco en mi haber, también me rebelé con unos Marlboro. Era una forma de decir “ven y dime y que no puedo.” Y eso, por más viejo que estés o más maduro que te creas, siempre te una sensación de poder. No hay nada como sentirse en libertad.

No puedo negarlo. He pasado momentos, grandes momentos cigarro en mano. He escondido la pantalla de mi computadora tras una inmensa nube de humo, mientras pienso si será prudente desnudarme de una forma tan ruda en una historia.

He pasado despechos y momentos de angustia. Hay una ventana, de esas ventanas olvidadas que tiene toda casa y que está justo afuera de mi baño, a la que no llega ni escoba, ni lluvia, que está llena de colillas que durante años fueron parte de cigarros que me fumé frente al espejo cuando quería decirme alguna verdad.

También he fumado alegre, contenta, bailando, celebrando algo, e incluso fumé para marcar mi retorno al mundo oscuro del vicio, cuando mi hija cumplió seis meses, y pude salir de la cárcel de la vida sana que le debía al ser la responsable por traerla al mundo.

Claro, que como toda la relación he tenido momentos de odio con el cigarro. Durante mi época de “arrepentimiento” en la que fui un brócoli, miraba con censura a los fumadores. Fustigaba a mis hermanas por fumar. Las exhortaba a vivir bajo otro esquema que no permitiera esa clase de vicios, porque según mi supuesta doctrina de vida en ese momento, fumar era malo en todo sentido para el ser humano.

Hoy en día, después de haber trabajando en el MD Anderson y haber visto a gente morir ahogada de cáncer de pulmón entiendo que no se puede defender el cigarro a capa y espada.

Sí. Lamentablemente los científicos tienen razón. No es refutable, ni depende de nada, no es relativo, el cigarro sí que es nocivo. La excusa de “mi mamá fumó cuando estaba en estado y yo salí bien.” Simplemente no es válida. Se entiende que los estados estén haciendo un esfuerzo, en primer lugar por ahorrarse una gran cantidad de dinero en el cuidado de enfermos, porque hay que ver lo que les pesa a ciertos organismos de salud una enfermedad grave. En segundo, porque están tratando de cumplir con ese mandato intrínseco de cuidar a los ciudadanos de todo mal.

Ahora en Venezuela, en un país en que lo que apesta es el humo de la pólvora que sale de las pistolas que van asesinando gente, que nos van volviendo una sociedad sumida en el miedo, en la angustia, en la desconfianza, no dejo de pensar en la terrible ironía que supone colgar carteles por todos lados que nos digan, que nos recuerden, que estamos libres de humo.

No creo que este sea el momento para luchar por el derecho del fumador, como tampoco habrá un momento para luchar por ningún vicio. En cuanto al cigarro, creo que prudente, que como muchas cosas a fin de mantener el orden en la sociedad, apegarse a una suerte de doble moral. Después de todo, prefiero que mi hija, al igual que yo, se disfrace de adulto a los quince años para comprar cigarros y no para hacer otra cosa.

Sin embargo, creo que este énfasis en obligarnos a pensar constantemente en que estamos libres de humo, es perfecto para ayudarnos a reconocer que no somos, ni estamos libres de nada. Al contrario, estamos cada vez más presos, más confinados a los límites que nos impone, irónicamente, el vivir en una sociedad en la que no hay reglas, en la que todo está escrito, pero no significa nada.

Lo que realmente estamos por comprobar es si el viento se lleva más rápido las palabras que el humo.

Comentarios

@LeonaCaraquista ha dicho que…
Manuela tenia mucho tiempo sin leerte...
Este post está sensacional!!!! Me siento identificada con el "rebelarse con unos Marlboros" aunque en mi caso es Belmont jeje.

Estoy 100000000% de acuerdo contigo. Yo fumo pero no defiendo el cigarro (cómo hacerlo cuando está mas que comprobado lo dañino que es), no fumo en mi casa (normalmente) y trato de no fumar en frente de mis hijos .

El problema es que a la hora de tomar posiciones, nos vamos a los extremos y a la final nadie gana.

Y como dices muy bien... "no somos ni estamos libres de nada"...

Excelente post!

Besos
Clara Machado ha dicho que…
Gracias amiguis! Sip. Es una tristeza como no vemos bien lo que nos está pasando.

Pero bueno...esperemos que vengan tiempos mejores.
Ira Vergani ha dicho que…
ESTO ES BRUTAL: "Ahora en Venezuela, en un país en que lo que apesta es el humo de la pólvora que sale de las pistolas que van asesinando gente, que nos van volviendo una sociedad sumida en el miedo, en la angustia, en la desconfianza, no dejo de pensar en la terrible ironía que supone colgar carteles por todos lados que nos digan, que nos recuerden, que estamos libres de humo."
Abrazos chama.
Bibi ha dicho que…
A compartir ya tus escritos!
Toto ha dicho que…
esto reminded me of spring break '94. Jamás estuvimos juntos en spring break '94 but if we could do it all over again, no estaríamos en spring break '94?
loved esto.
Clara Machado ha dicho que…
Me alegro les haya gustado. Sí, este tipo de "medidas" son cuanto menos...raras...

Cariños a todos!

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