Equivocaciones en la Vida


Ayer llegué a mi casa después de almuerzo y me encontré con un ruido que juré era mi vecino taladrando el suelo de su casa. De verdad, parecía como si una cuadrilla de obreros estuviera rompiendo asfalto o cemento. Era nada más y nada menos que una tubería vibrando. Inmediatamente recordé las palabras del plomero antes de irse luego de cambiar una pieza que hacía gotear la regadera:
- Bueno, ahí se lo puse. No quedó perfecto, pero, ¿Qué es perfecto en esta vida?
Sí, sonaba a sabiduría tipo Paulo Cohelo digerible para un martes a media mañana. Lo cierto es que definitivamente si la pieza carecía de algún adjetivo, ese era “perfecta.” Cuando llamé al hombre me dijo que no podía venir sino hasta el día siguiente. Algún tip me dio, pero era así como explicarle a alguien una dirección diciéndole, te llegas hasta donde hay unos árboles de hojas verdes y allí donde el asfalto es gris y hay gente esperando para cruzar la calle frente a un semáforo, cruzas a la derecha. Es decir, puede ser cualquier cosa.
Tuvo que llegar mi papá al rescate y cortar la llave de paso. Claro una vez que lo hizo me sentí como Miss Panamá, con la diferencia de que mi culo es enorme, pensando que el confusionismo es algo que inventó un señor muy viejito para estudiar el tema de la confusión del ser humano (por cierto ese comentario tan estúpido tiene que haber sido al propósito para generar publicidad). Era obvio cerrar la llave de paso. ¡Daaaaaa!
Todo el tema del plomero, de la pieza que no sirve, que supuestamente se llama espárrago, de que cada vez que hace falta arreglar algo habla por lo menos ocho minutos sin respirar, diciendo cosas que al final terminan con un presupuesto que me hace pelar los ojos y pensar que tengo que escoger entre bañarme con agua fría de manicomio y mi ducha calientica, aquello me llevó a pensar que estamos equivocados en la vida.
Pasamos años de colegio estudiando, una y otra vez temas como: el descubrimiento de América. Cristobal Colón, la Pinta, La Niña y la Santa María. Todo para al final repetir fechas y nombres que no significan nada, que te memorizas para poder ir al concierto de quien sabe quien porque si no pasas el examen no te van a dejar salir, al final el profesor no te aprende a analizar la información y cuando tienes 30 años y estás a punto de dar a luz te gastas el dinero que no estás ganando porque estás de reposo en una pieza que se llama espárrago que pone la pared de tu casa como la canción esa de Mayonesa, ella me bate como haciendo mayonesa.
Hace tiempo le dije a mi esposo, si emigramos, que MBA, que postgrado en periodismo ni un coño. Yo voy a hacer un curso de plomería, de electricidad, o de mecánica y me voy a dedicar a eso. Es más, creo que mi hija, después que yo pase la fiebre de meterla en clases de ballet y cuanta mariquera con tut-tut y zapato de tacón haya por ahí, debería aprender a hacer cosas más allá de cambiar un bombillo. Es el colmo que hoy en día haya gente que todavía pinese que la Corriente 220 debe ser algún tipo de pensamiento promovido por la izquierda europea o algo por el estilo.
Yo creo que una equivocación muy grande es que el colegio no nos enseñaron a cambiar un caucho, no nos dijeron que hacer cuando muere la batería del caro, como evitar quemaduras graves con agua de radiador caliente. Después de todo, en la Ciudad de la Furia, no te puedes parar en el hombrillo de la autopista esperando a que venga un buen samaritano o Brad Pitt al rescate, porque lo más probable es que venga un choro armado hasta los dientes y con suerte te dejará usar el teléfono para pedirle a algún familiar que pague el rescate.
Obviamente, hay que estudiar, que cultivarse, que preparase de forma integral. La cultura está en los libros, la alfabetización está en la computadoras, y sí el futuro también, así como está en las universidades, pero también puede y debe estar en las ferreterías. Me gustaría dejar de ser una de esas personas que cuando el mecánico le dice, a este carro le hace falta cambiarle la liga criosónica que comunica el cable del alternador con el arranque y que por eso hace que el retrovisor se empañe se queda viendo fijamente el espacio. Me gustaría dejar de referirme a una herramienta como esa cosa larga con el mango rojo…prefiero dejar eso para otros departamentos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Cómo se pide el empate?

¿Ver Luis Miguel? ¿Qué cosas dices pisha?

Soy desordenada ¡Qué carajo!