Un día libre

El fulano día libre es un paso más en el proceso de apaciguamiento de la población. Hay muchas formas de represión, de aniquilación del espíritu. Una de ellas es justamente dejando a la gente de brazos cruzados. Sumiéndolos en la inutilidad. Esa inactividad no es producto de la improvisación, ni de la ineptitud, es un mensaje con un subtexto muy claro, "tú trabajo sirve de muy poco, tanto así que te puedes ir a casa un día de la semana, y no pasa nada". 

Eso contribuye al marasmo del espíritu y la inteligencia. Mientras menos productiva sea la nación, más dócil. Menos dispuesta a pensar, pero sobre todo menos motivada a actuar. En estos momentos la GN va camino a disolver una protesta de trabajadores de Corpoelec que tiene colapsado Chacao. Ayer taxistas trancaron la autopista Prados del Este, hartos de la inseguridad. Todavía hay voluntad, deseo, fuerza para ejercer presión por un cambio. Pero eso también se pierde. Se pierde por miedo a la represión, pero también cuando dejan de haber motivos y sentido para luchar y resistir. Uno es la familia, la superación de los hijos, las posibilidades de futuro. ¿Qué futuro puede tener un joven en Venezuela? Un muchacho que quiera ser ingeniero o abogado, médico, o uno que tenga un sueño como el mío, promover lectura, trabajar en el campo de la educación. Olvídelo, eso sería vivir de sueños, porque tanto le va a constar al ingeniero encontrar un puente o un edificio que construir como al educador un medio de sustentar su proyecto, porque vivir del sueldo de maestro o profesor, vivir dignamente sin depender de nadie, esto es como un unicornio, puede creer en ello si quiere, si le hace sentir mejor, pero eso no existe.  

El motor del trabajo es el deseo de superación. La superación la eliminaron hace rato. Entre dejar que escalara la inflación, expropiar empresas y ahuyentar la inversión extranjera. Ahora queda terminar de convencer a la gente que cualquier forma de productividad es nula, es similar a un pasatiempo. Para estos regímenes la vida del ciudadano debe terminar en una forma de pasar el tiempo, en una cola, en una acera, en una cárcel o en la morgue. En cualquier lugar donde no estorbe.

Este día libre no es un regalo de tiempo. Es un día opuesto a la libertad. Es un mecanismo de control. Es una forma de decirle a los ciudadanos que lo que su tiempo no vale nada.

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