París en los muros
Ayer 153 estudiantes morían en
Kenia en manos de un grupo armado que irrumpió en una universidad. Me conmovió
y me espantó. No está en las noticias como está París, ¿Por qué París causa mas shock? Quizás tenga
algo que ver con la vulnerabilidad que le hace sentir a gran parte del mundo,
incluidos nosotros. Nosotros los venezolanos que hemos llegado a pensar que no hay violencia,
ni intolerancia en ninguna otra parte del mundo. Que cualquier cosa es mejor,
que somos los garantes de la barbarie. Y sí, en general para occidente París es
simbólico y los terroristas lo saben. Es una ciudad cuna de pensamiento, de
arte, de expresión del hombre libre, de resistencia. El terrorista, el opresor
busca quebrar y sabe lo que significan los símbolos, lo importante que son y
van a por ello. Que nos duela París no quiere decir que nos duele menos Kenia,
que no nos duele el Líbano, que no nos hayan dado ganas de llorar al ver las
imágenes de el avión ruso que tiraron en Egipto. De vez en cuando leo sobre la
catástrofe de Malasyan Airlines, y no dejo de pensar en el desasosiego para de
esos familiares. No lo digo todos los días, pero en mi corazón me solidarizo
con ellos.
No lo digo todos los días pero a
mí Venezuela me duele tanto. La padezco. A veces no lo digo porque es tal mi
confusión, la maraña de sentimientos. Porque un segundo vez un horror y al
instante una maravilla. Así es este país. Nos menospreciamos tanto, pero en
realidad aquí la gente lucha y lucha durísimo. La gente aún trabaja con sueldos
que no alcanzan para nada, estudia su carrera cuando la realidad laboral es
dantesca, pero sigue y lucha. Lucha por sus ideas, por sobrevivir, por
sobreponerse a un trauma, por hacerse entender, por que el sueldo rinda, porque
no se le agoten las energías, por no extrañar demasiado al que se fue o contra
su propio instinto de irse, contra la desesperación, el miedo. Aquí hay
políticos que lo han dado todo, que se han quitado la camisa y se han expuesto
hasta las peores consecuencias, a veces para recibir la ingratitud de mucha
gente que no termina de entender que esto no es cosa de uno solo, que así
ningún proyecto de país puede ser exitoso. Hay maestros que luchan por sacar
adelante a sus alumnos con las uñas, trabajando ya casi como voluntarios.
Académicos que no se rinden, médicos que salvan vidas como sea, convertidos a
veces casi en chamanes o en doctores de la edad media porque las herramientas
modernas no las tienen, pero ahí siguen. Gente que alza la voz, que se
arriesga, que siente miedo de denunciar desde un atraco hasta la corrupción que
tiene al rededor. Y podría seguir, pero no sigo, con ellos estoy todos los
días. Es mi país. Lo amo y lo padezco a la vez, pero eso no quiere, no debe, ni
puede significar que no puedo ser solidaria, ni sentir, ni expresar dolor por
otra tragedia en el mundo.
La solidaridad es el sentimiento
más bello del ser humano, y se puede expresar de mil maneras. Ser solidario con
otro ser humano no va a ser jamás negativo. Al contrario es un ejercicio de
libertad de expresión fundamental para la humanidad. Puede ser con los colores
de tu foto de perfil o con una canción. Cada quien lo expresa como quiera o
como pueda. No tienes que estrecharte el corazón, ni limitarte, ni estás
traicionando a nadie, ni quiere decir que no te duelen otros horrores que pasan el mundo. Si quieres poner a París en tu muro, ponlo, porque al fin
y al cabo es una expresión de libertad. Y eso es justamente lo que combate el
terror.
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