Es tu muro, di lo que quieras
A raíz de los ataques de París
ha surgido en el mundo una ola de solidaridad. Desde ofrendas florales hasta el
tricolor de Francia en monumentos alrededor del mundo. Las redes sociales se
han hecho eco por supuesto, desde mensajes en los muros hasta las fotos de
perfil. Las distintas plataformas tecnológicas también se han sumado a un
llamado de solidaridad con Francia, al abrir You Tube o mostrar un link se
puede leer: “we stand with France”.
Es una obviedad decir que estos
hechos han conmocionado al mundo. Y lo han conmocionado por distintas razones, entre
otras cosas porque la sensación de vulnerabilidad que genera en nosotros que
ataquen París es difícil de digerir. No es lo mismo verlo en una ciudad que es cuna de los derechos
civiles y políticos, en un país que con sus errores ha tratado de surgir como
una sociedad abierta y tolerante, como la muestra de que el hombre puede
convivir a pesar de sus diferencias raciales, religiosas y políticas. Porque
después de todo Francia vivió una ocupación dolorosa y violenta, y cuando se
dio la liberación si algo se juraron fue no discriminar nunca más. Qué ha
habido fallos, claro que los ha habido, pero nada justifica algo como lo vivido
y eso nos duele a todos. Nos duele y nos hace sentir miedo. Lo lógico es que
seamos solidarios. Y lo que es más, tenemos que ser solidarios. Si hay una
esperanza para el mundo es que seamos solidarios con París, porque de esa
expresión de solidaridad, de las reflexiones que hagamos allí, de lo capaces
que seamos para unir una cosa con otra podremos realmente llegar a una solución
más allá de que los países se unan en guerra. Como si no supiéramos ya que las
guerras sirven para dejar huérfanos y viudas, y abrir más brechas.
La sociedad civil tiene que
reconocer su poder de acción y la humanidad en general tiene que cambiar. Y eso
empieza por reconocerse en el otro, por leer, conversar, escuchar, reflexionar, en una palabra mucho mejor: conocer.
Pero en este mundo hay una cosa
que se ha creado que se llama corrección
política. Y llega ahora por asalto en forma de clasificar a la gente que expresa su solidaridad por París, porque no lo hacen por otros actos terroristas. La verdad es que es cierto, tenemos también que detenernos a pensar por qué pasa esto. Pero lo positivo es que para entender París vamos a tener que retroceder y expandirnos. Vamos a llegar al Líbano, a Siria, a Kenya. Porque el terrorismo lamentablemente no es algo aislado. Parte de esas acciones de solidaridad tienen que servir para concientizar. Pero los campeones de la corrección política la usan mejor para acusar, o para demostrar que ven más CNN que E! Entertainment o algo por el estilo, porque de derechos humanos la verdad no creo que sepan mucho, porque eso de promover un derecho pisoteando otro, señalando, acusando, en vez de pensando es propio de ideas vacías. Y lamento decirles, con eso lo que van a lograr es alienar a la gente, y que tal vez las próxima vez que quieran ser solidarios con algo, sea en el extranjero o algo que le sucedió a su vecino, se queden callados.
Lo que no entienden estos
señores es que clasificando la solidaridad y juzgando a quienes expresan un
sentimiento no están ayudando a la humanidad, sino todo lo contrario. De hecho
mandar a callar a alguien, pedirle que baje tal cosa o que no la diga,
acusarle, señalarle o invitarle a reprimirse es también un acto de violencia.
Una de las libertades fundamentales es la de expresión, que es la que tenían
aquellas personas que escuchaban un concierto de Heavy Metal en París, la misma
que tenían tantos cristianos Sirios de portar sus crucifijos en público y que
el Daesh ha venido a arrebatarles. No, de ellos también se ha hablado muy poco, porque seguramente el que está indignado con el amigo que puso en su foto de perfil un tricolor tampoco sabe que muchos de esos refugiados que han entrado a Europa son cristianos o musulmanes que se sienten perseguidos, hombres por ejemplo que no quieren que a sus hijas las conviertan en esclavas sexuales o les practiquen la ablación.
Que te duela París no quiere
decir que no te duela Kenya, o el Líbano. Es más, no quiere decir que no te
duelan las mujeres que son secuestradas para trata de blancas, las que sufren
la ablación, la mujer que falleció este fin de semana en Madrid apuñalada por
su pareja, las millones que han muerto como ella. Es más, tal vez muy cerca de ti haya alguien que se maquilla los golpes, que se muere poco a poco, pero ves hacia otro lado porque...no sé tú dirás. Víctimas, horror, crueldad y terrorismo hay de
todos los tipos y ha habido en todos los países, y quien se hace eco de un dolor, quien
invita a pensar sobre ello, es más, quien hace algo más allá decirlo o acusar a
los que no lo dicen lo hace por todos. Uno puede escoger una causa hoy, uno
puede alzar la voz hoy y volverlo hacer mañana por otra cosa. Uno puede
descubrir que aquí donde un hecho lo conminó a decir o hacer algo hay un camino
para entender mejor otro conflicto. Lo importante es que la humanidad
reflexione y que actúe sobre ello, que intente sobreponerse al miedo y a sus
prejuicios y sea capaz de hacerse las preguntas más incómodas.
Mal podemos mandar a hablar a
los demás, porque en algún momento hemos callado. Esa es la historia de la
humanidad, es nuestra tragedia, pero también es la clave de la convivencia. Concientizar
sobre una causa no puede traducirse a señalar a los demás, a mandarlos a decir
o a callar es tan contradictorio como pretender que se firme la paz a punta de pistola. Tenemos que alzar la voz, pero para que las cosas se sepan, no para juzgar a los demás.
La humanidad está en un momento
clave y se siente. Es un momento de reflexión y de acercamiento, no de competir
por quién es mejor a la hora de ser solidario. No necesitamos beatitud, sino
pensamiento. Tenemos que preocuparnos por empujar a nuestros líderes a ser
políticos correctos, que de eso es que nos hace falta, porque de corrección
política vacía, sin entendimiento, de esa basura es que se nos ha llenado el
mundo, esa hipocresía y autoengaño es lo que nos está destruyendo.
Es tu muro, di lo que sientes, di lo que quieras. Que nadie te haga callar.
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