Vargas Llosa y su espectáculo civilizado
Recientemente
un crítico del New York Times publico una reseña de la versión traducida al
inglés de La Civilización del Espectáculo de Vargas Llosa. El libro de ensayos no ha
gustado mucho a los críticos anglosajones, quienes lo toman por una visión un
tanto esnob y elitista de abordar el tema de la cultura. Irónicamente una
de las críticas más fuertes vino de la pluma de Joshua Cohen para el New York
Times. Uno piensa que esas cosas no pasan en el primer mundo, pero en el
artículo el crítico no sólo destruyó el libro, sino que también arremetió con sarcasmo contra
Vargas Llosa en términos personales. Habló del romance
con Isabel Preysler, dijo que lo anunció por Twitter y que cobró a la
revista Hola! por la exclusiva de las primeras fotos. Además lanza la punta de que
gracias a esto las ventas de sus libros se despegaron, como si de verdad Vargas
Llosa necesitara un lío de estos para vender más libros.
Uno
piensa que estas cosas no pasan en el primer mundo. Que si estás criticando
libros en el New York Times –sobre todo si te vas a atrever a destruirlos y a
un premio Nobel como Vargas Llosa ni más, ni menos – al menos te vas a cuidar
de hacer las cosas bien. Pensar lo que escribes. Argumentar tus puntos. Hacer
tu tarea. Que no le face falta usar términos peyorativos, tanta ironía, tanta indirecta. La verdad es que después de varios párrafos a uno le provoca decir, bueno ya, termina de insultarlo, porque la agresividad pasiva a veces molesta más que la frontal.
En
Europa hay una crisis migratoria, que se va a poner peor mientras se anuncia
que otro grupo de desplazados ha dejado Irak soñando con llegar a Europa, mientras el mundo
sigue pendiente de la última desfachatez de Miley Cyrus, ¿cantó con o sin pantaletas? Honestamente, ¿en qué nos cambia la vida eso? El último
selfie de Kim Kardashian es más importante que la tormenta de arena en el
Líbano. Ni hablar de lo que pasa aquí en Venezuela y lo que el mundo ha tardado
en reaccionar frente a todo lo que se viene denunciando desde hace años. Pero Chávez era cómico, y Danny Glober y Sean Penn se tomaban fotos con él. Y Naomi Campbell. Era todo un show. Al final el mundo prefiere
lamentarse frente a las víctimas que movilizarse para evitarlas.
Es una forma de reaccionar, es por distracción, es porque estamos más
pendientes de estar entretenidos que otra cosa. Es que si no es divertido no
funciona. Tiene que ser light, tiene que ser potable, no puede ser denso, ni
demasiado intelectual, se tiene que entender incluso por alguien que no quiera
entenderlo. De paso eso mismo me dijeron hace unos años cuando me contrataron para
escribir artículos de arte en una revista.
¿Qué
pasó entonces con Vargas Llosa y el New York Times? Mario Vargas Llosa escribió
una carta, pero por supuesto no fue para quejarse por la mala crítica, ni
justificarse, ni aclarar nada. Como pasa a veces, que un autor se siente
ofendido, le molesta que alguien critique su libro por las razones que sea y
empieza entonces un diálogo, un amedrentamiento o la típica comidilla de la
civilización del espectáculo. Simplemente mandó una carta, pública por cierto, en
la que aclaró las cosas y pidió una rectificaciónm que no tiene cuenta Twitter, y que jamás ha
vendido fotos a la Hola! como se mencionó en el artículo. Eso es elegancia. Eso es sentido del honor. El New York Times no
tuvo más remedio que publicar una disculpa que se puede leer al final de la
versión corregida del artículo en su página web.
Ese es
el mundo que tenemos. Quizás el que siempre hemos tenido. A veces dudo que el
Apocalipsis esté más cerca por la creación de internet, aunque si pareciera que
el cambio climático es una amenaza que nos negamos a ver, unos por miedo, otros
por comodidad y un pequeño grupo por negocio. Y he aquí la ironía tan grande,
quizás hubiese valido más la pena dedicarle este post a ese tema en específico
que a cualquier otra cosa.
Para leer el artículo del New Yor Times pulse aquí
Comentarios
Otra cosa que me molesta en críticas es la tendencia a descalificar libros porque son "tristes", como si los libros solo existieran para alegrar y poner una sonrisa en la boca. Una parte importante -para mí, al menos- de leer libros es la respuesta emocional que causan. Pero un juicio supuestamente balanceado de la "calidad" de la obra no puede depender de eso, porque entonces solo los libros alegres son los buenos, y todos los sombríos o tristes son malos.