¿Por qué un concurso de fotografía lo gana un fotógrafo?


Hace ya ocho años, tal vez un poco más organicé mi primer concurso. Se llamaba Eureka Premia al Futuro Chef y era para estudiantes de gastronomía que competían por un viaje a España. Fue una de las mejores experiencias de mi vida. Y creo que en el algún momento me encantaría repetir algo similar.

Fue muy emocionante, desde la elaboración de las bases, hasta los días del concurso. Tuve la oportunidad de relacionarme con los competidores, y la verdad es que fue maravilloso ver la felicidad de los ganadores, pero fue difícil manejar los perdedores.

Siempre hay gente que cuando pierde se pone brava. Es lógico. Porque uno siempre compite con la ilusión de ganar. Y las ilusiones son malas consejeras. Lo ciegan a uno y le hacen perder la objetividad. De la desilusión a la rabia hay un paso. Más cuando los concursos los decide un jurado en materias que son subjetivas.

Sin embargo, cuando uno entra a un concurso tiene que ser realista. No quiere decir que entre con mentalidad perdedora, que no lo dé todo, pero hay que ser abiertos, y ponerle ganas al asunto y no necesariamente ilusión, a algo que siempre puede no resultar como esperamos.

Creo además que uno debe entrar a los concursos porque cree en el trabajo que hace, pero sin dejar que el concurso defina al trabajo. Sin ponerle todas las esperanzas al juicio de otra persona. O limitar su discurso a unas bases que pueden más bien alejarlo a uno del propósito que tiene como artista, ya sea un cocinero o un pintor.

Yo nunca he ganado un concurso. He perdido montones. He sacado algunas menciones especiales. Pero nunca he salido ganadora. Es más. Ya ni me lo imagino. Las primeras veces me pegó mucho. Incluso, una vez, dejé de escribir porque no me seleccionaron para publicación en un concurso que yo juraba que tenía ganado. No era que tenía a Dios agarrado por la chiva, era que yo lo había hecho trencitas en el pelo. Cuando no salí me deprimí y dije “ya. Yo no nací para esto. No sirvo. Nadie me va a leer. Lo que yo hago es una basura.”

Dejé de escribir durante un año y pico. Hasta que abrí el blog y rescaté mi vocación. Hoy veo lo que hice y me da vergüenza. Claro que era un proceso que tenía que vivir, pero muy mal haber actuado así por un concurso.

Ayer me impresionó la reacción de algunas personas cuando salieron los resultados de Una Foto Por Día por 29 Días. No quedé de nada. Cosa que no me sorprendió. Juan, mi bello Juan me confesó que juraba que yo me iba a ganar una mención especial. Yo sabía que no iba a quedar de nada porque los últimos días estuve viendo algunos trabajos y me di cuenta que había gente que hizo cosas mucho mejores que lo que yo hice. Más pensadas. Más trabajadas. Con menos joda de por medio.

La verdad es que algunas fotos que hice sí las pensé, y significaron mucho para mí. Y me gustan montones. Pero siendo totalmente honesta hice muchas casi en joda y otras sumamente apurada, con poco tiempo, y un par de días agotada y con pocas ganas. Como cuando vas corriendo una carrera y de repente, te gana el cansancio y caminas unos metros.

Además me di cuenta cuando hice la última foto que dentro de todo yo no hice autorretratos. Yo sencillamente me utilicé como modelo en 26 o 25 de las fotos. Posé. Me disfracé. Pero no me mostré. Salvo en dos o tres en las que realmente me dejé llevar, me desnudé y decidí hacer algo más relacionado con temas que me importan y con cosas que quiero decir. De resto trataba de ser lo más parecido al reto, muchas veces creyendo ser conceptual cuando en realidad estaba trabajando mal ideas literales.

No digo esto a modo de autoflagelarme. Lo digo porque uno tiene que evaluarse y ser honesto consigo mismo para mejorar. Tengo unas cuantas fotos que me encantaron. Que creo que me salieron estupendas y que me abrieron la puerta a temas que quiero trabajar. Pero eso no es suficiente para ganar. Y si yo no lo reconozco y me pongo brava y determino que mi esfuerzo no valió la pena porque no me dieron un premio, no le hago daño ni al concurso, ni a Roberto Mata, ni a los ganadores. Me hago daño a mí misma.

Al final uno puede estar de acuerdo o no con los resultados. Pero si uno accedió a concursar quiere decir que aceptó las bases, y estas incluían los nombres de los jurados y su fallo hay que respetarlo.

La verdad es que ayer estuve viendo los trabajos ganadores y vi cosas bellísimas. Cosas que están a años luz de lo que yo hice. Creo que para el año que viene voy a pensar con más tiempo lo que voy a hacer y voy a darle menos en plan joda y con más seriedad y tiempo. Febrero va a ser un mes de fotos. No me esperen para cenar, que ya saben qué voy a estar haciendo.

Una de las cosas que me dio más risa es que ayer había gente brava porque “ganaron unos profesionales.” Yo pienso bueno. Esto lo tiene que ganar un fotógrafo, si no ¿quién?. Es como ponerse bravo porque el premio de cuentos El Nacional lo ganó un escritor o porque la Miss Venezuela es modelo. Creo que mucha gente ve la fotografía como algo que puede hacer “cualquiera” porque ahora las cámaras hacen cantidad de cosas por uno, porque no hay que tener las mismas habilidades que hay que tener para pintar, por ejemplo. Pero eso no es del todo cierto. Para hacer buenas fotos hay que tener creatividad, disciplina, y entrenar mucho el ojo. Y lo que es más, hay que tener algo que decir, porque fotos bellas hay para forrar kilométros de carretera, pero que digan algo, eso sólo lo sabe hacer un fotógrafo. Para eso se estudia, en clase, fuera de ella, con libros, como estudias para ingeniero o hasta para médico. Es una profesión, por eso los llaman "profesionales." Y sí, ellos también tienen más disponibilidad de tiempo para dedicarle a esas fotos. Es lógico. De eso viven.

Al final del día esto es un ejercicio. Divertidísimo además. Y sí agotador, y a veces hasta desesperante, pero de eso se trata la cosa. De aprender. Y de exigirse a uno mismo, y acostarse contento por el trabajo y desechar todo delirio de grandeza absurdo.

Cierro invitándolos a ver un documental de U2 que se llama From The Sky Down. Sobre como grabaron el disco Achtung Baby, tal vez su mejor obra. La más completa. La más hermosa. La que los salvó como grupo, pues estaban a punto de explotar y si no lo hubieran logrado seguramente se hubieran dividido. El caso es que en un momento Bono escucha un pedazo de canción que tocaron en un algún concierto y dice “¿y nosotros tocamos eso delante de gente?” y pone cara de horror. Ahí es cuando uno se da cuenta, que los más exitosos, esos que pareciera que la cosa se les da fácil porque son “profesionales” o “virtuosos” tienen algo que no tiene todo el mundo, una voluntad y una disciplina que los lleva a hacer eso que en criollo llaman: echarle bola.

Creo que además hay que agradecer que en este país donde hay tan pocas opciones de crecimiento haya iniciativas como esta. Lo inspiran a uno a crear y le dan opciones de crecimiento. Además no hay que olvidar que el arte y la cultura son herramientas de creación de valores.

Así que si concursantes y perdiste, como esta servidora, no destiles odio. Ve tus errores y el año que viene échale pichón. Que nadie te quita lo fotografiado. Y ese es el punto. La experiencia es tuya.


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Cómo se pide el empate?

¿Ver Luis Miguel? ¿Qué cosas dices pisha?

Soy desordenada ¡Qué carajo!