Viernes de Cornetas y Palomas

Cuando mi amiga argentina estuvo en Caracas, hace a penas un par de meses, una de las cosas que más la dejó en shock fue el tema de las cornetas de los carros.

"Por qué tienen que tocar la bocina para todo che?"

No había recalcado en lo ruidoso de nuestras calles hasta ese momento, pero es que en la Ciudad de la Furia ya no tenemos paciencia, y todo absolutamente todo hoy en día es un arma para expresar sobre todo la rabia. El tema de la corneta llega hoy a mí porque la semana pasada se nos atravesó un carro de manera abrupta y abusiva, y cuando quien manejaba descargó su furia sobre el centro del volante me encontré diciéndole:

"pana, tu corneta no va con el carro y no es suficientemente agresiva".

B
Tal cual. El "biiiiiipppp" era como de Fiat Tucán, demasiado chillón y simpaticón para una de esas camionetotas que si yo manejara ya no tendría retrovisores. Además, acompañado de la cara de odio, amargura y rabia de nosotros, era más pintoresco todavía. Era algo así como si en pleno torneo de boxeo, peso pesado uno de los contrincates gritase después de un golpe algo así como "aaauuchiiii". Osea, no pega.

Además, ya hoy por hoy la corneta no transmite las ideas que los caraqueños queremos expresar, que en realidad son cosas como:

- Guevon avanza que está en verde!!!
- Imbécil, ese canal no es para que tú te comas la cola!!!!
- Coño e tu madre, no te pares en la mitad de la calle a pedir direcciones!!!!!
- Esto es flecha aaaniimmaalll!!!!!!

Lo que pasa con las cornetas es que quienes las diseñan son los japoneses o los gringos, quienes las tienen en mente como instrumento de alerta, para decirle a otros conductores "ojo, aquí estoy frena!" y no para lo que las empleamos nosostros que es como idioma alternativo para insultarse, mentarse la madre y declararle a motorizados, peatones y otros conductores que son unos mal nacidos y a berraca hora se nos cruzaron por el camino.

En fin, hoy en día cuando uno maneja se convierte en algo así como una mezcla entre Kujo el perro asesino y Konan el Bárbaro. Por más pispireta que sea la vieja, por más cool que sea la chama o más camionero, gandolero o taxi pirata que esté el volante, a la hora de insultar se oyen unas groserías tan rebuscadas que son prácticamente literarias.

De hecho, justo después de que le dije a mi acompañante lo de la corneta, vimos que a quien le estábamos corneteando era un policia y este sin pena y con nada de gloria procedió a respondernos pintándonos tremenda paloma.

Como dijo un amigo mio, Cerati piensa que Buenos Aires es la Ciudad de la Furia. Hay que soltarlo por Caracas.

Comentarios

Facility manager ha dicho que…
Hola Manuela:
Tienes razón, ya en Caracas llegamos a niveles de intolerancia. Antes, la gente se comía una luz de semáforo; ahora no te dejan que tu la respetes. Es imposible que te pares en una esquina a esperar una luz verde. Ahora cargo un letrerito que dice "Hay un fiscal en la esquina, escondido", a ver si me dejan los 15 segundos que dura entre un color y otro
Alberto
Clara Machado ha dicho que…
Jajaja...si el tráfico en esta ciudad enloquece a cualquiera. Deberíamos comercializar el letrerito!!!

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