De vuelta a la cocina
Creo que me interesé por la cocina la primera vez que sentí el olor de una torta salir de la cocina. Finalmente empecé a hacer tortas y siempre dejaba la cocina en un estado de implosión que daba dolor de cabeza en mi casa. Ya más grande me dio por vender galletas durante navidad, con ello compraba regalos especiales, aunque nunca fui demasiado vendedora. Muchas veces era más lo que comía que lo que vendía, otras veces lo hice por caridad y no sé si los compradores me hacían la caridad más a mí que a la misma gente que estaba esperando ayudar. El caso es que siempre me gustó, y a lo largo de los años fue aumentando la complejidad de los platos que preparaba. Cuando me mudé a Estados Unidos con apenas veintiún años comencé a descubrir que las cosas más sencillas de cocinar eran las que más me costaban. Todavía me cuesta un imperio hacer arroz blanco, pero en aquel entonces, luego de quemarme la cara con aceite caliente, logré dominarlo. Llegué a preparar todo menos hallaca...