Resoluciones de año nuevo
Todos
los años empiezo con las mismas resoluciones que gran parte del planeta. Comer
mejor. Hacer ejercicio. Y dos que se han vuelto mis resoluciones tradicionales,
un tanto frívolas y locas, pero cosas que quiero hacer: usar más vestidos y
sacarle más provecho a mi boca, lo que quiere decir maquillarme un poco más.
En
todo caso el año nuevo siempre es de resoluciones que parecen tontas pero no lo
son. Eso de comer mejor y querer hacer ejercicio, uno tiende a verlo como algo
casi banal. Es que te quiere ver mejor, es que quiere vivir una vida un poco
más Deepak Chopra.
Este
año para mí las cosas no han sido tan listica en juego. De verdad, necesito un
cambio, una reorganización en mi vida. Tengo un gran frustración en un lado, y
es que hace tiempo terminé una novela y no hice nada con ella, por una sola
razón, por miedo. Además, estoy trabajando en otra, y esa me muré a mí misma
publicarla así tenga que sacar las copias en Copy 911 y pararme en un semáforo
con los lanzafuegos, tocando los vidrios de los conductores, que me dirán que
no tienen plata y escucharán mi voz, que llega ahogada por los vidrios
cerrados, diciendo, no señor, es que yo lo que quiero es entregarle esta
novela. Y me imagino que casi nadie bajará el vidrio pensando que le voy a
entregar uno poco de papeles embadurnados en burundanga o un manifiesto de algún tipo de revolución,
estilo las que imaginan esa gente que todavía piensa que los Estados Unidos
domina el mundo con el lavado de cerebro que se logra a través del pájaro de
las tarjetas Visa.
Sí.
Estoy frustrada. Tengo mi vida profesional y mi vida personal en un total
desorden. Basta ver mi casa. Me va a pasar un día lo que le pasó a un amigo,
que llamó a la policía porque escuchó un ruido, y cuando la policía llegó, el
policía le dijo, espéreme aquí que voy a revisar. Entraron dos agentes,
revisaron la casa y volvieron en menos de dos minutos, y le dijeron, señor, no hay nadie, pero, lo
robaron, mire nada más como está todo. Y mi amigo, que es un personaje, se
asomó y con todo descaro le dijo, no oficial, no se preocupe, esto siempre está
así.
La
verdad, es que he estado escribiendo como nunca, y por eso he faltado tanto a
mis citas con el blog. Lo tengo abandonado, porque todos mis esfuerzos de
escribir se van a la novela. Voy lento, porque escribir algo que valga la pena
no es dos plumazos y allá. Sí. Tengo a alguien, a quien le debo mucho más de lo
que se pueda llegar a imaginar, que me ayuda, me mantiene al límite, y me pone
si no orden, al menos sí un día de entrega. Es como un jefe. Yo no funciono sin
un jefe. Porque le tengo miedo a la autoridad, entonces me pongo las pilas.
Sin
embargo, lo cierto es que estoy enganchada en mi propia historia y quisiera
dedicarle más tiempo, y no poder hacerlo, además no tener suficiente tiempo
para leer, y para escribir sobre lo que leo, me frustra. Es lo que quiero hacer
en la vida, es lo que me apasiona. Mi rollo es la estupidez de no haber dado el
salto definitivo a hacer eso como único rol y norte en la vida, y estar todo el
tiempo armándome de proyectos que tal vez me gustan, pero que al final del día,
no son lo que yo quiero. O para ponerlo en otras palabras, no son mi misión en
la vida, no son yo.
Mi
esposo me dice, que yo tengo la suerte de saber lo que quiero hacer. De saber
lo que me apasiona. Pero he tenido siempre el miedo encima de creer que las
cosas para mí son imposibles. Una amiga me dijo una vez que uno vive desde dos
planos, desde el amor, y desde el miedo. Y yo vivo constantemente desde el
miedo. Así aprendí a vivir.
Este
año mi resolución, es vivir desde el amor. No es que voy a dejar el miedo,
porque todo sentimiento es inevitable, es parte de ser humano, pero uno si
controla desde dónde vive, y cómo dejas que te afecte.
Este
año voy a entregarme a lo que me apasiona. Este año, voy a comer mejor, voy a
hacer algo de ejercicio, voy a ordenar mi casa, voy a jugar más con mis hijos,
voy a aferrarme de una forma distinta a mi papel de mamá (ya escribiré más
sobre eso), no sé si voy a terminar mi novela, pero al final del año, mi meta
es haber avanzado enormemente, no creo que uno pueda decir algo como la voy a
terminar tal día, y quiero terminar dos proyectos adicionales relacionados con
literatura. Uno es de poesía, (sí, mundo, si! Yo escribo poesías, siempre me ha
dado terror compartirlas, porque las veo meses después de escritas y me caigo a
insultos, cosas como, verga, esto parece escrito por Ricardo Arjona, cursi,
intensa, blablablá, sí soy mi peor enemiga. Ni para qué decirlo).
Este
año voy a trabajar no en ser otra persona. No en meterme en el papel de…una
niñas más educada, una señora más ordenada, una mujer más ejecutiva (yeah
right! Yo! Ejecutiva! Eso es como si Margaret Thatcher hubiese dicho, quiero
ser ama de casa. Y con no ejecutiva no quiero decir menos trabajadora,
simplemente, que mi trabajo es distinto, mis visiones son otras.
Este
año voy a trabajar en llegar a ser lo que soy. En plasmar mis historias, pero
sobre todo creer en ellas. Es más o menos como la cita con el pasado, pero una
cita, no tanto con mi futuro, sin con algo así como un Yo, que está siempre
castigado en una esquina oscura, porque el mundo considera que se porta mal,
porque no entra dentro del patrón ideal de lo que la sociedad piensa que uno
tiene que ser.
En
fin. Este año lo que quiero es reorganizar todo. Empezando por los cajones. Sí.
Tengo que empezar por aquí van los colores, allá van las muñecas, aquí van los
libros de no ficción, y señor retomar el arte del taladro para terminar de
pegar a la pared par de cuadros que tengo en el piso, ni hablar de las fotos
que tienen que ir a sus marcos. Es decir tengo que reorganizar mi espacio.
Luego
tengo que reorganizar mi tiempo. Es decir, armarme bien mi horario. Y el de mis
hijos. De tal hora a tal hora, hacemos esto. Incluso dejando un espacio para
que salgan las cosas que no podemos planear, un cine inesperado, un helado que
no teníamos pautado comernos, una siesta de esas abrazados, acobijados por el
sol que entra por las rendijas de la persiana. Pero tengo que tener bien mi
esquema de tiempo. Incluso tiempo para ir a hacerle un cariño a mi pelo, que es
de verdad, una mezcla entre Whitney Houston en su peor momento, y Farrah
Fawcett.
Es
decir tengo que armar bien todas las condiciones para crear. Y después
entregarme a ello. Más nada. Todo lo demás, viene solo.
Comentarios
Ojala pueda verla y, junto con ello, cumplir todas sus resoluciones para este año.
Saludos.