García Márquez Te Voy a Perdonar
No sé por qué. Lo que más me impactó de la presentación de Vasco Szinetar fuiste tú. No había terminado de verla y ya te estaba escribiendo esto. Nada más ver tu cara de cansancio. De ausencia. Esa sonrisa perdida, que no está en ningún lado. Como si ya no fueras lo que fuiste una vez. Pero en tu rostro se ve esa especie de duda, de negación, como si ni tú mismo supieras qué fue de tu vida.
Yo me enamoré de ti cuando no tenía más de quince años. Y sí. Tengo que reconocer que gran parte de lo que dañó mi relación contigo fue una especie de envidia. Qué grande eres escribiendo. Eso no lo te lo puede quitar ni quien te odie con el más profundo de los odios. Ni quién te odie como diría César Vallejo, con el odio de Dios. Tienes esa prosa que fluye, que atrapa, que esconde secretos que se van metiendo dentro como si fuera una enredadera que atrapa desde lo profundo. Que asfixia. Que hunde. Eres la arena movediza de las letras. Tú tienes ese don, tú lo cultivaste. El de mezclar el detalle con la grandeza. El de llegar a los espacios más abstractos del alma a través de un relato concreto y preciso. Creando imágenes. Respetando siempre la belleza del lenguaje.
Tú y tu mundo de Ojos de Perro Azul. Ahí fue que me atrapaste. Porque me veía en ese mundo. Lo entendí. Tu Macondo. Tu General desesperado por la traición de su Casandro, pasando las noches en el Río Magdalena. Yo recorrí el Magdalena. Lo recorrí contigo y por ti. Y tus personajes, el polvo de sus pueblos, y el sudor de sus tardes calurosas, el hilo de sangre que recorrió las calles se volvió mi hilo de sangre. A veces veo el lomo del libro asomándose desde un rincón. Es un lomo púrpura. Tu nombre en letras blancas. El título. El General en Su Laberinto y yo siempre me digo con una sonrisa torcida, sí. Y el escritor en su pantano.
Dicen que amor y odio van juntos. Que no se puede sentir uno sin el otro. Si no odias es que no amas. Y cuando amas, inevitablemente vas a odiar. Es el castigo. La sentencia. No lo sé. Me lo pregunto. Trato de averiguarlo pero aún no consigo la respuesta, y la verdad es que no sé si me importa. Sólo sé, que sí te odié. O que mejor dicho te odio.
Me molesta cuando alguien dice tu nombre. Me angustia entrar en cualquier librería y verte ahí y en todos lados. Me genera gran amargura ver como la gente se desespera por enumerar la cantidad de tus libros que se ha leído. Como si fuese una lista de supermercado. Como si fuese algo que hay que hacer antes de morir. Sin saber. Sin preguntarse, quién eres tú, ni por qué estás allí. Ni siquiera sin tratar de averiguar, luego de haberte comenzado a escrudiñar página a página, si has "llegado a ser quien eres."
Y ayer no sé. No sé si fue la edad. O a lo mejor fue la montura de tus lentes que se asomaba tímida y flaca por el bolsillo de tu chaqueta. Y acto seguido Vasco Szinetar quien te hizo la foto. Quien hizo las fotos de quienes contigo han ido a parar al vasto armario de mis fantasmas, dice "lo perseguían para tomarse la foto con él. Como si fuese un animal." Y de repente sentí una enorme lástima. Un dolor por ti. Como si te quisiera. Como si en el fondo no te odiara, sino todo lo contrario. Como si quisiera abrazarte y protegerte. A ti víctima de tu propio destino. De la vorágine humana que te consumió parte del alma. Ya entiendo por qué el desastre las Putas Tristes. La vorágine. Eso fue.
Y aún así pienso, que a pesar de que ese libro es un desastre, yo jamás escribiré algo así. Yo jamás tendré esa pluma. Jamás te llegaré ni a la distancia que estaba Vasco de ti. Pues no separan tierra, mar, sangre, ideas. Nos separa la vida entera. El mundo entero. No somos nada. Somos una mujer y un espectro. Unos ojos y unas páginas que fueron desterradas a un vacío oscuro, pues sentía que no podía perdonarte tus inconsistencias y tus injusticias ideológicas. Tu simpleza y tu resentimiento. Quizás eso fue lo que me hizo odiarte, leerte tan grande, y que al contarme tu vida te dibujaras tan pequeño. Como si ni te importara.
Pero ayer te vi animal perdido. Y por alguna razón te entendí. Y te confieso, me dieron ganas de leerte otra vez. De perdonarte. De que vuelvas. De dejarte un espacio en mi vida, en mis noches, de seguirte. Está bien García Márquez. Te voy a perdonar. No me queda la menor duda. Me estoy poniendo vieja.
(Para ver las Fotos de Vasco Szinetar: http://vascoszinetar.blogspot.com/2010/01/frente-al-espejo_5106.html)
Comentarios
La verdad es que la reconciliación libera. Totalmente.
Gracias por señalarme el irónico error. Estaba por comentar que no soy nadie tampoco para andar "perdonando" a García Márquez. No. Pues, entiendo que todo delirio de grandeza termina en infinita pequeñez.
Siempre me da risa que cuando uno se equivoca en la vida es algo irónico. Siempre.
Por eso trato, en la medida de lo posible, de no señalar los errores de los demás.
De nuevo gracias y ya corrijo el error.
RGV...que me esté poniendo vieja no quiere decir que sea vieja.
en fin hoy me duele este pais como nunca y creo que hay que centrarse en lo bueno para atraer cosas buenas...
y bueno admito que te metiste con Manuela y eso me arrecha porque sus posts me hacen el rato antes de dormir burda de cool intenso, comico, lloroso, etc
HE DICHO
Cada vez que encuentro un error de tipeo en mis entradas las corrijo. Pero jamás he querido buscarme alguien que me "edite" pues creo que eso al final no es el espíritu de este blog. Yo escribo esto en caliente. Si me tardo demasiado no es lo mismo. Prefiero guardar ese tiempo para revisar mis otros textos. Leer. Estar con mi chama.
Nada. Intentaré poner aún más cuidado al releer antes de publicar.
A todos se les quiere.